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Puesta en escena

Sábado, 19 Sep 2020    Guadalajara, Jal.    Antonio Casanueva | Foto: Mikael Fortes   
"...Lorenzo Garza realizaba su puesta en escena desde el paseíllo..."
El concepto "puesta en escena" proviene de las artes escénicas y se refiere al diseño global de los aspectos de una producción escénica. La puesta en escena alude al diseño general de una producción, dota a los rituales de un hilo narrativo explícito, aparece como fórmula mágica capaz de convertir una idea en una propuesta visual que conmueve a los espectadores.

Una corrida de toros es un espectáculo artístico y de masas en el que los toreros interpretan una obra dramática a través de su cuerpo y de sus facultades. Las escenificaciones utilizan todo tipo de mecanismos (actuaciones, imágenes, símbolos, rituales, etc.), que lejos de quitarle verdad al espectáculo, dotan a la faena de un discurso narrativo que involucra al espectador.

Un ejemplo eran los descabellos de Roberto Domínguez. Primero andaba con el toro para corregir sus embestidas. Luego le daba dos o tres muletazos por bajo. Se quedaba en el centro del ruedo, solo, genuflexo, asumiendo el riesgo que el toro pegara un arreón. Abaniqueaba para fijar al toro, como hipnotizándolo con un movimiento de muñeca. Aprovechaba una décima de segundo en el que el toro se paraba, para descabellar más corto y estando más cerca que los demás. El descabello de Roberto Domínguez estaba rodeado de arte. Vestía la suerte y el público aplaudía su artística puesta en escena.

Lorenzo Garza realizaba su puesta en escena desde el paseíllo. El regiomontano asimiló gran parte de la tauromaquia de Juan Belmonte. Primero su personalidad, sus gestos y su forma de estar como torero dentro y fuera de la plaza; pero también su colocación y parte de la estética en su toreo. En el cite, que hacía despatarrado, cruzándose, echaba la muleta primero hacia atrás, para adelantarla después.

Garza asimiló la estética y la colocación del toreo de Belmonte, pero ligó en redondo como lo había hecho Chicuelo. Esto emocionó a los públicos y convirtió su pase natural en un nuevo clásico. Desarrolló un concepto que se fue imponiendo en otros diestros, a tal grado que se acuñó la frase de "agarzarse o morir". Se dice que hasta Manolete cuando alternó con él, toreó al natural agarzado.

Rodolfo Rodríguez fue un maestro de la puesta en escena. Incluso creó a un personaje, El Pana, que llegaba a la plaza calesa e inventaba suertes de capa, banderillas y muleta.

De esa fuente ha bebido Antonio Ferrera. Tiene un concepto totalizador donde el ritmo el tiempo y la velocidad son importantes para la fluidez de la producción. La puesta en escena del torero extremeño provoca en el público empatía y distanciamiento estético con la obra.

Desde Francisco Montes "Paquiro" se ha utilizado, como recurso para toros mansos y peligrosos, las estocadas a la carrera, a la media vuelta y a paso de banderillas. Pero Ferrera ha transformado la suerte en una escenografía completa. Se la habíamos visto en México la temporada pasada. Pero lo realizado en Arles, Francia hace unos días, quizá por haberlo hecho en un anfiteatro romano, alcanzó una nueva dimensión artística y heterodoxa.

La "estocada a lo Ferrera" –como la llamó Juan Antonio de Labra en este espacio– es una suerte de largo recorrido en la que el diestro llama al toro con la espada armada y le sale al encuentro andando de largo. 

Con esta suerte, Antonio Ferrera culmina una puesta en escena que hace de su faena un espectáculo donde se fusionan todas las artes: las plásticas, como el dibujo, la pintura, la escultura y la arquitectura; así como las auditivas como la música y la literatura. Se convierte la fiesta brava en el arte más completo que tiene como objetivo exteriorizar la compleja naturaleza humana.


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