Durante la noche del martes pasado dejó de existir don Héctor Castillo extraordinario taurino, a la edad de 87 años, en su domicilio de la Ciudad de México, y se fue tranquilo en compañía de sus seres queridos, que en todo momento estuvieron a su lado.

Don Héctor nació el 18 de julio de 1932 en esta capital. El impacto mayor que experimentó siendo niño fue haber escuchado la narración por radio de la muerte de Alberto Balderas, ocurrida en 1940. Unos años más tarde probó fortuna en los ruedos y toreó como novillero en Texcoco el 20 de noviembre de 1949, donde alternó con Nacho Pérez. Su ídolo juvenil fue Joselillo y también fue un fervoroso partidario del maestro Silverio Pérez. 

A lo largo de su vida hizo amistad con la gente del toro, como Jesús Muñoz "El Ciego", Pepe "El Vago", Manolo Ureña o Mariano Ramos, al que le prestó su primer terno para que debutara como novillero y mantuvieron una estrecha amistad hasta la muerte del maestro de La Viga. Con ellos y otros más acudió, incansablemente, a infinidad de festejos tanto en México como en España.

Castillo gustaba de organizar cálidas y gratas reuniones taurinas en su casa con toreros, novilleros, empresarios, ganaderos y periodistas. Ofreció la protección y amistad en su momento al matador Julián López "El Juli" cuando recién llegó a México, así como la ayuda incondicional de los toreros que lo necesitaban.

Dejó un grato recuerdo por su gran calidad humana y sencillez, amante a carta cabal de la fiesta de los toros y que será un ejemplo de ello para la nueva generación de aficionados.