Hay tardes en que los trofeos se quedan cortos para lo que un torero expone en el ruedo, y hoy fue una de ellas, Héctor Gutiérrez ha estado muy por encima de las malas condiciones que ofrecieron los astados de Manolo Espinosa, pese a ello, esculpió una de las faenas más importantes en lo que va de la presente temporada.
Conoce a plenitud los terrenos, lo que le permite dar todas las facilidades a los novillos, aunado a la técnica depurada que acompaña con valor sereno, puede hacer brotar agua de las piedras. A la verónica o por chicuelinas, sus lances son limpios.
Un detalle por parte de "Caminito", quien con su capote colocó la montera de Gutiérrez con los machos hacia abajo, como un buen augurio de lo que se avecinaba. El novillo reculó a la querencia, llevando la cara arriba y muy distraído, Héctor sin desesperarse le tapaba la salida para ligar otro pase. El pinchazo le atribuyó una salida al tercio.
Mantuvo a los asistentes muy pendientes de lo que pasaría con su segundo, una faena que fue tomando fuerza a cada muletazo, sin regateos, un toreo estético y de profundidad, pareciera que ponerse en ese sitio lo disfruta mientras algunos más lo padecemos. Corriendo la mano de principio a fin, para finalizar con unas manoletinas ya con el sello de la casa. Media estocada y un viaje con la espada corta, le valieron para merecer una oreja de mucho peso.
EL ambiente también era de expectación con el hidrocálido José Miguel Arellano, quien recientemente tuvo actividad en España. Ante su primero no consiguió lucimiento de capa, pues el ejemplar volvía en palmo de terreno, condición que continuó durante el segundo tercio de la lidia y que no pudieron corregir.
Le plantó cara tratando de alargar la embestida (que por cierto le costaba), pero luego terminó por tomar un par de tandas por el derecho donde Arellano se gustó, aunque el gusto le duró poco, pues "Capi" terminó por venirse a menos, por lo que cambió los procedimientos para torear de pitón a pitón, cosa que gustó.
No se iba a dejar ganar la pelea el de Aguascalientes, por lo que metió el acelerador a fondo, y literal hizo eso, torear con fondo y largueza, en una faena a base de “ataque” donde el novillo acudía a la muleta.
Continuas miradas a la humanidad de Arellano que tuvo que sudar la gota gorda, hasta que el novillo dobló las patas y enfrió el tema, pues tardó un momento en incorporarse, ante las ansias del hidrocálido que se frotaba con las ganas de continuar en el mismo tenor, una faena que culminó con una mala ejecución de la suerte suprema.
El colombiano Andrés Bedoya se llevó en el sorteo el novillo más potable del encierro, pero, desafortunadamente, no terminó por acoplarse. Pese a ello, logró algunos breves momentos de lucimiento, pero si es muy buen momento para reflexión interna, y ser honesto con las virtudes y las limitantes que se tienen, si éste es el camino que se quiere tomar o buscar otros horizontes.