Al finalizar 1814, ciertos acontecimientos políticos centraron la atención de autoridades, los grupos de élite, y del pueblo en general. Recordemos que han transcurrido ya, cuatro años en que el movimiento encabezado por Miguel Hidalgo y Costilla junto a otros personajes –hoy héroes de la patria–, habían puesto en marcha con vistas a la emancipación.
Son días también que ha llegado noticia de España señalando la recuperación del imperio español por parte de Fernando VII, a quien ya se le conocía como el "Deseado" luego de la invasión y usurpación por parte de las fuerzas francesas a la península española y al reino en consecuencia.
Todo esto es el escenario en el que para celebrar la posibilidad del retorno al absolutismo, con lo que las autoridades novohispanas se ensoberbecieron, estimulo que los llevó, desde el virrey mismo a conmemorar aquel suceso. No se encontró mejor pretexto que hacerlo de conformidad, tal y como se celebraba la mismísima fiesta del paseo del Pendón.
Solo que había un pequeño inconveniente: las arcas del gobierno virreinal estaban vacías y sobre aquel anhelo en que se enarbolaba el pendón, esto quedó sometido a un debate sin fondo, con la conveniencia del uso o no de caballos o coches. Entre otras pretensiones, se planeaba celebrar un "juego de cañas" (expresión aledaña a la tauromaquia) y corridas de toros. Estas se dieron en enero de 1815 en la plaza del Volador. El juego de cañas jamás se llevó a cabo. Para conocer un poco más sobre lo ocurrido, veamos los detalles del aquel episodio.
Para entender primero la causa de este propósito peculiar, conviene saber cuáles fueron los detonantes del mismo.
Nos dice María José Garrido Asperó en su tesis de maestría, lo siguiente:
El 10 de agosto de 1814 –día en que Félix María Calleja comunicó a los novohispanos la abolición de la Constitución- creó una comisión festiva integrada por los señores José Mariano Beristáin, arcediano y deán electo de la Catedral; Ramón Gutiérrez del Mazo, intendente corregidor; el síndico procurador del Ayuntamiento Constitucional Rafael Márquez, y el conde de Bassoco para que propusiera y organizara la serie de festejos con que todos los habitantes de la capital y cada una de las corporaciones de gobierno, civiles, religiosas y particulares debía celebrar el feliz acontecimiento: el restablecimiento del absolutismo. Estas ceremonias, decía Calleja, se harían "para comprobar su amor al más digno y deseado de los monarcas". Todos estos regocijos y las tareas de la comisión festiva estarían directamente supervisados por el virrey.
Esta situación molestó muchísimo al Ayuntamiento Constitucional. En la sesión del 5 de septiembre, el síndico Rafael Márquez expuso en el Cabildo el disgusto que esta medida causó al cuerpo al que pertenecía. Dijo que no había antecedente alguno sobre fiestas reales que no hubieran sido organizadas únicamente por el Ayuntamiento.
Propuso y fue aprobado por todos que el gobierno de la ciudad por el momento no reclamara esa intromisión; pero que concluidas las fiestas pidieran al virrey declarara que el no haberse encargado las fiestas al Ayuntamiento no se debía a “desconfianza alguna en la pureza de su manejo ni por otro motivo no favorable a él”.
Pasado algún tiempo
La comisión festiva de Calleja presentó un programa que incluía un regocijo general en el que participarían todas las autoridades y corporaciones de la ciudad. Además, cada corporación organizaría y costearía otras actividades que serían calendarizadas por la comisión. El Ayuntamiento iluminó sus casas, hizo una misa y un baile en la alhóndiga.
Para el festejo general se planearon serenatas, iluminaciones, corridas de toros en la plaza del Volador, bailes públicos, juegos de cañas y alcancías. Regocijos que terminarían el 8 de diciembre de ese año con una misa solemne en Catedral y un paseo a caballo con la asistencia de todas las autoridades y vecinos principales.
Por la premura del tiempo, según el Ayuntamiento, o por las abundantes lluvias, según Lucas Alamán, algunas de las ceremonias tuvieron que posponerse. Las corridas de toros se hicieron, por ejemplo, hasta enero de 1815. Con tanta concurrencia como si no estuviera el país envuelto en todas las calamidades de una guerra desastrosa, criticó Lucas Alamán.
Agrega luego la autora:
Los problemas festivos entre el Ayuntamiento de Antiguo Régimen y las autoridades superiores después de restablecido el gobierno tradicional volvieron a concentrarse en la fiesta de la conquista; de hecho, éste fue el periodo más conflictivo para esta ceremonia. De 1815 a 1818 el Ayuntamiento de la ciudad de México hizo del paseo del real pendón parte esencial de su discurso histórico político.
Esto fue así porque, como hemos visto en otras páginas, ésta era la única ceremonia de la monarquía absoluta en la que los criollos del Ayuntamiento tenían los sitios más destacados y la que expresaba los derechos de gobierno que pensaban poseían. Era la única fiesta del Antiguo Régimen que favorecía la posición autonomista del Ayuntamiento, aunque sus integrantes ya no fueran Guadalupes o decididos partidarios de la insurgencia.
Y sobrevino el conflicto.
En 1815, los regidores se mostraron dispuestos a hacer esta fiesta. Hicieron la elección de alférez real y después de recibir el decreto de restitución del paseo del pendón dado por Fernando VII el 11 de febrero de ese año, ordenando se hiciera con la pompa y costumbre de 1808, a caballo y con la asistencia de todos los funcionarios reales. El gobierno de la ciudad comenzó a hacer los preparativos para la fiesta tal y como lo mandaba el rey.
Fue entonces cuando los partidarios del régimen colonial comenzaron una política francamente destructiva hacia esta fiesta. Se opusieron terminantemente a que se realizara a caballo. Argumentaron que en la Real Audiencia había muchas vacantes, siendo los oidores en esos momentos sólo cinco; además, sus ministros ya no tenían las ropas con que acostumbraban concurrir al paseo del real pendón debido a que se deshicieron de ellas cuando fue abolido.
Así, se resolvió que el paseo se hiciera e coche, pero ello tenía sus inconvenientes, que también se discutieron, y por una u otra causa se insistió en que el dicho recorrido se hiciese como la costumbre lo había establecido.
Con el tiempo, y ya con Apodaca al frente del casi extinto virreinato, esto en 1817, aún se insistía en tales procederes, pero como se podrá entender, aquel intento de finales de 1814, no pudo ser, simple y sencillamente.
Finalmente, existe una declaración del síndico procurador del Ayuntamiento –Andrés Bechi–, quien en 1815, parece haber señalado la sentencia en todo aquello.
Las opiniones de este señor, contrarias al paseo del pendón fueron, al parecer, determinantes en la decisión del rey y del virrey. El síndico expuso además que la Real Audiencia había tenido de tiempo atrás una política del todo adversa a la fiesta. Denunció que hacía más de un siglo que los miembros de la Audiencia venían poniendo "obstáculos ridículos" al paseo del pendón, mismos que habían sido desaprobados por el soberano. Dijo este señor, que hacer el paseo en coches, como la Audiencia había querido siempre, restaba la calidad a las causas por las cuales se instituyó: el aniversario de la conquista. Argumento suficiente por el cual debía reformar su resolución.
Y siguiendo lo dicho en la nota a pie de página que corresponde a la cita aquí recogida (me refiero a la No. 295), se anota en ella lo siguiente:
(Que) entre sus argumentos –los de Bechi- estaban los que el Ayuntamiento había expuestos desde el año 1815. Dijo, por ejemplo, que el paseo del pendón hecho a caballo enaltecía el noble fin por el cual se instituyó, el aniversario de la conquista, haciendo de él "un espectáculo que, al mismo tiempo que regocija, sorprende y llena de admiración y entusiasmo a todas las gentes". Por esa razón los habitantes de la ciudad asistían en varias ocasiones a verlo pasar; en cambio haciéndolo en coches desmerecía a la causa que lo imponía y disminuía el entusiasmo popular. (La cita se encuentra en el Archivo Histórico de la Ciudad de México, fondo Historia. Pendón, Inv. 2277, año 1815, f. 54 y ss.).
A todo lo anterior, debe agregarse que aquel intento de conmemoración no prosperó y peor aún, que en años posteriores, con intenciones similares, se argumentaba el hecho de que no había dinero alguno para celebraciones.
Aquel año, ese conjunto mayoritario de individuos, pertenecientes a la última etapa de la élite novohispana, buscaron celebrar juegos de cañas y alcancías para celebrar el advenimiento al trono de Fernando VII. Existe un documento que presento a continuación, el cual si bien no contiene los datos de rigor, manifiesta la necesidad de realizar tales juegos hacia el mes de enero, pues el 2 de diciembre anterior (1814) diversas personas, entre ellas: Ramón Gutiérrez del Mazo, Francisco Arcipreste, Manuel Gutiérrez de Terán, el conde de la Presa, José Rafael Márquez, enviaron aquella petición al Exmo. Sr. Virrey D. Félix María Calleja para que éste aprobase o no, la ejecución de tan lucidas demostraciones.
Y sí, en efecto, como nos lo confirma Heriberto Lanfranchi:
A principios de 1815 hubo una serie de ocho corridas en la ciudad de México, para celebrar la feliz restitución al trono de Fernando VII de España, como eran fiestas reales, se armó el coso en la plazuela del Volador.
Para saber quiénes integraron aquella petición, se indican a continuación el nombre de cada uno de los integrantes de aquellas “Compañías que han de jugar cañas y alcancías en las próximas fiestas”:
Primera compañía
Padrinos:
Sr. Mariscal de Castilla.
Sr. Conde de la Presa (Rafael de Monterde y Antilló).
Capitán:
Sr. Pedro José Romero de Terreros, Conde de Regla, firmante además, del acta de Independencia en 28 de septiembre de 1821.
Caballeros:
Capitán D. Mariano Icaza.
Capitán D. Antonio Icaza.
Teniente D. José Icaza.
D. José María Moral y Peisal.
Capitán D. Miguel Ozta.
Capitán D. José Rincón Gallardo.
Capitán D. Manuel Zeballos y Padilla.
D. Mariano Dosamantes.
Capitán D. Juan Ignacio Orellana.
Teniente D. Miguel Orellana.
Subteniente D. Miguel Michaus.
D. Luis Ibarrola y Monterde.
Segunda compañía
Padrinos:
Sr. Conde de Casa de Agreda.
Sr. Marqués de Guardiola.
Capitán:
Sr. Conde de Peñasco.
Caballeros:
D. Juan Pérez Gálvez
Capitán D. José María Prieto Bonilla.
D. Manuel Valle.
Capitán D. José de Jesús Noriega.
D. Joaquín Caballero de los Olivos.
Capitán D. José María Yermo.
Teniente D. Tomás Machinena (sic).
Capitán D. Tomás Zeballos.
Coronel D. Francisco Ayala
D. Juan Antonio Ozta.
D. Rafael Ríos.
Capitán D. Joaquín Verastegui.
Tercera compañía
Padrinos:
Sr. Marqués de Guadalupe.
Sr. Brigadier D. José Espinosa.
Capitán:
D. Juan Cervantes y Padilla, firmante del acta de Independencia.
Caballeros:
Capitán D. José Flores Terán.
D. Juan Flores Terán.
Teniente Coronel D. Sixto Panes.
Capitán D. Juan Antonio Cobián.
Capitán D. José Cobian Serrano.
Capitán D. José Llaín.
Capitán D. Gregorio Iniestra.
Capitán D. Nicolás Soria.
D. Nicolás Icazbalceta.
Teniente D. Luis García.
Subteniente D. Pablo García.
Capitán D. Domingo Mingolarra.
Cuarta compañía
Padrinos:
Sr. Marqués de Salvatierra, firmante del acta de Independencia.
Sr. Marqués de Selva Nevada.
Capitán:
Sr. Conde de Santiago. (José María Cervantes y Altamirano, décimo conde de Santiago: 1809 a 1835. Firmante además, del Acta de Independencia en 28 de septiembre de 1821).
Caballeros:
Teniente Coronel D. Vicente Rius.
Teniente Coronel D. Pedro Otero.
Subteniente D. Miguel Humana.
Teniente D. Rafael Batallon.
Capitán D. Antonio Cosío.
Teniente D. Andrés Suárez de Peredo.
Teniente Coronel D. Manuel Rul.
Sr. Conde Alcaraz.
D. Miguel Rangel
Teniente D. Francisco Saviñón.
Sargento Mayor D. José Villamil.
Sr. Coronel D. Rafael Peredo.
Con respecto al documento No. 3, este indica lo siguiente:
Cuerpos y particulares que han de acompañar al Exmo. Sr. Virrey al Paseo de a caballo.
Real Audiencia
Contadores mayores, propietarios y honorarios del tribunal de cuentas.
Ministros de la Tesorería general.
Nobilísima ciudad.
Universidad.
Consulado.
Protomedicato.
Minería.
Jefes y Ministros de las oficinas.
Coroneles y Comandantes de los cuerpos militares y oficialidad de otros.
Títulos de Castilla.
Caballeros maestrantes.
Colegio de abogados.
Caballeros que componen las compañías del juego de cañas.
D. Domingo Pozo
D. José María Echabe.
D. Manuel del Zerro.
D. José María Tagle.
D. Francisco Marian.
D. José Juan Fagoaga.
D. Antonio Velasco de la Torre.
D. José Ignacio Negreyros.
D. Pedro Galindo.
Sr. Coronel D. José Manuel Ceballos.
Sr. Intendente D. Manuel Velázquez de León, regidor del Ayuntamiento y firmante del acta de Independencia.
Sr. Intendente D. Francisco Rendón.
Sr. Comisario Ordenador D. Francisco Alonso Feraso.
Sr. Intendente D. Juan Vicente de Arce.
Comisario de Guerra D. José Ruiz de la Bárcena.
D. Ignacio del Rivero.
D. Francisco Villanueva.
D. Agustín Villanueva.
D. Félix Malo.
Capitán D. Tomás Terán.
D. Agustín Farfán de los G.
D. Juan Obregón.
Teniente coronel D. Lorenzo Obregón.
Impuestos en el superior oficio de V. E. de 26 de Noviembre anterior, hemos señalado a las corporaciones de la lista que remitimos a V. Exa., en 29 del mismo los días en que nos parece pueden verificar sus funciones en celebridad del advenimiento al trono de nuestro deseado soberano el Sr. D. Fernando 7o., y este señalamiento consta en la lista que incluimos con el No. 1.
Por lo que respecta a las demás fiestas y paseo de a caballos, nos es imposible designar desde luego los días, porque ni se sabe todavía en que han de comenzar los toros, ni puede calcularse cual ha de ser el producto de estos con que se han de costear otros festejos; pero luego que podamos lo verificaremos y daremos de ello a V.E. la correspondiente noticia, como también de la fiesta que por su parte ha de hacer el Ayuntamiento.
Los juegos de cañas y alcancías que V.E. tiene dispuesto haya, piden tiempo para sus ensayos y prevenciones de los sujetos que los han de ejecutar, y por lo mismo nos parecía se sirviese V.E. convidar desde ahora (ilegible) / (…) con el N° 2, contiene a dichos sujetos, en cuya elección hemos procurado combinar el lustre de as personas, sus facultades y destrezas en el manejo del caballo. No nos lisonjeamos de que habremos acertado completamente en ello pues caso nos habremos equivocado respecto de algunos, y las circunstancias del tiempo no ofrecen como e otros, muchos individuos en que escoger.
Asimismo nos parece se digne V.E. hacer igual convite, aunque desde ahora no se señala el día, a los sujetos que comprende la lista No. 3, para el paseo de a Caballo, pues convidados con anticipación tendrán bastante tiempo para prepararse, y el concurso será más lucido y numeroso; pero sobre todo lo que hemos expuesto a V.E. resolverá lo que fuera de su superior agrado.
Dios
que a V.E. m.a.
México 2 de diciembre de 1814.
Exmo. Sr.
Ramón Gutiérrez del Mazo
(Rúbrica)
Francisco (ilegible)
(Rúbrica)
Manuel Gutiérrez de Terán
(Rúbrica)
Conde de las Heras o del Riscal (¿Manuel María de Heras Soto?)
(Rúbrica)
José Rafael Nasonez (¿?)
(Rúbrica)
Exmo. Sr. Virrey D.
Félix María Calleja.
Obras de consulta
María José Garrido Asperó, “Las fiestas cívicas en la ciudad de México: De las ceremonias del estado absoluto a la conmemoración del estado liberal, 1765-1823. México, Universidad Nacional Autónoma de México. Facultad de Filosofía y Letras, 2000. 288 p. Cuadros.
Heriberto Lanfranchi, La fiesta brava en México y en España 1519-1969, 2 tomos, prólogo de Eleuterio Martínez. México, Editorial Siqueo, 1971-1978. Ils., fots.
Archivo General de la Nación. Ramo Historia, T. 483, exp. VIII.-Oficio del Ayto. de México al Virrey acerca de las fiestas en celebridad del advenimiento de Fernando VII y acompañándole dos listas: la marcada con el núm. 2, de las “Compañías que han de jugar cañas y alcancías en las próximas fiestas; y la núm. 3, la de los cuerpos y particulares que han de acompañar al virrey e el paseo de a caballo”.-1814, 6 f.
AGN, Indiferente Virreinal, caja-exp.: 5067-014. Ayuntamientos. Años: 1814, fs. 6. Productor: Ramón Gutiérrez del Mazo. Avisa adjunta lista de corporaciones que han ofrecido hacer demostraciones por la restitución al trono del soberano. Avisa empiezan las fiestas de los toros y solicita lista de sujetos que lo han de acompañar en paseo a caballo. México.
José María Díez Borque, et. al., Teatro y fiesta en el barroco. España e Iberoamérica. Seminario de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (Sevilla, octubre de 1985). España, Ediciones del Serbal s.a., 1986. 190 pp. Ils., retrs., facs.