Andy Cartagena llegó a Cadereyta con la ilusión de repetir el triunfo que tuvo en marzo pasado, en el que fue su primer contacto con la afición jimenense y no solo lo igualó, sino que superó la cosecha al cortar la friolera de cuatro orejas y un rabo a dos buenos ejemplares de Rafael Mendoza.

El veterano rejoneador español conquistó a los poco más de 2 mil aficionados que se dieron cita en el legendario coso, al cuajar sendas faenas montando los lomos de una cuadra de lujo, entre los que combina a sus caballos estrellas, con los nuevos corceles que se van haciendo de un lugar importante en la misma.

El primero de su lote salió con mucha fuerza de toriles sembrando el peligro en el ruedo, pero con "Gamo" tuvo el antídoto para dominarlo con el rejón de castigo en las primeras embestidas. Con el precioso "Picasso", de capa apalozza, citó y colocó banderillas a una mano, saliendo de la suerte con repetición de giros en la cara del astado para ganarse las primeras ovaciones de la tarde.

Luego tocó el turno de "Varón", un prieto morcillo que recién tuvo su debut en España esta temporada, que hace reparos y lanza patadas en el aire y cerró con "Brujita", con la que ejecutó el teléfono y colocó un vistoso par a dos manos, como antesala de un certero rejón de muerte que valió para las dos orejas.

Ante el quinto movió las piezas y esta vez tocó el turno a "Tequila", con el que templó las primeras embestidas, "Gorrión" y "Curazao" para las banderillas a un mano y finalizó su aseada labor con el esperado albino "Luminoso", que recorre el ruedo sobre sus dos patas traseras. Sobre este mató al primer viaje de un rejón en el pulmón izquierdo que fulminó al toro en un par de segundos, para cortar las orejas y el rabo.

A pie Juan Fernando también llegó dispuesto a no dejarse ganar la pelea, tanto así que todavía no comenzaba la lidia del toro que cerraría plaza, cuando ya estaba anunciando el regalo de un sobrero que hizo séptimo y que al final pasó intrascendente.

El regiomontano enfrentó en primer lugar de su lote a un astado tardo para embestir y que se quedó agarrado a la arena, dificultando la labor del espada quien tuvo que lidiarlo con muletazos de uno en uno y con el llamado de la voz. La oreja que conquistó fue un premio más por la colocación de la espada con la que pasaportó a su enemigo, que por la vistosidad de su trasteo.

Su segundo le permitió lucir con el capote, sobre todo en las chicuelinas andantes con las que llevó el toro al caballo y en el posterior quite por navarras. Brindó a Enrique Garza por su aniversario y su quehacer lo inició al hilo de tablas en muletazos rodilla en tierra por alto. Aunque su labor fue técnicamente buena, el tedio en los tendidos se fue apoderando de la gente. Mató de otro estoconazo en buen sitio y logró su segunda oreja. 

El regalo de un séptimo astado, este de La Playa, en el que no pasó nada relevante, estaba por demás, cuando el más indicado para hacerlo era Garza a quien le tocó el lunar del encierro.

Con 30 años de alternativa y el cabello más blanquecino que la vez anterior, Garza sigue haciendo parecer de ese difícil arte del toreo "algo fácil" ante la mirada de los espectadores. Desde los primeros lances del que abrió plaza, el jimenense se dio cuenta que había que llevarlo con suavidad con el percal y así le dibujó suaves lances a la verónica en los medios. 

De un tiempo a la fecha Quique ha vuelto a sus inicios, cubriendo él mismo el segundo tercio, de las banderillas, que esta vez dejó en el morrillo de sus toros "de seis-seis" en todo lo alto, siendo lo más lucido del esteta norteño.

El primer astado tuvo muy poca fuerza, y continuamente doblaba en la arena. Y el cuarto se vino a menos después de ser picado en repetidas ocasiones por Lalo Rivera, luego de que se escupiera varias veces de la suerte de varas. 

Garza siempre estuvo machacón y tesonero con la franela, y en ocasiones chocó su frente con el testuz del burel en los desplantes. Mató de pinchazo, estocada y tres descabellos y fue premiado con la vuelta al ruedo. Al final Cartagena y Juan Fernando compartieron la salida a hombros de los aficionados.