Hacía tiempo que no había una camada de novilleros tan buena y variada como la actual, que ha despertado tanta ilusión entre los profesionales, y también en aquellos aficionados más enterados, que poco a poco van conociendo y observando las cualidades de estos toreros nuevos.
A varios de ellos ya se les puede considerar como "punteros". Algunos se han forjado en España, como es el caso Héctor Gutiérrez, Diego San Román, André Lagravere "El Galo", Miguel Aguilar, Isaac Fonseca o Arturo Gilio, y otros más que lo han hecho en México, como es el caso de Sebastián Ibelles o José Sainz, por citar a los más aventajados.
A diferencia de Gutiérrez e Ibelles, que comenzaron a torear siendo aún unos niños, San Román debutó a una edad más avanzada, una vez que tomó la decisión de compaginar sus estudios universitarios con el aprendizaje taurino, mientras que Aguilar siguió los pasos del infortunado Mario, un hecho que le da sustento a su carácter y al afán de honrar la memoria de su hermano.
Pero independientemente del camino emprendido por cada uno, el resultado está a la vista de todos con unos novilleros que se van cuajando con paso firme hacia la alternativa, y son el ejemplo para otros que están siguiendo sus pasos.
En este segundo renglón están los nombres de José María Hermosillo, Juan Pedro Herrera, Juan Pedro Llaguno, Cristian Antar, Eduardo Neyra, José María Mendoza, de los que algunos de ellos ya han obtenido recientes triunfos en Guadalajara, La Florecita, Arroyo y México, y van demostrando sus avances en tan compleja profesión.
Lo más interesante es que cada uno está procurando consolidar un estilo propio, que es un aspecto muy importante desde esos primeros instantes, a fin de enriquecer y desarrollar una personalidad que los distinga de los demás.
Y también los hay todavía más bisoños, de los que un puñado de ellos han apostado por formarse en España en distintos centros de enseñanza, y otros que están siendo instruidos en escuelas taurinas mexicanas de diversas regiones del país.
En esta lista encontramos los nombres de Julián Garibay, Iñaki González, Rubén Núñez o Pablo Martínez "Finito", que están del otro lado del Atlántico y que seguramente buscarán redondear su aprendizaje antes de pensar en torear en las plazas importantes de México.
Este sucinto balance hace concebir esperanzas, y viene a demostrar que sí existe un auténtico relevo generacional que está clamando por más oportunidades, tal y como las están ofreciendo aquellas empresas que son conscientes de la trascendencia de no detener el motor de la "producción" de toreros, porque de ellos dependerá la confección de los carteles en los siguientes dos lustros.