Fabián Barba está de excelente estado de ánimo, y como bien dice, "la mente es muy poderosa", quizá por ello se está recuperando rápidamente de la fuerte cornada recibida el domingo pasado en la Plaza México, en la que también cortó una oreja de ley que tuvo sabor a premio en medio de este desafortunado "accidente", porque así lo califica.
"Me encuentro muy bien, la verdad, y con ganas de recuperarme pronto. De hecho, ayer di unos pasos, me levanté al baño, y aunque sentí algo de dolor, el hecho de ponerme de pie tan pronto luego de ese tabacazo, fue algo que me hizo sentirme bien anímicamente. Y como no he tenido fiebre y la pierna no está inflamada, creo que la evolución de la herida es muy buena; los médicos han hecho un gran trabajo y eso me llena de entusiasmo", comentó.
Fabián se toma con sabia filosofía este percance sufrido en el toro de regalo, pues sabe que con los dos toros de su lote estuvo a la altura de las circunstancias, según explica:
"Yo venía a abrir la Puerta Grande, y cuando le corté la oreja al primer toro de mi lote, me sentí más cerca de dicho objetivo. Quizá hubiera sido bueno haber colocado en primer lugar al cuarto toro, que era precioso; era el toro de la corrida, por sus hechuras. Pero salió muy complicado, y busqué hacerle faena con mucha cabeza, pues era listo y me quería echar mano. De haber sucedido así, la faena que le hice al primero hubiera calado más en otro momento de la corrida. Pero ahora tampoco puedo ponerme a buscar explicaciones que, al final, vienen resultando ociosas. Hay que mirar siempre hacia adelante".
La decisión de regalar un sobrero sobrebino cuando Calita lidiaba al quinto toro de la corrida, pues Fabián pensó que si le cortaba la oreja a ese toro y salía a hombros, él no podía quedarse atrás. Pero luego vio que Calita regaló un toro y eso le picó la cresta para también hacer lo mismo.
"Me fui a la puerta de toriles porque quería demostrar mi entrega, y como tengo mucha confianza haciendo esa suerte de rodillas con el capote, no tuve empacho en quedarme a ver si el toro de Monte Caldera volvía y le daba otra. Sí que pensé en pararme luego de darle la primera, pero uno a veces apuesta demasiado fuerte y a veces se pierde", afirmó.
Consciente de que las cosas no suceden por una mera casualidad, y que detrás de un hecho en concreto siempre hay enseñanzas y reflexiones. Así que ahora sólo piensa en dejar el Hospital Mocel donde se encuentra ingresado para volver a casa. De momento, ahí sigue su esposa, Alejandra, como siempre, al pie del cañon, en las buenas y en las malas, y también su madre, la señora Dulce Rivas, que ha venido a acompañarlo.
"Alejandra me arrea mucho, y es mi gran motivación. Y ahora que tenemos una familia todo tiene más sentido. Anoche estaba rendida porque no había podido dormir, pero aquí está a mi lado, lo mismo que mi madre".
Será en las próximas horas cuando el equipo médico del doctor Rafael Vázquez Bayod haga una nueva valoración de la evolución del estado general de salud de Fabián Barba, un hombre íntegro, y un torero cabal, que el domingo anterior en el coso de Insurgentes vivió el agridulce sabor de una tarde de toros que no ha dejado a nadie indiferente. Tanto por la oreja que cortó al toro que abrió plaza como por la cornada recibida. Una más a esa lista de trofeos de su esforzada carrera profesional.