La corrida de hoy es una de esas que hacen afición, como se suele decir. Y no se trata de caer en un lugar común, sino afirmar una verdad incontestable. Porque los 16 mil espectadores que llenaron la monumental de Aguascalientes vibraron con los apasionados triunfos de Pablo Hermoso de Mendoza y Joselito Adame, que cortaron dos orejas cada uno y compartieron la primera Puerta Grande de esta Feria de San Marcos.
Y cuando hay triunfos de este calado, los votos de afición suelen renovarse. Es como si una inyección de vigor taurino fuera repartida a la salida de la plaza y su aplicación nos recordara de inmediato porqué nos gusta un espectáculo que tiene una fuerza expresiva tan intensa, que es capaz de armonizar por completo y hacer explotar la emoción de quienes lo recibimos.
Es un momento irrepetible que emana de la bravura de un toro, toca las fibras sensibles de los toreros y, a partir de ahí, nace esa comunión colectiva que desemboca en ese vaivén de sensaciones que experimenta el público. Y cuando esto sucede, se vive una experiencia tan intensa como especial.
Hoy se pudo sentir a través de dos tauromaquias que se complementan a la perfección mediante el torero a pie y a caballo, y si Hermoso ya había rondado el triunfo con el toro que abrió plaza, con el cuarto estuvo cumbre y acabó cortando dos orejas en una plaza que se le venía resistiendo de forma reiterada.
Cabe decir que los dos toros de rejones, pertenecientes a la divisa de La Estancia, tuvieron un excelente fondo de bravura y transmisión, cada uno con su estilo, pero muy buenos los dos. Así que a partir de esa aportación, el navarro construyó dos faenas distintas, pero igualmente toreras.
La más trascendente fue la del cuarto ejemplar de la corrida, pues el toro apretaba con boyantía y eso fue uno de los factores que contribuyeron para incrementar la emoción que generó Hermoso en una faena sincera y sentida en la dejó que su toreo fluyera de manera natural y se proyectara en el tendido con gran impacto.
Y aunque el navarro haya tenido oportunidad de haber sentido cosas parecidas durante muchas tardes, hoy, aquí en Aguascalientes, este triunfo tuvo un significado especial, sobre todo ahora en que ya le queda menos camino por andar y está dedicando sus energías en echar a volar a su hijo Guillermo en tan difícil profesión.
Si lo de Hermoso fue rotundo, lo de Joselito no se quedó atrás, pues al segundo toro de su lote, "Seis Décadas", de nombre, le hizo una faena maciza y recia que le llegó mucho a la gente.
Los mejores pasajes los consiguió toreando en redondo, girando en los talones, dejándole la muleta puesta en la cara al enrazado toro de Jaral de Peñas, que sigue teniendo a esta plaza como talismán, prácticamente desde aquel indulto del célebre "Lantano", con el que don Luis Barroso Barona dio la última vuelta al ruedo de su vida.
Y no desaprovechó José el caudal de bravura del toro de origen Jandilla para mostrar su sólido oficio, y esa garra de figura del toreo que ahora lo mantiene en lo más alto de la torería mexicana.
Hubo un ligero atisbo de indulto que no cuajó en petición mayoritaria. Pero Joselito ni siquiera pensó en ello cuando se echó la espada a la cara para luego entrar a matar como una exhalación y ejecutar una eficaz estocada que antecedió el instante dramático en que el puntillero Fernando Ríos sufrió una espeluznante voltereta al haber marrado en su intento de rematar al toro, que todavía tuvo el valiente gesto de levantarse, peleando como lo que era, un toro bravo, para irse a tambalear a unos cuantos metros más allá, donde finalmente murió.
Esta arrogante agonía fue el colofón perfecto de una obra que valió el corte de dos orejas, esas que dan moral para seguir adelante, sobre todo ahora que José tiene en puerta una nueva comparecencia en la Feria de San Isidro durante el inminente mes de mayo.
Sebastián Castella no tuvo toros para triunfar, y luego de el encomiable esfuerzo realizado con los dos de su lote, decidió regalar un sobrero de Santa Fe del Campo cuyo comportamiento fue un espejismo, ya que dio la impresión de que iba a servir y acabó desarrollando peligro sordo.
No le importó al torero de Beziers seguir arriesgando, sabedor de que ya iba a ser muy difícil que la gente volviera a un estado de clímax similar al que se había vivido minutos antes. Pero de cualquier manera trató, con mucho profesionalismo, de hacer las cosas bien y nunca abandonó su afán de triunfo.
El público salió de la plaza con la emoción a flor de piel y la ilusión de que mañana siga arriba el listón. Se espera con ilusión el debut de Antonio Ferrera en esta plaza, así como el resultado de la atinada -y muy merecida- sustitución de Fabián Barba por Andrés Roca Rey, además del regreso de Sergio Flores a este escenario con un encierro de Begoña. Entretanto, a seguir disfrutando con el recuerdo de una preciosa tarde de toros.