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Espectro taurino: La vocación torera

Sábado, 26 Ago 2017    CDMX    Jorge Raúl Nacif | Opinión   
"...un ser humano que es capaz de crear un caudal de sentimientos..."

Mañana arranca la temporada novilleril en la Plaza México y se renuevan la ilusiones para que germinen caras nuevas en el escalafón nacional, partiendo de la base vocacional que implica el hecho mismo de ser torero, aspecto que los chavales deben entender con claridad.

Ejercer el toreo es una vocación; ni más, ni menos. Ser torero implica una serie de sacrificios que no son del todo comunes en otras actividades de la vida y, en el

El torero no se queda en el ámbito del rito sacrificial que en su origen es la tauromaquia, sino que su figura es también la de un artista, la de un ser humano que es capaz de crear un caudal de sentimientos y emociones delante un toro bravo, unión de dos almas que se conjugan entre la vida y la muerte.

Requiere entonces esa capacidad para crear, para generar arte ante el peligro que representa el toro. La belleza plástica en la ejecución de las suertes es lo que genera la emoción en el buen aficionado, misma que debe ir acompañada siempre con el sentimiento que expresa un torero.

Y es que, por más plasticidad que exista, si el torero no se emociona o se entrega en su obra, haciendo las cosas con verdad, poco dirá en su actividad.

La figura del torero requiere, de suyo, contar con una muy definida personalidad, la cual también proyecta hacia la afición; ser torero, pero también parecerlo y sentirlo, tanto en el ruedo como fuera de él. Finalmente, la espiritualidad de los toreros es un sello que resulta de un interés superior.

El misticismo no debe desaparecer del torero, pues finalmente son seres que se juegan la vida delante un toro. En este sentido, no dejan de ser héroes literarios, como aquellos que ganaban batallas a sangre y fuego convirtiéndose en leyendas, pero siempre con el objetivo de dejar su sentimiento y valor en el ruedo.

Ser torero conlleva una inmensa responsabilidad. La vocación exige ser siempre profesional y tomarse muy en serio la actividad, y solamente llegan a trascender aquellos que en verdad están en constante preparación y son serios en cada paso que dan, respetando al toro y respetándose a sí mismos con honestidad.

En voz de los propios profesionales, esto del toro es la carrera más bella y, a la vez, la más difícil, ya que deben conjugarse una gran cantidad de elementos para lograr repercutir en el mundo taurino. Sobre todo, lo más duro es siempre tener la convicción de salir cada tarde a entregarse, e ir sorteando también los obstáculos que aparecen también en los despachos.


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