Triunfal a todas luces resultó la encerrona del matador poblano Jerónimo la tarde de hoy en Tlaxcala, pues saldó la actuación con un triunfo de tres orejas y salida en volandas, luego de enfrentar seis ejemplares de ganaderías tlaxcaltecas y brindar momentos de interesante calado.

Lo que representaba un reto para el torero terminó con un triunfo importante no tanto por la obtención de trofeos, sino porque ha sido una llamada de atención a las empresas, demostrado que aunado a su reconocida calidad posee variedad, oficio, capacidad para improvisar y sobre todo la determinación de revaluar su carrera.

Era de esperarse que se topara con toros de diferente comportamiento, pero él en ningún momento se vio agobiado ni física ni anímicamente por el contrario se le vio disfrutando toda la tarde y haciendo disfrutar al público con momentos de honda emoción y extraordinaria belleza.

Interesante de principio a fin, el festejo culminó con la lidia del ejemplar de Vicencio un bonito castaño albardado que salió comiéndose los capotes y revolviéndose codicioso por lo que los lances de recibo fueron apresurados. Pero vinieron dos puyazos de Luis Miguel González, sobre todo el segundo que le valieron palmas mientras con los palos se lucía el aspirante Fernando García hijo.

Se fue a los medios Jerónimo para citar de largo y ligar la vitolina con los primeros ayudados que de pronto se interrumpieron porque el burel perdió las manos, apareció entonces el conocimiento para darle su tiempo al toro que después mantuvo sus cualidades pudiendo ver más series con la diestra y naturales enormes; vino lo demás del repertorio, primero una ranchera seguida de un original adorno con la zurda, y dos circurrets ligados antes de buscar la igualada; tres cuartos de estocada en buen sitio remataron su variado trasteo para llevarse entre la entrega del público las peludas.

El boleto había quedado pagado para muchos desde que recibió al que abrió plaza, un chorreado en verdugo de Darío González de nombre "Pavón" que embistió con claridad y lo dejó recrearse en las verónicas al darle las buenas tardes. Después de los dos puyazos ejecutó un gran quite por tafalleras con remate a una mano para pintarse.

Muletazos de costado ligados fueron el preámbulo muleteril del trasteo en el que empezó con la mano de cobrar donde hubo varios naturales de impecable ejecución como si estuviera frente al espejo; probó por pitón derecho consiguiendo una serie meritoria ya que el burel tenía menos recorrido por ese lado; agregó remates y adornos de buen gusto antes de la estocada a un tiempo que quedó algo trasera y desprendida para un exitoso inicio pues recibió la primera oreja.

"Merenguito" de Piedras Negras salió en segundo turno siendo ovacionado al hacer su aparición, con bravura le apretó en los lances al matador, fue al caballo de igual manera en dos puyazos y durante el vistoso quite por navarras también embistió con codicia. En los primeros pasajes de la faena el toro perdió las manos sin embargo mantuvo el hocico cerrado, indicio de que tenía cuerda y efectivamente, Jerónimo lo llevó con pulso por el lado derecho logrando momentos magníficos y la respuesta del tendido; media estocada atravesada no surtió efecto teniendo que tirarse otra vez, dejando espadazo entero y caído para salir a recoger en el tercio la ovación después de la que se le tributó al toro.

Complicado resultó el de Jaime Rodríguez desde el capote, acudió al caballo aunque a la muleta llegó embistiendo descompuesto, lo que permitió sin embargo ver al torero en plan lidiador, trató de meterlo en vereda sin resultado recurriendo al toreo por la cara, lo indicado en este caso; pinchó en varias ocasiones antes de la estocada definitiva y terminó en silencio.

"Don Flavio" se llamó el corrido en cuarto lugar perteneciente a la vacada de De Haro, con este toro Jerónimo ofreció un concierto de verónicas con ritmo, sentimiento y jugando los brazos ante el deleite y los olés estruendosos del público. Seguramente se recordarán por mucho tiempo las verónicas de Jerónimo a "Don Flavio", el ejemplar de De Haro, como para esculpirse. Vendrían después unas chicuelinas asilveriadas girando con lentitud y el sello jeronimista.

Ya con la muleta por el lado derecho, ejecutó muletazos de gran aguante mientras se iba apagando el toro, aún así dibujó un par de ellos con gran temple, agregó manoletinas y al entrar por uvas dejó tres cuartos de acero con prontos efectos, recorriendo el redondel tras una nutrida petición.

Ante el de Felipe González lanceó aseadamente  para dar paso a la suerte de varas, en las que el toro acudió con alegría sobre todo la segunda vez. Después de ser muy bien banderilleado, desafortunadamente la faena de muleta se vino a menos pues el morito se aplomó y únicamente se manifiestó la voluntad del torero que le pisó el terreno; con pinchazo arriba y media delantera se retiró entre palmas.