Ya lo había dejado entrever Heriberto Murrieta en su columna de hoy... y sucedió. El Calesa destapó el frasco de las esencias esta noche en Arroyo, dentro del emotivo festival "El Toreo se viste de azul", y brindó una actuación plagada de torería y con instantes de ese arte tan profundo que atesora.

Así, en el marco del "Día mundial de la concientización sobre el autismo" y en este evento benéfico organizado por el matador Gerardo Gaya y el aficionado Pedro Pinsón, César Alfonso Ramírez "El Calesa" hizo vibrar a los tendidos en lo que fueron los momentos más emocionantes del festejo, sobre todo por el sentimiento con el que el torero de dinastía aromatizó el pintoresco coso tlalpense.

El Calesa entendió las condiciones de un buen astado de Jorge de Haro y se inspiró toreando asoleadamente a la verónica, para luego dibujar una media que detuvo el tiempo. De mano baja fueron las chicuelinas que con mucho sabor instrumentó tras la suerte de varas.

La faena tuvo detalles de pellizco, como un par de trincherazos y un cambiado por delante, pero también corrió la mano muy encajado de riñones y desmayando el trazo, expresando todo el cúmulo de sensaciones que seguramente vivió en este día tan especial. Muy agitanado en su proceder, El Calesa sólo paseó una oreja pues tuvo que recurrir al descabello luego del pinchazo hondo conseguido.

Es cierto, César Alfonso es un matador prácticamente en el retiro... pero jamás dejará de ser torero y hoy expresó sus sentimientos. Y es que el toreo es eso... un sentimiento. Al verlo torear esta noche, surge la gran pregunta... ¿por qué no se dieron las circunstancias para que su carrera taurina fuera en ascenso y cuajara un torero importante?

Eulalio López "Zotuluco" abrió plaza ante un novillo de Marrón que tuvo nobleza y llegó al tercer tercio con cierto deslucimiento y al que le recetó naturales con un gran empaque. El maestro capitalino supo entenderlo de maravilla y, dejándole la muleta un poco retrasada, aprovechó cuando el ejemplar comenzaba a perder recorrido.

También con la derecha hubo trazos de buen calado, así como muletazos en redondo que fueron del gusto de la afición al dejarle la sarga en la cara al rajarse el burel. Tras una gran estocada, le fueron concedidas las dos orejas, premio a una labor plena de madurez e inteligencia torera.

La actuación de Gerardo Gaya fue alegre y muy tesonera, con chispa. Toreramente se dobló al inicio de su faena para encausar las acometidas del novillo de Xajay, al que le endilgó sabrosos trazos con la derecha y algunos naturales, muletazos que tuvieron buen calado en los tendidos y que gustaron al igual que una bella trincherilla.

En un detallazo, sacó una muleta azul -muy ad hoc con la causa del festival- para el último compás de su faena. Tras acertar con el acero en la tercera oportunidad, se le concedió una oreja que paseó alegremente y, con emotividad, en compañía de su pequeña hija.

Teodoro Gómez se las entendió ante uno de Campo Hermoso, ejemplar que tenía una distancia muy concreta y exigía mucha precisión en la colocación para poder ligar. El michoacano, que hacía tiempo no actuaba en público, se notó solvente y reposado delante de la cara del ejemplar, al que le recetó derechazos con trazo fino. Al final cortó una oreja y la paseó con una sonrisa.

Alejandro Amaya no tuvo tela de donde cortar, pues el novillo de Montecristo era deslucido y llegó con poco fuelle al tercer tercio. Algunos detalles por parte del fino diestro tijuanense, como un par de naturales con empaque, pero sin que el trasteo cobrara vuelo. Al final, fue ovacionado desde el tercio.

El evento remató con una subasta benéfica y una cena, siempre con la mente puesta en apoyar y crear conciencia sobre el autismo, en lo que es sin duda una causa noble.