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Tauromaquia: El León de Tetela

Lunes, 07 Ene 2013    Puebla, Pue.    Horacio Reiba | Opinión   
La columna de este lunes en La Jornada de Oriente
En 2013 Joselito Huerta cumpliría 79 años. A casi doce de su sentido deceso, viene hoy a colación porque, mientras estuvo en activo, pocas veces dejó de encabezar alguno de los carteles donde por tradición se celebraba el Año Nuevo con una corrida de toros (Guadalajara, San Luis Potosí, Puebla, Mérida, Irapuato y alguna más).

Cada primero de enero, entre los años 56 y 73 del siglo pasado, se esperaba su participación en cualquiera de dichas plazas, por ser la figura mexicana más reconocida de una época aparentemente sin líder, pero cuajada de buenos toreros.

Sobre este punto se ha bordado después con demasiada ligereza, al amparo de unos manos a mano que Manuel Capetillo y su tocayo Martínez sostuvieron en El Toreo de Cuatro Caminos en el verano y el otoño de 1967. Por ese entonces, Huerta encabezaba la oposición al monopolio taurino organizador de aquel par de recordados desafíos, de los cuales el realmente memorable fue el segundo, donde Martínez le arrebató a Capetillo el ilusorio cetro de mandón. No obstante, un análisis más detenido tendría que señalar como la figura dominante en las dos décadas aludidas, más que al carismático tapatío, al propio Joselito Huerta.

Primeros pasos

José Huerta Rivera nació en Tetela de Ocampo –sierra norte de Puebla– el 24 de enero de 1934. Muy joven emigró al Distrito Federal para emplearse en el pequeño comercio de huevo que tenía en la capital uno de sus hermano mayores. Pero bien pronto se involucró en el mundo del toro, arrastrado por una pasión que le cambió la vida. Heriberto García, su primer maestro, supo en seguida que el serrano podía llegar lejos, apoyado en un carácter férreo y un estilo de torear agarroso y seco, como el sabor de los tejocotes y las guayabas de su región.

De las capeas y tentaderos iniciales no tardó en pasar a las novilladas formales y, por méritos propios, a la presentación en la Plaza México (16-05-54). Y el alboroto que armó ese día lo llevaría a eslabonar once actuaciones en la temporada, uno menos que el sensacional Loco Amado Ramírez, con quien formó mancuerna. Si el paso de Amado por la fiesta fue fugaz, José estaba destinado a empresas mayores. Por lo pronto, dejó que su alternante se comprometiera a una alternativa que lo llevó directamente al olvido y, más cauto, preparó su primer viaje a España.

Alternativa triunfal

En la península se presentó ante Juan Belmonte y éste lo encomendó a su sobrino Alberto Alonso, que en aquel 1955 lo habría de conducir con mano segura por los principales cosos peninsulares  –notables sus éxitos en Sevilla, Madrid y Barcelona--  hasta firmarle un doctorado a todo lujo en la Maestranza para el día de San Miguel. Apadrinado por Antonio Bienvenida, José desorejó al de la ceremonia –"Servilleto", de Felipe Bartolomé–, como lo haría también con el sexto de La Punta al confirmársela en La México otro Antonio, el leonés Velázquez (25-12-55). Esa temporada toreó cuatro festejos en la capital sin dejar de tocar pelo, como pueden atestiguar las seis orejas y un par de rabos que cortó.

En diciembre del 56 fue el mexicano con mayor presencia en la Feria Guadalupana de El Toreo, aunque sin suerte con el ganado. Pero siguió viajando a España otros dos veranos –lo devolvió al país la ruptura del convenio, en octubre de 1957–, y continuó su ascenso en cosos de la república hasta su consagración definitiva en la capital.

Eje del la Fiesta en México

A lo largo de su carrera rivalizó José, en su país y en España, con alternantes de mucho fuste. De la baraja nacional sobresalían Capetillo, Juanito Silveti, El Ranchero Aguilar, Alfredo Leal, Humberto Moro y, todavía, Calesero y Procuna. Dotados de más arte que Huerta varios de ellos, pero ninguno con la constancia y las agallas del León de Tetela. Su rival natural hubiera sido Capetillo, que le llegaba mucho a la gente, pero por las razones que fuera, alternaron muy poco en la capital: apenas un par de veces en la México y cinco más en El Toreo, tres de ellas en carteles de seis espadas. En esas escasas tardes juntos, Huerta cobró ocho orejas y tres rabos por cuatro y uno de Manuel, y no es improbable que semejante balance aconsejara a la administración del tapatío rehuir la confrontación directa con tan incómodo alternante.

Más veces compartieron cartel en provincia, y en sus dos únicos manos  a mano, ambos en Guadalajara, el poblano mantuvo esa superioridad, tanto en 1961 en El Progreso (tres orejas y rabo por un apéndice de Capeto) como en 1971 en la Monumental (hoy Nuevo Progreso), al cortar la única oreja de la tarde. Por cierto, al despedirse El Soldado de la vieja plaza de San Juan de Dios (05-03-61), Manuel y José sostuvieron épico agarrón, que concluyó con ambos triunfadores y gravemente heridos por sendos astados de Torrecilla a los que dejaron sin rabo.

Figura también en España

En una etapa, los años 60, particularmente gris para la torería mexicana en plazas españolas –incluido Capetillo, que fracasó en la isidrada de 1963–, fue otra vez Huerta quien levantó la bandera del triunfo los dos años que hizo campaña por allá,  alternando con la crema y nata de la época  –Ordóñez, Camino, El Viti, El Cordobés…

En Madrid, en el San Isidro del 64, desorejó a un toro nada fácil de Atanasio, y en el del 65 a otro de Baltasar Ibán, luego de resolver con torería los problemas de dos duros encierros, de Juana Cervantes y Coimbra, que previamente le echaron por delante. En Bilbao salió a hombros al lado de Manuel Benítez (20-08-64), dos días antes de sufrir ahí mismo la grave cornada de un santacoloma de Joaquín Buendía. Y en la feria malagueña del 65, le arrebató el capote de paseo destinado al triunfador de la serie nada menos que a Antonio Ordóñez, con quien había alternado una tarde en que Bienvenida y el rondeño cortaron cada cual dos orejas y un rabo, y el de Tetela tres y rabo. También arrasó en Valencia, de cuyo público se hizo favorito con sus triunfos en esas dos campañas, últimas suyas en España.

Ni que decir tiene que, alternando con españoles en cosos mexicanos, tampoco cedió ante ninguno su sitio de mandón. Incluido el famoso pleito con Paco Camino (18-03-62), de quien años después se haría amigo muy cordial.

Mano a mano con Manolo Martínez

Después de los míticos manos a manos Capetillo-Martínez y retirado ya el tapatío, fue Huerta la figura consagrada que más alternó con Manolo. Y que más orejas y rabos cortó a su lado, incluida la histórica tarde del 4 de noviembre de 1970, en Guadalajara, en que  sumó el poblano las seis orejas y los tres rabos de sus bravos adversarios de José Julián Llaguno, mientras el regiomontano limitaba su balance a dos y rabo. Tras ése culminante encontronazo fueron muchos los manos a mano que sostuvieron, repartiéndose triunfos ante tendidos siempre llenos. No faltó uno en la México (16-04-72), en corrida de la Cruz Roja malograda por el viento y la aspereza de un sexteto grande y armado de José Julián Llaguno. Entre los muchos que torearon en provincia ese verano, destaco el faenón de José en Puebla (05-05-72) a un morlaco geniudo y fiero de San Martín al que domeñó con encastada maestría y a continuación toreó con gran calidad.

Impresionante balance capitalino

Participó Huerta en once temporadas en la Monumental y ocho más en El Toreo. En Cuatro Caminos partió plaza en 26 ocasiones y sumó diez orejas y los rabos de "Soldado" de Valparaíso (30-10-60), "Superior" de Mimiahuápam (15-04-62: ganó el Estoque de Oro) y el simbólico de "Espartaco", de Moreno Reyes Hermanos (06-02-66). En la México, en 42 corridas, cortó nada menos que 37 apéndices auriculares, y en materia de rabos, los ocho que paseó sólo serían superados por los diez de Manolo Martínez en 91 corridas.

Los ocho rabos de Joselito Huerta en la México corresponden a "Talismán" de Piedras Negras (22-01-56), "Motorista" de La Laguna (05-02-56), "Recaudero" de La Laguna (22-02-59), "Cantarito" de Valparaíso (indultado el 10-05-59), "Talismán" de Piedras Negras (05-06-60), "Rebocero" de José Julián Llaguno (03-01-71), "Vagabundo" de Valparaíso (20-02-7) y "Huapango" de José Julián Llaguno, último que mató en su vida (28-01-73).

Personalmente creo que José, sin ser propiamente un artista de los ruedos, nunca fue más dueño de una expresión personal sentida y refinada como en sus enormes faenas a "Romancero" de Mimiahuápam (23-12-62), "Macareno" de Jesús Cabrera (06.01.63) y el referido "Rebocero" de José Julián Llaguno.

De algo tienen que morir los hombres

De estilo recio y desnudo de florituras, fue Huerta un torero poderoso al que, sin embargo, los toros castigaron con saña, tanto en México como en España. La única explicación, más allá de que en el toreo las cornadas las reparte la suerte y no la lógica, está en su elevado sentido de responsabilidad, que no le permitía emplear sus muchos recursos para reducir el riesgo sino para aumentarlo, un típico caso de vergüenza torera por encima de otros atributos. De ahí su fama de león de los ruedos.

Y de ahí las graves cornadas que recibió a partir de un temprano bautizo de sangre en Cuernavaca: Barcelona, Jerez, Maracay, Madrid, Colima, Córdoba, la México, Guadalajara, Bilbao, Aguascalientes, dos veces Monterrey y otras dos El Toreo, incluida la mayor de todas, la de "Pablito" de Reyes Huerta (30-11-68), herida prácticamente mortal que le destrozó el paquete intestinal y por la que estuvo sin torear un año, que fue un año de incertidumbre, dolor y reiteradas intervenciones quirúrgicas. Todavía, en noviembre del 71, en Zürich, Suiza, tuvieron que operarlo, a vida o muerte, un aneurisma probablemente causado por la cogida de "Pablito".

Aunque después de su despedida (28-01-73) José fue tentado varias veces para volver a vestir el terno de luces, sus únicas presentaciones posteriores serían en festivales benéficos. Entonces volvía a ser el León de Tetela, como cuando regresó a La México, para actuar en favor de los damnificados por el terremoto de 1985, e indultó un novillo de Garfias luego de cuajarlo plenamente, o el último, en Madrid (04-03-97), a beneficio de El Soro y ante uno de Juan Pedro Domecq al que, tras soberbia faena, no le cortó las orejas por fallar con la espada.

Joselito Huerta, gran figura del toreo y alguna vez alcalde de Atizapán de Zaragoza, su localidad de adopción, falleció en la Ciudad de México el 12 de julio de 2001.


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