En la segunda y última corrida de la Feria Regional de Tlaltenango, el torero zacatecano Antonio Romero se convirtió en el máximo triunfador al indultar al ejemplar que cerró plaza, mientras que Antonio García "El Chihuahua" cortó tres orejas y Alfredo Ríos "El Conde", un apéndice..
La tarde la abrió con El Conde, quien se abrió con el percal por verónicas para después en banderillas invitar a cubrir el tercio a sus compañeros de cartel. En la faena de muleta el torero estuvo voluntarioso e intentando en todo momento agradar al respetable, destellos de lucimiento fueron los que plasmó y que después coronó con la espada, por lo que cortó la primer oreja del festejo.
El segundo de su lote fue un toro complicado con el que nuevamente El Conde tuvo ese extra de valerosidad, y disposición, con el capote se dibujó por verónicas y con las banderillas hizo gala de su variedad pues sentado sobre una silla esperó al toro para colocar banderillas cortas y al quiebro, sin embargo no tuvo éxito en los tres intentos, cerró con mucho garbó con un par de poder a poder. Con la muleta tuvo poca tela de donde cortar retirándose en silencio.
El Chihuahua también tuvo dos toros que si bien no tuvieron el brío necesario, sí le permitieron hacer gala de sus facultades, de su sobrada inventiva, y sobre todo de ese entusiasmo que siempre le imprime a cada uno de sus tardes.
La afición de Tlaltenango se entregó de principio a fin al torero del Estado Grande, que con su primero fue espectacular con las banderillas en tercio que compartió también con El Conde y Antonio Romero. Con la muleta estructuró una faena de mucho pundonor, toreando con gusto ante un toro al que había que dejarle la muleta para poder alargar cada trazo. Con la espada estuvo certero llevándose sin miramientos las dos orejas que concedió el juez de plaza, Antonio Sandoval, quien estuvo asesorado en el biombo por Salvador Santillán y Antonio de Luna Vela.
Con el cuarto de la tarde, y segundo de su lote, El Chihuahua se disfrutó con el capote y también con las banderillas, demostrando que es un torero completo que sabe plasmar en cada tarde un sello distintivo; con la muleta toreó por ambas manos y aunque el toro era de poco recorrido, el atlético diestro sacó cada gota que el de San Marcos le pudo dar. Despachó al segundo viaje y se llevó una merecida oreja.
El zacatecano Antonio Romero tuvo una tarde destacada sobre todo por el pundonor que le puso a sus dos faenas, con su primero estuvo asentado, mostrando esa técnica que el propio toro y el tiempo le han dado.
A su primer toro lo saludó con cadencia con el percal para después dibujarse con un quite por tafayeras. El segundo tercio lo compartió en un duelo de banderilleros con El Conde y El Chihuahua, lo que puso aún más sabor a la tarde. En el último tercio el toro demostró ser incierto, salía con la cabeza arriba y se revolvía, pero Romero estuvo a la altura dejando momentos interesantes desde el inicio con dos cambiados por la espada, además con la diestra firmó tandas de recorrido, con la espada acertó hasta el segundo viaje retirándose entre palmas.
“Chuyin” fue el dije con el que Romero cerró plaza, un toro que al principio no tuvo emotividad y que incluso no peleó con la fuerza necesaria en el caballo, sin embargo, después de banderillas cambió y en la faena el torero de la tierra pudo gustarse y además disfrutarse.
El toro tuvo emotividad con la muleta y fue repetitivo, además de que fue franco por ambos pitones, el sito fue importante además de la manera en que entendió al toro y lo fue llevando, culminó con manoletinas y bernardinas una labor completa; la faena creció y el respetable solicitó con fuerza el indultó que fue concedido, convirtiéndose así en el quinto indulto concedido en la plaza tlaltenanguense.
Al término del festejo, tanto Antonio Romero como Antonio García compartieron el trofeo disputa; ante el júbilo de la afición el torero zacatecano fue paseado en hombros.