Un brindis con olor a nuevo
El empresario y ganadero Armando Guadiana, entusiasta promotor de la Fiesta en el norte del país, concretamente en Saltillo y regiones circunvecinas, está feliz de la vida del brindis que le hizo recientemente el matador Arturo Macías en Monterrey. Lo curioso fue que la dedicatoria de la muerte de ese toro de Fernando de la Mora no culminó con la muerte del burel, pues fue indultado por el torero hidrocálido. Y polémicas aparte, de si merecía o no el perdón el morito de don Fernando, lo cierto es que esos brindis le traen mucha suerte a Macías, que seguramente recibirá un regalazo de parte de don Armando, hombre generoso que no se anda con rodeos a la hora de sacar la chequera. Cabe recordar que de un brindis anterior, llegó a "Agüitas" una flamante "furgoneta" pa´ la cuadrilla –como dicen los hispanos– que ya debe de andar en los 180 mil kilómetros, y quizá bien valdría la pena renovar ya este vehículo más que utilitario para que vuelva a oler a nuevo.
El Pana ya se puso los tenis
Aunque estuvo a punto de colgarlos, el mítico Rodolfo Rodríguez “El Pana” ha vuelto a calzarse los tenis, esos blancos de lona –no sé si todavía sean aquellos "Faros" con los que recorría la legua–, pero el caso es que el torero de Apizaco ha vuelto a entrenar en la Monumental que lleva su nombre –aunque le cale a El Zapata– lo que significa que, afortunadamente, su estado de salud evoluciona. Y dicen por ahí que algunos empresarios ya le hablaron a su apoderado, Salvador Solórzano, para conocer, de primera mano, o a veces de segunda, cuando El Pana se le esconde, cómo se encuentra el veterano diestro tlaxcalteca. Ojalá que vuelva a torear muy pronto, y que aquella tarde aciaga de Aguascalientes, cuando casi la palma, El Brujo se ponga el de foquitos otra vez para beneplácito de sus miles de seguidores.
Guerra sucia en la línea equinoccial
Como ya se sabe, el maestro Julián López "El Juli" va a torear una encerrona en Latacunga, un pueblito bicicletero que está situado a unos 90 kilómetros al sur de Quito, y lo hará –¡qué casualidad!– el viernes 30 de noviembre, precisamente un día antes de que comience la Feria del Jesús del Gran Poder en la plaza de la capital, misma a la que no ha ido a torear desde hace varios años, dicen por ahí que porque "se trepó" mucho en sus honorarios y a la empresa no le latió ese plan. Total, que ahora El Juli ha comentado que no va a Quito porque ahí no se pueden matar los toros y en Latacunga sí (en ese municipio no hay prohibición, por cierto). Al final, lo mismo de siempre. La guerra sucia está adentro. En la línea equinoccial se trata de José Luis Cobo, el empresario de Latacunga en contra de los hermanos Salazar, gestores de la Monumental. Y hablando en términos gastronómicos: "Se mastican, pero no se tragan". En medio está El Juli, que sí va a Latacunga porque seguramente le dan la "luz" que pide, como decía el Cieguito Muñoz. Nada nuevo en este mundillo cruel, y a veces veleidoso, que es el de los toros.
"En casa del herrero…"
El reciente festival de los médicos que tuvo lugar en la monumental de Zacatecas, dio pie a una chusca situación que casi nadie esperaba. Resulta que al final de la pachanguita en la que tomaron parte varios aficionados prácticos y algunos becerristas, el muchacho Rodolfo Martínez sufrió una fuerte voltereta y se lesionó una rodilla. De inmediato fue conducido a la enfermería de la plaza. Y… ¡oh sorpresa! Estaba cerrada a piedra y lodo y nadie tenía las llaves, pues a pesar de que había un chorro de médicos en el tendido, no estaba el doctor Raúl Cabral, que es el jefe de los servicios médicos del coso. ¡Y tampoco había una ambulancia! Así que aquello de la urgente “atención médica” fue un fracaso. El torerillo tuvo que ser atendido en pleno suelo –seguramente frío como el clima de esta bella tierra de piedra y corazón de plata– por un médico que se acomidió. Bien dicen por ahí que "en casa del herrero, azadón de palo".
De restaurantero a juez de plaza
Esa sí que ha sido una noticia chistosona, la meritita verdá. ¿El qué? Que el aficionado Arnulfo Martínez, morantista de corazón, barrerista por convicción, y muy barrista (por su chamba de restaurantero, claro está), ahora será el nuevo juez de plaza en "El Nuevo Progreso" de Guadalajara. Por ahí dicen que alguien dijo: "No sé si reír o llorar". ¡No es pa' tanto, hombre! Hay que concederle el beneficio de la duda al buen Arnulfo, y a ver qué Dios dice. Total, ya alguna vez ha habido otros jueces express, como el colega Genaro Amador, al que un ocurrente presidente municipal al que daba palo tras palo, en un programa de radio le espetó: "Bueno, don Genaro, qué le parece que usted sea el juez para que así ponga orden y componga todo lo que critica". Dicho y hecho, el combativo periodista aceptó el reto y presidió dos o tres corridas. Claro, no pasó nada relevante. A ver ahora que ocurre con este flamante nombramiento.
Los botos que "volaron"
Manolo Ríos, el entusiasta corresponsal de esta casa en Ciudad Juárez, no lo calienta ni el sol. Resulta que hace algunos meses, su querido amigo Efrén Acosta "El Loco", le regaló unos cortes españoles de unos botos camperos y los mandó a Tlaxcala, por sugerencia de Eva Espinosa, para ser arreglados con un tal señor Rosales, al que Manolo envió su respectiva "corta" para pagar tan significativa chamba. Los botos quedaron a todo dar (hasta foto les tomó Eva y se la mandó por mail a "Manu", como le decía cuando todavía le hablaba). Sin embargo, el envió de los dichosos botos nunca llegó a la frontera, no obstante que Eva asevera que ya se fueron. Posiblemente, los mandó a pie, porque después de varias semanas, el pobre de Manolo aún no los recibe. Me parece que la bloguera tlaxcalteca le dio coba, sin aludir a la presente, de ninguna manera, y los botos deben de andar, pero ya con mucho polvo recogido en las tientas de las ganaderías tlaxcaltecas. A resignarse Manolillo, y a elegir mejor a tus "amigos" en Facebook, pues no todos los taurinos suelen ser tan honrados y nobles como tú. Ánimo, compañero.