Un día como hoy, 3 de octubre, pero del año 1982, Julián López Escobar vio la primera luz en Madrid, y tres décadas más tarde está convertido en uno de los toreros más importantes de la historia, con un impresionante palmarés de corridas y triunfos, que representan un gran logro en su brillantísima carrera.

A lo largo de todo es tiempo, y desde que se puso delante de una becerra, el día de su Primera Comunión, el torero madrileño ha mantenido su afición a tope. Esta actitud seria y profesional le ha permitido mantenerse en la primera fila prácticamente desde que tomó la alternativa en Nimes, el 18 de septiembre de 1998. Se dice pronto, pero 14 años en la cumbre son muchos.

El Juli ha conseguido casi todo en el toreo, así como el reconocimiento de las figuras de su tiempo y de la afición del planeta de los toros, que siempre lo ha visto como un superdotado capaz de resolver cualquier eventualidad, dentro y fuera de los ruedos, y sorprender en los momentos más inesperados.

Y para muestra de esta afirmación, queda como ejemplo lo que ocurrió el pasado 8 de junio en la plaza de Granada, donde, imposibilitado para dar muerte a un toro con la mano derecha, tras haber sufrido una grave luxación del hombro, cogió la espada con la zurda y despenó al ejemplar de Benjumea con gran facilidad, lo que representó una gesta que quedará para el recuerdo.

Asimismo, fuera del ruedo, y en un afán de reivindicar sus derechos de imagen y la de muchos de sus compañeros, la temporada 2012 ha sido una de las más complicadas para El Juli en los despachos, debido al veto que le han impuesto varios empresarios de plazas importantes. A pesar de ello, la respuesta del torero de Velilla ha sido contundente porque ha seguido llevando el peso de la campaña -como lo ha hecho durante muchos años, casi siempre en solitario- demostrando su valía cada tarde, en cada toro, en cada plaza.

Y por si fuera poco, El Juli también ha enseñado que su techo sigue alto. Su concepto integral de la tauromaquia se convierte en una lección de toreo cada tarde de toros, al margen de que todavía algunos despistados traten de negarle méritos a este predestinado, un torero que, al cabo de los años, la historia terminará por hacerle justicia.