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El gozo se fue al pozo en la "Santa María" (fotos)

Viernes, 28 Sep 2012    Querétaro, Qro.    Raúl Magos | Foto: Juan Noguez          
Silveti se esforzó y realizó la faena más destacada de la noche
La primera noticia del festejo fue extraordinaria: Gran ambiente -como hacía tiempo no se veía en la Santa María-, para presenciar este original mano a mano… aunque después, avanzaba el festejo, y como se dice coloquialmente, "el gozo se estaba yendo al pozo". Hubo detalles interesantes durante los cinco primeros astados, pero faltaba esa rotundidad, –y unanimidad por supuesto- que sólo un toro con presencia y buen juego podía transmitir al tendido y amalgamarse con la calidad de los alternantes de la corrida.

Y tal momento llegó hasta el sexto del festejo, tercero en el lote de Diego Silveti y que a la postre sobresalió como el más completo del encierro de La Estancia. Lo recibió Diego con lances a pies juntos, alternando unas lucidas chicuelinas que despertaron, ahora sí, el entusiasmo en la plaza.

Tras el tercio de varas y un gran quite por gaoneras que levantó el entusiasmo, comenzó Diego su faena de muleta por estatuarios en el centro del ruedo, pasándose al toro por la espalda antes de rematar este vibrante inicio de trasteo. Para ese momento la plaza al completo estaba puesta en pie, anhelando que la faena siguiera por ese derrotero.

Con el paso de la faena el toro quiso rajarse, y Diego, con cabeza clara, lo sacaba a los medios para evitar que la faena decayera, alternando muletazos que mantuvieron el interés para después dejar la mesa puesta para la estocada tras un gran epílogo por bernardinas. Lamentablemente dejó un espadazo algo atravesado que no surtió efecto, tras lo cual hubo un intento de descabello y otro espadazo que ahora sí entregaron al toro a los servicios del puntillero. Salió a saludar al tercio, aunque se antojaba lo realizado para una vuelta al ruedo que sorprendentemente la gente no pidió.

Los otros dos astados que le correspondieron en el sorteo no le permitieron alcanzar el triunfo. Su primero, que fue áspero, terminó rajado, mientras que al cuarto había que encelarlo ya que resultó aplomado. La gente le despidió cariñosamente al terminar la corrida.

Por su parte, a Enrique Ponce se le exige como primera figura que es, y con razón. Fue el causante del entradón y en esa misma medida la gente espera ver recompensada la adquisición de su boleto. Conserva un importante tirón de taquilla, y quizás convendría que su administración lo tuviera en consideración para futuras comparecencias por estas tierras, sobre todo para no "matar a la gallina de los huevos de oro"; es decir, a la afición que ha quedado claro que aún le considera un ídolo.

¿Por qué debiesen tomar en cuenta lo anterior? Porque el primer toro –nada más empezar la corrida– tuvo que ser regresado por su falta de presencia, discordante con la categoría del cartel y de la plaza. También porque la faena más completa del maestro valenciano fue ante el tercero del festejo, y lamentablemente ésta no tuvo la trascendencia que se hubiera deseado por las constantes protestas de la gente ante lo que consideraron un astado indigno para su categoría. ¿A alguien de su entorno le gustaron los gritos de "¡novillero!" que se escucharon en la plaza?

Su primero, un sustituto de la ganadería de Marrón, le permitió hacer lo más destacado con el capote de su actuación en un sedeño saludo a la verónica, aunque después en la muleta el burel fue de más a menos, permitiendo solo algunos pasajes buenos por derechazos. En cuanto al tercero, al que se hacía referencia anteriormente, resultó obediente a los toques y con cierta clase, aprovechada al máximo por la muleta del maestro de Valencia hasta que comenzó a rajarse, faena acompañada de las protestas y culminada de media estocada y varios descabellos, para escuchar palmas y un aviso.

El quinto del festejo tuvo mejor presencia que los anteriores, aunque en cambio tuvo menos prestaciones para el lucimiento, ya que nunca fue entregado a los engaños, cortando el viaje y haciendo extraños. Como no podía ser de otra forma terminó rajado, y para complicar el escenario no estuvo Enrique Ponce muy acertado con los aceros, para escuchar otro aviso.

Tratando de congraciarse con la afición regaló un séptimo, también de Marrón, aunque éste no tuvo transmisión y no le permitió a Enrique que la faena alcanzase altos vuelos, solo detalles, y eso sí, mucha voluntad, que le sería reconocida tras fallar nuevamente con la espada. Fue despedido al terminar la corrida sin la rotundidad de otras tardes, y con alguna que otra protesta.

Por ello, permítaseme una reflexión personal: Corría la faena del tercero del festejo, y mientras la gente protestaba, con ademán gráfico el maestro valenciano decía: "¿Y qué quieren que haga?". Pues algo tan sencillo como ordenar a su gente que le traigan toros con el trapío acorde al caché de cada plaza.

Deja un sentimiento extraño que, ante corridas así, donde queda demostrado que la Fiesta tiene interés, la gente que llenó la plaza quede con la sensación de haber recibido menos de lo que esperaba. Y si bien hay cosas que no se pueden anticipar, como el juego de los toros, sí la presencia. Gran iniciativa de la empresa al confeccionar el cartel, expectación a tope, la plaza llena… "¿Y los toros, apá?"

Ficha
Plaza "Santa María". Corrida extraordinaria. Lleno en noche con ligera lluvia por momentos. Cinco toros de La Estancia, disparejos en presentación y escaso juego en su conjunto, salvo el 4o. y el 6o., que fueron los más potables. Y dos más de Marrón (1o., sobrero sustituto de uno del hierro titular, devuelto por chico, y otro, 7o., lidiado como regalo), manejables. Pesos: 475, 472, 467, 483, 487, 489 y 465 kilos. Enrique Ponce (grana y oro): Palmas, palmas tras aviso, palmas tras aviso y palmas tras aviso en el de regalo. Diego Silveti (nazareno y oro): Palmas, palmas y ovación. Incidencias: Destacaron en banderillas Christian Sánchez y Gustavo Campos. El festejo terminó a las 23:30 horas.

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