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Desde el barrio: Buscando las tablas

Martes, 11 Sep 2012    Madrid, España    Paco Aguado | Opinión   
La columna de este martes
A la temporada española le queda todavía un mes de vida. Pero, como muchos de esos toros que tanto han abundado estos meses, parece desfondada justo cuando debería estar dando lo mejor de su juego, buscando las tablas para echarse antes de tiempo.

El mes de septiembre, con la entrada en vigor de la  nueva subida de impuestos, es una empinada cuesta que el toreo no va a poder coronar con un mínimo de aliento. Los festejos reducidos al máximo, las novilladas arrasadas, los desfasados precios de las entradas, las plazas a medio llenar, o a medio vaciar, las deudas acumuladas, las pérdidas multiplicadas, unas corridas de escaso juego, varias figuras cansadas y pocos triunfos rotundos que compensen de tanta grisura dibujan el panorama de tierra quemada de este final de campaña.

Para colmo, la empresa Serolo se acaba de descolgar con unos carteles para la feria del Pilar… difíciles de calificar, que coincidirán en su arranque con una Feria de Otoño madrileña de muy escasos atractivos y, deberían, en su final solaparse con los de Jaén, donde de momento no hay ni empresas. Es decir, que la temporada no parece que vaya a terminar a lo grande. Y en eso sí que mantiene la coherencia de principio a fin.

Mientras tanto, El Juli sigue tomándose demasiado a pecho eso de "tirar del carro", de echarse la temporada a las espaldas. Y si no ceja, junto a otros compañeros, en tomar loables iniciativas de defensa del espectáculo, en fomentar la entrada de los jóvenes a las plazas y liderar la vuelta de los toros a Televisión Española, esa actitud febril se traduce en el ruedo en un faenar marcado por la ansiedad. A estas alturas de su carrera, un figurón con quince años de alternativa debería disfrutar y hacer disfrutar más y mejor de su toreo. Y con un toro de más entidad.

Pero tanto es así que, en medio de esa vorágine de "responsabilidad", Julián acaba incluso de meterse solito en una extraña polémica con periodistas franceses en el pantanoso terreno de twitter, ese patio de vecindad donde a algunos taurinos fascinados por el botoncito de su teléfono les ha dado por lavar la ropa sucia a la vista de todos. Extraños tiempos taurinos estos en los que el sentido común sucumbe a la electrónica.

Pero es lo que hay: el toreo se analiza ahora en el foro de las redes sociales, donde se refleja el estado de la cuestión: un caos de intereses, una ceremonia de la confusión, un barco sin rumbo en medio de la tormenta, un río revuelto con demasiados pescadores buscando inexistentes ganancias. Todas las frases hechas son ilustrativas.

A algunos grupos de aficionados y periodistas –casi siempre a la espera de la palmadita en la espalda o el mendrugo de pan– creen que la salida a la crisis está en el más ingenuo triunfalismo, en el todo vale, incluso en esa corrida de Victoriano del Río impropia para un día tan decisivo como el de la televisada de Valladolid.

En cambio, a otros, no menos ingenuos pero más "puros", todo les sigue pareciendo fraude y engaño, siembran el derrotismo y buscan la regeneración en antiguos ejemplos que nunca existieron. El eterno guerracivilismo de los españoles, el de los apocalípticos e integrados del toreo, reflejado ahora en "tabletas", iphones y blackberrys.

Sobran nerviosismo y polémicas, faltan ideas y hay demasiados frentes abiertos: el interior, el de los graves problemas económicos de base, y el exterior, el de los ataques antitaurinos, el de los medios de comunicación a la caza de imágenes truculentas, el de las calumnias sobre falsas subvenciones millonarias a la Fiesta que nadie es capaz de atajar con la contundencia necesaria.

El toreo en España se está jugando su futuro en plena crisis, buscando una salida airosa sin que nadie, en éste sálvese quien pueda, haya dado todavía con las claves ni se haya parado a buscarlas. Últimamente, parece que todos coinciden en la necesidad urgente de un consenso entre las partes, de una reunión de estamentos que aclare la situación y analice las posibles soluciones. Pero nadie ha dado aún el paso adelante y, en esta situación de emergencia, cada mes que pasa es una palada de tierra más en la fosa.

Son los empresarios los que, off the record, parecen más interesados en llevar pronto a cabo estas reuniones, acosados por las pérdidas económicas. Sólo que, de momento, su única solución, la más obsesiva, para reducir costes parece que siguen siendo los recortes a las pocas figuras que aún ganan dinero y a los banderilleros y picadores, los únicos profesionales del toreo con conciencia de tal a los que les está saliendo mucha gente sospechosamente interesada en demonizarlos.

Mientras la temporada agoniza en sus propios errores, más que agudizar el ingenio para salir de la crisis las empresas están afilando las tijeras para cortar por lo sano. Las pretendidas reuniones entre estamentos taurinos de este invierno pueden ser una carnicería.


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