Diego Ventura e Israel Téllez compartieron la salida a hombros al finaliza la corrida extraordinaria celebrada en Puebla, donde también tocó pelo el joven matador Angelino de Arriaga, que esta noche estrenó la alternativa que recibió el pasado 22 de octubre en Tlaxcala.

El breve receso que tuvo Ventura antes de reaparecer en nuestro país no le ha afectado, si el miércoles se vio bien en Tlaxcala, hoy dio la impresión de andar más a gusto; así, con el que abrió plaza que embistió con celo de salida, le vimos sobre "Chocolate" templar toreando a la grupa antes de clavar dos rejones; con Revuelo preparó las banderillas cabalgando una vuelta completa de costado sin que le tocara la cabalgadura.
 
Los bamboleos de "Remate" gustaron, y sobre todo cómo salió de una banderilla templando la embestida estupendamente, para luego cerrar con tres banderillas cortas al violín. Pinchó con el rejón de muerte pero lo ahondó barrenando para que cayera el toro, lo que ocurrió entre algunas protestas por la concesión de una oreja.
 
El colorado corrido en cuarto turno tuvo menos codicia que el otro, sin embargo Diego volvió a entusiasmar sobre todo a lomos de "Nazarí", con el que la armó nuevamente toreando de costado, clavó un par a dos manos y luego cerró con cortas; después de pinchar dejó el rejón contrario que hizo doblar y lo premiaron con un apéndice.
 
Frenándose empezó el segundo que correspondió a Israel, y lo pusieron varias veces al caballo, todas las ocasiones se dolió al castigo mientras arreciaban las protestas del público, que le reclamó fuertemente al piquero por tapar la salida. Israel trató de sujetarlo y cuando lo logró engarzó ayudados con la diestra; se empeñó en llevarlo a los medios para torear con la izquierda, cuando lo indicado era seguir por el mismo lado derecho, por fallar repetidas ocasiones con la toledadna en su honor sonaron los pitos.
 
Escaso lucimiento alcanzó con la capa y a petición del respetable clavó banderillas; de rodillas en los medios ligó tres muletazos con la diestra, buscando la emoción que el astado no tenía, la faena transcurrió con cierta monotonía que se rompió cuando el torero echó nuevamente las rodillas a la arena; incorporado realizó copia de la poncina, en fin fue una faena larga y tediosa pero como le metió la espada y el burel se entregó enseguida, se ordenara la entrega de dos orejas.
 
Mientras daba la vuelta al ruedo le tiraron cinco botas de vino, el torero se pegó un arrimón con ellas animando al público junto con sus banderilleros a contarle los tragos, en un detalle que al ser en público, deja mucho que desear por el respeto que debe existir hacia el traje de luces y la profesión, pero como se lo festejaron, pues venga.
 
El tercero fue de escasa presencia, ante él Angelino de Arriaga se estiró en las verónicas y dibujó chicuelinas girando con garbo; templó en ayudados bajando mucho el engaño, las dosantinas y particularmente los remates de trincherilla con la zurda, tuvieron un toque personal que la gente saboreó, de manera que cuando hundió el estoque en su totalidad, ondearon los pañuelos para que le concedieran la primera oreja como matador.
 
El sexto de embestida suave permitió que el novel espada se entonara ligando series por ambos lados; recurrió a los desplantes y junto con el acompañamiento musical fueron aceptados; dejó una estocada honda y un golpe de descabello para escuchar palmas.