El descastamiento del encierro de Reyes Huerta dio al traste con la primera corrida de la Feria de Tlaxcala, en la que José Luis Angelino y Alejandro Talavante cortaron sendas orejas, durante la tarde de la alternativa de Angelino de Arriaga, en la que brilló la entrega de lo toreros.

Con la responsabilidad de ser primer espada y el compromiso que representaba ser padrino de su hermano, José Luis salió animoso y decidido, y  se fue a los medios para recibir a su primero con una larga de rodillas. Después llevó el toro al caballo con chicuelinas al paso. Sus pares de banderillas se le aplaudieron y tras la sentida devolución de trastos con su hermano menor, llevó con pulso al castaño por el pitón derecho en una faena entonada. Al final ejecutó un soberbio espadazo haciéndose merecedor de un apéndice que el juez tardó en conceder.

El cuarto de la tarde fue un ejemplar trotón de salida a pesar de lo cual José Luis instrumentó templadas verónicas y más tarde hizo un quite por saltilleras en el quite cambiando el viaje del toro. Cogió nuevamente las banderillas, cayendo peligrosamente en la cara del toro antes de clavar un par, por lo pesado del piso que es urgente arreglar ya que segundos más tarde, le ocurrió lo mismo a su banderillero José Luis Castañeda. La labor del diestro transcurrió entre su voluntad y la falta de emoción del astado. Escuchó palmas tras señalar dos pinchazos antes de la estocada definitiva.

El tercero del festejo marcó la presentación de Alejandro Talavante en este coso, así como el arranque de su campaña en ruedos mexicanos. El extremeño tuvo enfrente un animal gordito muy pobre de cabeza con el que se recreó lanceando a pies juntos. Breve fue el castigo en varas y gracias a ello la faena duró más, manifestándose el temple del hispano que recibió la respuesta del respetable. Seguramente la colocación trasera de la espada influyó para que la concesión de la oreja no fuera inmediata.

El de mejor presencia fue un berrendo aparejado corrido en quinto turno y nos hizo concebir esperanzas en un principio. Sin embargo, pronto dejó ver su poca casta. Talavante estuvo muy entregado y de pronto fue desarmado un par de ocasiones, por lo que al rematar una serie no pudo ocultar su descontento. Pinchó antes de la estocada y cuando acertaba en el primer intento de descabello sonó un aviso seguido de palmas del público, que vio con agrado su actitud.

Bien jugó los brazos Angelino de Arriaga en el toro de la alternativa. Ésta fue una ceremonia de mucha emotividad en la que los Angelino se fundieron en un cariñoso abrazo. Las lágrimas de ambos brotaron en sus mejillas y la ovación del público subrayó el singular momento. Es la primera vez en la historia taurina del Estado de Tlaxcala que un matador de toros confiere el doctorado a un hermano.

El nuevo matador de toros anduvo desenvuelto en una faena bien estructurada, fundamentada por pitón derecho, en la que hubo sabrosos remates y distintos adornos. A la hora de matar colocó dos pinchazos arriba y estocada caída que le impidieron un premio mayor que la ovación que escuchó sobre las rayas del tercio.

Volvió a torear bien con el capote en el sexto, acompañándo con la cintura en las verónicas y meciendo la tela con armonía. Brindó a la concurrencia un trasteo templado, de gran voluntad. También nos regaló un trincherazo con solera que arrancó el clamor de la gente. Al fallar con los aceros transcurrió el tiempo reglamentario sonando un aviso y luego alentadoras palmas para este joven espigado que pasa a formar parte de la nueva generación de toreros jóvenes mexicanos con proyección.