Con un gran ambiente en los tendidos, y la presencia de varios gobernadores electos (Mariano González, de Tlaxcala y Carlos Lozano, de Aguascalientes), que acompañaban al flamante gobernador de Zacatecas, Miguel Alonso Reyes, se celebró la tercera corrida de feria.
En medio de esta expectación salió Eloy Cavazos a recibir un sentido homenaje en un escenario donde triunfó muchas tardes a lo largo de su brillante carrera.
Rafael Ortega enfrentó en primer término a un ejemplar bajo, que no se entregó en ningún momento, pues embestía rebrincado y a veces echaba las manitas por delante. Sin embargo, el tlaxcalteca trató de agradar hasta en el tercio de banderillas, que cubrió de forma intermitente. Más tarde, hizo una faena breve que no pudo rematar debidamente con la espada, pues mató de un pinchazo hondo al que siguieron varios golpes de descabello.
En el cuarto, un toro cárdeno claro y nevado de los cuartos traseros, Ortega volvió a demostrar que quería sacarse la espina de la bronca que el formaron la tarde anterior por negarse a banderillear, y salió a por todas desde que se abrió de capote, pues ejecutó una larga cambiada de rodillas al hilo de la tablas.
Volvió a coger los palos con el entusiasmo que le caracteriza y clavó dos cuarteos con gran facilidad y cerró el tercio con un par al violín que despertó al público de aquella distracción en la que había caído tras la muerte del tercer toro de la corrida.
El toro llegó sin fuerza y transmisión a la muleta, y aunque Ortega le buscó las vueltas, y se afanó por entusiasmar al público, el trasteo no tomó vuelo. Los alardes de rodillas, y un desplante arrojando los trastos a la arena, fueron el final de una labor que remató de pinchazo y buena estocada.
Fernando Ochoa se mostró solvente con el segundo de la tarde, un toro que fue un tanto flojito de salida pero se afianzó poco a poco y terminó embistiendo con soltura, no obstante que desplazaba 550 kilos. La faena del moreliano tuvo estructura y pasajes interesantes, de los que sobresalieron un par de series de redondos que remató de sendos martinetes, con excelentes pases de mano incluidos que le fueron muy ovacionados.
Cuando se perfiló a matar, Ochoa tenía claro que podía cortarle la oreja y se tiró a matar con decisión, ejecutando una estocada limpia y eficaz que le valió el corte del primer apéndice del festejo.
El quinto era un dije, y por eso lo enlotaron, y muy bien, con el segundo, que era alto y de mayor tonelaje de la corrida. Y embistió de salida con mucha movilidad al capote de Fernando Ochoa, que disfrutó mucho una lidia en la que brilló la faena de muleta, pues tuvo momentos muy buenos pues el de Reyes Huerta embestía con temple y suavidad, en medio de la alegría de un público que vio con agrado la labor del michoacano. Cuando ya le tenía cortada la oreja, el toro se distrajo en el momento en que Ochoa se fue detrás de la espada y señaló un pinchazo antes de colocar una estocada entera, un tanto trasera que obligó a doblar al toro. Para entonces, y tras la torpeza del tiro de mulillas, los ánimos se enfriaron y ya ni al tercio sacaron a saludar a Fernando, que lo merecía.
Ignacio Garibay dejó detalles de calidad delante del tercero, un toro deslucido que huía de la muleta. El capitalino lo toreó en ese terreno sin hostigarlo, pero era tan poco el fondo de bravura del ejemplar de Reyes Huerta que la faena no pudo prolongarse. A la hora de entrar a matar colocó una estocada perpendicular y contraria que no hizo mella en la vida del toro, y como tardó en descabellarlo, escuchó dos avisos.
El sexto tenía peligro sordo y Garibay intentó por distintos medios meterlo en vereda. La gente, que todavía no terminaba de romper del toro, miró detenidamente una faena en la que el capitalino insistió, en distintos terrenos, y con distinta suerte, realizar pases variados, como fueron las dosantinas finales o los desdenes. Y así pisó terrenos comprometidos una y otra vez pero sin demasiada fortuna, pues el de Reyes Huerta se acobardó.
Zacatecas, Zac.- Tercera corrida de Feria. Menos de tres cuartos de entrada en tarde fresca, con algunas ráfagas de viento. Toros de Reyes Huerta, disparejos en presentación, de poco juego en términos generales, de los que destacaron 2o. y 5o., por su nobleza, aunque no tuvieron mucha duración. Pesos: 478, 550, 529, 525, 455 y 502 kilos. Rafael Ortega (azul rey y oro): Silencio y ovación tras petición. Fernando Ochoa (azul rey y oro): Oreja y ovación. Ignacio Garibay (lila y oro): Silencio tras dos avisos y silencio. Al finalizar el paseíllo se rindió un homenaje a Eloy Cavazos, que dio una aclamada vuelta al ruedo. Destacó en varas Héctor Cobos, que picó bien al 5o.