Terminó San isidro, con su inevitable sarta de polémicas y su enjambre de contradicciones. ¿Nombres? ¿Faenas? ¿Ganaderías? ¿Altas y bajas en la bolsa de valores taurinos? Sí, pero no solamente. Sí, pero en medio de mucha agitación y trifulca. La fiesta, sí, pero con sus altas y bajas, su destemplanza y desconcierto.
Para bien, la certeza de unos tendidos más llenos que nunca (13 carteles de "No hay billetes", récord absoluto), algunos toros realmente notables, y puntuales obras toreras de valía, entre otras que no rebasaron el término medio. Para mal, la por varios motivos cuestionable cartelería y el tremendo bajón ganadero que dominó esta vez el ciclo isidril, tan esperado siempre.
El "7" y los demás
Desde luego, San Isidro, en sus términos actuales, es una anomalía sin aparente solución. Y su primera víctima es el buen juicio, pues resulta imposible hasta para el más ecuánime mantenerlo a lo largo de un mes a dieta diaria. Quizá por eso, conforme se acercaba el final de la larguísima serie, iban multiplicándose los dislates y aberraciones procedentes del palco de las autoridades, que se supone reúne a la quintaesencia de las sabidurías taurina y veterinaria. Ese elevado juicio crítico que, al margen de lo oficial, se arroga para sí el famoso tendido "7", autoerigido en guardián supremo de la pureza y depositario del santo grial que hace de Las Ventas la más alta basílica del toreo.
Ese mismo "7" que transitó sin remordimientos de la exigencia a la intransigencia, casado con su fantasiosa conjunción de toreo ligado con toreo cruzado, algo físicamente imposible mientras no se demuestre lo contario. Y que, para colmo, reclama a base de palmadas y pititos de un modo cuidadosamente selectivo, sabiendo muy bien cuándo, cómo y con quién.
A su lado, impertérrita, la concurrencia mayoritaria va acumulando cansancio conforme pasan los días con más paciencia que ojo clínico; se trata de una variopinta mezcla de exhibicionistas en busca de escaparate con aborregados snobs y curiosos de ocasión, integrando entre todos esa amorfa mixtura frente a la cual cuentan cada vez menos los buenos aficionados madrileños, que son, sin embargo, quienes suelen encabezar la respuesta sanamente espontánea ante los mínimos chispazos de arte o las francas explosiones de torería, que por cierto escasearon esta vez de un modo preocupante.
Cinco buenos encierros en mal año ganadero
Dentro de un generalizado descenso de la bravura, la casta y la clase se colaron media docena de ejemplares realmente notables, sumados a unos cuantos más que lograron salvar el decoro de sus respectivos hierros. Como encierros que hayan aportado cuando menos tres toros aprovechables –también por hechuras, lo que no suele ser casual– hay que destacar los de Fuente Ymbro (15-05), La Quinta (17–05), El Torero (22-05), Santiago Domecq (31–05) y Garcigrande (09-06). Sin olvidar la novillada de Fuente Ymbro, brava y con mucha movilidad (21-05) y una corrida de rejones de El Capea (18–05) de tal manera irreprochable que, considerando el desalentador saldo ganadero de la larguísima serie, valdría la pena preguntarse por qué no se lidian ya los hierros de la familia de Pedro Gutiérrez Moya en festejos con matadores.
El resto, descontando aislados astados de distinguido comportamiento, fue un muestrario a la baja, desde el decepcionante encierro de Alcurrucén que abrió la feria hasta la bueyada de Román Sorando que la cerró. Si uno suma, al vuelo de la memoria, los 24 astados de las dos divisas que duplicaron su presencia en el ciclo –Alcurrucén y Victoriano del Río– apenas da para un encierro completo. Y de las tres corridas consecutivas armadas en torno a los temibles toros grises de procedencia Albaserrada –Escolar, Victorino y Adolfo Martín– solamente unos cuantos bureles estuviera a la altura de lo esperado, ya por lo vivaz de su temperamento, ya por su encastada nobleza.
Un "Dulce" para el recuerdo y otros astados sobresalientes
El cuadro de honor debe encabezarlo sin sombra de duda "Dulce" de Victoriano del Río (07-06), auténtico toro de vacas por el derroche de alegría, fijeza, rítmico son e infinita nobleza con que inundó la arena de Las Ventas, consagró a Borja Jiménez y lo catapultó a una puerta grande que parecía no iba a abrirse ya para ningún espada de alternativa (antes las habían conseguido el novillero Jarocho y los rejoneadores Guillermo Hermoso de Mendoza y Diego Ventura); candidato a indulto en cualquier otra plaza, “Dulce” no recibió del obnubilado presidente la vuelta al ruedo póstuma que incuestionablemente merecía.
Dos toros notables cayeron en manos de Alejandro Talavante, "Rebeco", de Juan Pedro Domecq (29-05) y "Tejonero" de Santiago Domecq, que sin enviar un encierro completo despachó otro burel de bravura seria y encastada, "Experto", que cayó en manos de un animoso Borja Jiménez que, lo mismo que Alejandro y al contrario del resto del elenco, se vio repetidamente favorecido por los sorteos.
A última hora –en la de Beneficencia de ayer– cerró plaza "Bromista", de Garcigrande, otro toro que reunía todos los atributos exigibles –bravura, fijeza, alegría, celo–, dentro de un encierro parejamente noble que, pese a la escasez de fuerza de un par de ejemplares, se debe contar entre los mejores (09–06). Semanas antes hubo un par de reses que por sus excelentes condiciones debieron irse sin orejas al destazadero, lo que no ocurrió por la falta de acople y lucidez de sus respectivos matadores, poco placeados ambos: "Bastonito" de Baltasar Ibán le correspondió a de Francisco de Manuel (12-05) y "Espadachín" a Álvaro Lorenzo (22-05) como quinto de un buen encierro de El Torero que incluyó otro toro de nota, "Embeodado", éste sí magníficamente aprovechado por David Galván.
Casta y bravura a cuentagotas
Hubo otros bovinos si no tan completos si dignos de mención, ya por la clase con que tomaban los engaños, ya por el brío y celo con que los perseguían. Permitieron hacer el toreo un par de toros de Alcurrucén de la tarde inicial –los primeros de García Pulido y Urdiales–, y si el Fuente Ymbro desorejado por Román fue un toro claro y noble, su segundo acusó una casta desbordante y el torero le plantó cara en gran forma (11-05); del mismo encierro resultó bravo, aunque no fácil, el que envió a la enfermería a Leo Valadez, y muy noble el segundo de El Fandi.
Parecida condición tuvieron cuando menos dos del primer encierro de Del Río –más apañado de presencia que el otro del mismo criador–, aprovechados a medias por Castella y Tomás Rufo (16-05), lo mismo que el de Puerto de San Lorenzo que desorejó Talavante (23-05). Y se medio dejó el de El Cortijillo con el que volvió a lucirse David Galván (30-05), aunque no tanto como el día de su faena-revelación con "Embeodado" de Ibán. Imposible olvidar la encastada calidad del quinto de un buen encierro santacolomeño de La Quinta al que a punto estuvo de desorejar Emilio de Justo (17-05), tarde en que le tocó a Perera otro, fiero y pronto, con el que pudo sobradamente.
Del buen hato de Santiago Domecq hay que lamentar que el lote de Uceda Leal no aunara a su calidad la fuerza necesaria (31-05), descontado que también incluyó dos de los mejores astados de toda la feria, los ya mencionados "Experto" y "Tejonero". Y después de la nula corrida de Escolar –ni dura ni nada–, Victorino despachó por lo menos dos con la casta viva que siempre se espera de él que desbordaron a Ureña y Borja, en vista de lo cual éste ordenó masacrar en varas al sexto para evitar que también se le viniera arriba, en tarde de mucho viento.
Viento y agua a raudales hubo al día siguiente, en que Adolfo Martín despachó un toro tan noble como mortecino –el segundo de Ferrera– y otro de espectacular arboladura y no poca fiereza para un épico Manuel Escribano (06–06). Saldría, por último, un pastueño sobrero colorado de Torrealta con el que Borja Jiménez redondeó su tarde de puerta grande (07-06).
Y como despedida, en la corrida de Beneficencia, Garcigrande despachó dos de triunfo seguro, el abreplaza castaño que para su desgracia pinchó Castella y el magnífico segundo, desorejado por Fernando Adrián.
Breve compás de espera
Desde luego que, independientemente de sus poco halagüeños resultados, una feria de tan largo metraje da para más de un breve comentario. Repasado el capítulo ganadero, se impone pasar al rubro de los logros toreros de San Isidro 2024, que a pesar de los dislates empresariales y el mediocre juego del ganado ofreció reconfortantes golpes de futuro.
Invito al amable lector a que nos acompañe a dar un vistazo a ése y algunos temas más en la entrega de la próxima semana.