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El comentario de Juan Antonio de Labra

Jueves, 08 Jun 2023    CDMX    Juan Antonio de Labra | Opinión     
"...el titánico esfuerzo que hacen los ganaderos para criar..."
A lo largo de la reciente Feria de San Isidro se lidiaron un par de encierros de nota alta, dignos de ser colocados en un cuadro de honor: el de Santiago Domecq, en la corrida del 31 de mayo, y el de Victorino Martín, del 5 de junio, fecha en la que concluyó el ciclo con la tradicional Corrida de La Prensa.

Además, cabe señalar que hubo varios toros muy importantes, no sólo en la tarjeta del sorteo de los dos hierros mencionados, lo que viene a apuntalar la realidad de la cabaña brava española en cuanto a la consistencia de su fortaleza genética, y el magnífico momento por el que atraviesa.

Porque de unos 15 años a la fecha, a partir de la crisis económica de 2008, la forzosa reducción de los hatos ha favorecido, tiempo después, a la calidad de sus toros, y eso es algo que ha permitido que el toreo haya dado un paso adelante y el toro bueno permite –a los buenos toreros, claro está– realizar faenas de un gran acabado que, en determinados casos, casi raya en la perfección.

De los 120 toros jugados en 20 corridas, incluidas las dos de rejones, se lidiaron un total de 56 cinqueños; es decir, un porcentaje del 46.6 por ciento. Este es un hecho que viene a reivindicar al toro, así como la dificultad para los ganaderos de ponerlo con esos kilos y esa seriedad, y cuando embiste con bravura y nobleza, su trabajo en el campo se justifica plenamente y adquiere un inmenso mérito.

Las dos únicas ganaderías que lidiaron cinqueños al completo fueron la de Juan Pedro Domecq, que se jugó el 12 de mayo, y la citada de Victorino Martín, aunque aquí también podríamos incluir la de El Pilar, que envió cinco cinqueños y un toro al que le faltaba apenas un mes para llegar a esa edad. En la corrida del 24 de mayo, los seis toros lidiados tenían cinco años, pero pertenecían a dos distintas divisas: El Parralejo y José Vázquez, que trajo los dos sobreros que remendaron el encierro titular de esa tarde.

El toro que gusta en Madrid, no sólo por su cuajo, sino también por su conducta, es el que se arranca de largo y que embiste con transmisión y pujanza. Sin embargo, para el aficionado más conocedor, el toro "completo" debe reunir un equilibrio entre transmisión y clase, algo que, cuando llega a suceder, viene a ejemplificar el maravilloso milagro de la bravura. Además, en la actualidad, también se exige que el toro tenga una duración que permita realizar faenas largas, que son las que ponen a prueba su verdadero fondo y capacidad de luchar hasta la muerte sin reserva.

Por eso siempre será relevante valorar el titánico esfuerzo que hacen los ganaderos para criar un toro al que desde su salida se le exige mucho, y si llega a reunir las cualidades apuntadas líneas arriba, permite llevar el toreo a unas cotas de gran expresión artística, sobre todo cuando un torero se pone delante con la convicción de torear bien, trascender y dejar huella en el aficionado.


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