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La alternativa de Manolete en 1939...

Lunes, 04 Jul 2022    Puebla, Pue.    Horacio Reiba | La Jornada de Oriente   
Con Chicuelo y Gitanillo de Triana, en la maestranza de Sevilla
En 1939, la fiesta es lo que menos importa a los españoles. Acaba de terminar una de las guerras civiles más enconadas y sangrientas del siglo XX y quienes sobrevivieron a ella se dividen en vencedores y vencidos. El sufrimiento, la escasez, es común a todos.

Pero las represalias recaen, implacables, sobre el bando derrotado, que ni siquiera está bien definido. Los vecinos recelan unos de otros. Una denuncia anónima puede representar la sentencia de muerte, física o civil. La dictadura al mando no sabe de sutilezas. ¿Cuál puede ser el destino de un novillero flacucho y tristón, adscrito durante el conflicto al ejército sublevado por razones meramente geográficas, que en su precario deambular taurino por pueblos de la zona "liberada" llamó la atención de cierto matador cordobés –José Flores "Camará", de lejana alternativa y nombre olvidado– que por razones de mera supervivencia pasó a formar parte de aquella troupe solanesca?

Manuel Rodríguez Sánchez se llamaba el mozo, cordobés también, hijo del modestísimo matador del mismo nombre, oscuramente fallecido cuando el pequeño frisaba apenas los cinco años.

Resulta que Camará cree en las posibilidades del muchacho, de trayectoria taurina casi inexistente como tantas que la guerra devoró. Y no está mal encaminado. Pero Manolete, como se anuncia –apodo heredado del padre–, alcanzó ya la edad de su definición torera y no hay tiempo que perder. Su campaña novilleril de esa primavera del 39, circunscrita prácticamente a plazas andaluzas, es promisoria. Audazmente, Camará le firma la alternativa en Sevilla, en fecha coincidente casi con el cumpleaños número 22 de Manolo (había nacido en Córdoba el 4 de julio de 1917).

El cartel de ese 2 de julio en la Maestranza, organizado por la Asociación de Prensa local, anuncia como padrino a un artista legendario, Manuel Jiménez "Chicuelo", más un testigo con el abolengo que le da a ser hermano menor del malogrado Curro Puya: como su ilustre antecesor, Rafael Vega de los Reyes también se anuncia "Gitanillo de Triana" y dormitan en sus telas duendes gitanos. Les aguardan seis parladés de Clemente Tassara. Sevilla, meca universal del toreo, tiene sed de emociones y la calurosa tarde de julio las promete. El mítico coso casi se llenará.

Un toro llamado "Comunista"

En los libros de la ganadería de don Clemente Tassara, el toro de la alternativa de Manolete quedó registrado como "Comunista". Pero la situación política, que pasa por una estricta censura que ha convertido en tabú el uso de ciertos vocablos, obliga a criador y organizadores a rebautizar al bien puesto ejemplar con el nombre de "Mirador", tal como lo recogerá la historia. La España de la posguerra sataniza con la palabra "rojo" a quien pertenezca a cualquiera de los grupos derrotados con tal de evitar particularizar (republicanos, comunistas, anarquistas, masones… todos caben en ese socavón semántico). "Mirador" ni siquiera es colorao de pinta sino negro zaino.

Alternativa triunfal

Como sea, el parladeño del hierro de Clemente Tassara se va a comportar decentemente durante su lidia, posibilitando el primer triunfo de uno de los toreros más constantes en el éxito que han pisado los ruedos. El cronista del ABC de Andalucía lo describió así:

"Gordo, bien puesto, alto de agujas, el negro zaino de la alternativa hizo pasar un mal susto a “Viruta” al alcanzarlo cuando se acogía al burladero del 7. Allí mismo toreó al bicho de capa Manolete, reposado y ceñido, y los aplausos ganados se repitieron en el primer quite. En el suyo, Chicuelo inició su tarde triunfal –una de las más esplendorosas de su historia– con un garbosísimo capotazo a pies juntos, dando tablas, dos lances más de penetrante aroma sevillano y un gallardo recorte de rodillas. Resonó la unánime ovación, premio de Manuel Jiménez y acicate del ánimo de Rafael Vega, que en su turno hubo de mover persuasivamente su capote para que la res, picada por Catarino y aplomada ya, lo tomara, y dibujar unas verónicas tan agitanadas y lentas que la taleguilla y la manga quedaron manchadas por la sangre del bruto… luego de banderillear bien Cantimplas y Blanquito llegó el instante, que podemos llamar histórico, en que Chicuelo, con gesto y palabra de amigo, puso en las idóneas manos de Manuel Rodríguez los trastos de matar; y allá fue el neófito, después de saludar a la presidencia, a brindar a todo el público las primicias de su ascenso.

"Y con la serenidad en él habitual, obligando mucho al toro, bastante quedado, desarrolló el cordobés una excelente faena, durante la cual, luego del ayudado, el alto y el de pecho, acometió el natural con ceñimiento extremado, y a continuación, ya en el centro del anillo, unos adornos de sobria traza, muy toreros. Magistralmente, como él sabe, ejecutó el volapié despacio, por derecho, bajando la mano y cruzando impecablemente, y la espada, que quedó en todo lo alto, hizo rodar al bicho, tras breve y dura agonía, sin necesidad de puntilla. Las orejas y la ovación circular y entusiasta refrendaron el ingreso del joven paisano de Guerrita en la más alta categoría del arte". (ABC de Andalucía, 4 de julio de 1939. Crónica de Juan María Vázquez).

Conviene mencionar la discrepancia entre el texto anterior, que habla de dos orejas cortadas, y la fotografía publicada donde Manolete sólo muestra una. Un tipo de contradicción bastante común en épocas anteriores a una más estricta puntualización reglamentaria. Y en este caso menos importante que el énfasis dado por el revistero sevillano a las maneras estoqueadoras del futuro Monstruo de Córdoba. Ya en sus primicias un matador de impresionante y purísimo estilo.

Tarde genial de Chicuelo

Ya era Manuel Jiménez un veterano con muchas gestas en su haber y no pocos descalabros, a tono con su condición de artista finísimo en tiempos de toracos broncos y avisados. Pero como si el advenimiento de Manolete, sus atisbos de lo que aquel muchacho triste podría llegar a ser, le sirvieran de acicate y estímulo, estuvo inmenso ese día, como adelantaba ya el cronista al comentar su quite al primer toro.

¿Qué más dijo José María Vázquez sobre la gran tarde del ex niño de la Alameda de Hércules?  Mejor leerlo que comentarlo: "Hállase Chicuelo, y lo confirmó el domingo con una exhibición maravillosa, en un segundo amanecer de su arte genuino. Ardiente como un chaval, inspirado y gracioso como muy pocas veces. Ni aun en los días ya lejanos de su primera juventud le habíamos visto tan sinceramente arrojado, tan dueño de los secretos de la más fina orfebrería como en esta ocasión. Cada verónica, un grito de júbilo. Un himno alegre a su Sevilla materna cada uno de sus quites indescriptibles. Un cuadro pletórico de color y armonía cada episodio de sus faenas.

A la altura prócer de su primer quite, descrito líneas arriba, se mantuvo el genial artista hasta que la corrida llegó a su fin. No hubo en su deleitosa labor un solo lance vacío de eficacia o de belleza. Muleteando sostuvo –él, tan incierto a veces en ese terreno– el rango artístico alcanzado por sus verónicas, medias, chicuelinas y recortes. Con su primero, que derrotaba mucho con bronquedad manifiesta, se apretó como un novillero… y fue de una calidad torera inestimable el momento aquel en que, confiadísimo, apoyó la espalda en la barrera teniendo a un palmo de la cintura las afiladas astas de su enemigo. Faena de sabiduría y coraje, sazonados por preciosos primores de estilo, a la que dieron fin un pinchazo y estocada arriba.

"Y en el cuarto, mucho mejor. Costadillos, molinetes, faroles, cambios de mano por delante y por el dorso. Toda la gama juncal, salerosamente elegante, de la privativa manera de hacer de Manuel Jiménez. Y todo ello con otro toro de genio vivo, al cual el Chicuelo decadente tal vez le habría aproximado sólo el pico de la muleta. Con decisión, ¡también!, al herir, el rejuvenecido maestro dio un pinchazo y una excelente estocada. Entre el contento general adjudicáronsele las orejas y el rabo, y después de recorrer el ruedo por dos veces, se le obligó a saludar en los medios entre delirantes aclamaciones… De la tarde de Manolo en la corrida de la Prensa se hablará mientras quede vivo al menos uno de los testigos presenciales.” (íbid).

Buena tarde de Gitanillo… y Manolete ¡mal con la espada! De Rafael Vega de los Reyes señaló el mismo cronista que "ayudó a mantener bien alto el tono excepcional del espectáculo". Sobre todo con el quinto, que "fue quizá el toro más bravo de que este cronista ha hecho mención en sus catorce años de ejercicio. Fiero, poderoso, insensible al castigo, y de una nobleza que iba derivando en manejable sencillez según su lidia transcurría… hizo revivir en el redondel sevillano los añejos fastos de la casta ibarreña".

Dio Gitanillo de Triana la vuelta al ruedo a la muerte de sus dos toros. Y Manolete se mantuvo durante el resto de la jornada como "el buen torero que todos conocíamos. Experto conductor de la brega, sucinto en quites y sin molestar al ganado…al último se lo picaron poco y llegó al final entero, encampanado y con temperamento. Manolete, al muletear, aguantó con singular arrojo… pero a la hora de matar se propuso hacerlo con la pureza de siempre, sin advertir que el bicho requería entrar muy rápidamente… Seis o siete veces entró, y tampoco estuvo afortunado descabellando. Aun así, el público lo estimuló con su aplauso".  (íbid).

Con todo por hacer en su historia –y la del toreo–, ya Manuel Rodríguez esbozaba desde el primer día lo que serían las líneas maestras de su futura grandeza.


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