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Tientan a Benítez para volver a Venezuela

Viernes, 14 Ene 2022    CDMX    Juan Antonio de Labra | Foto: Archivo   
Ahora de la mano del reconocido periodista El Vito, que es su mentor
Leonardo Benítez, como todo torero que se precie, sigue viviendo y pensando en eso: en torero, y aunque hace tiempo no torea con frecuencia, y en los últimos años de ha dedicado a su familia, dejando de lado el egoísmo inherente a tan compleja profesión, ha vuelto a entusiasmarse porque acaba de recibir un ofrecimiento para torear en Venezuela.

Y no es de cualquier manera, sino teniendo la motivación de contar el apoyo de un veterano de mil batallas periodísticas y taurinas, como es el maestro Víctor José López "El Vito" que, como apunta jocosamente Benítez, en estos últimos días "ha estado dándole de patadas al león dormido a ver si se despierta".

Pero no es que Leonardo haya perdido la ilusión por torear, qué va, sino que son siete años sin pisar su patria, la Venezuela de otra época; la tierra rica en petróleo, próspera joya de la Sudamérica taurina que tanto dinero dio a ganar a las figuras del toreo, la inmensa mayoría españolas y una, precisamente, venezolana: el torero de La Vega. Aquel que llegaba de México a arrasar con los trofeos y devolver a la gente su orgullo nacional.

Sabedor de todo esto, y con un palmarés impresionante en la plaza de Mérida, que es donde ahora mismo el canto de las sirenas pretende despertar a Benítez, para que este proyecto pueda prosperar tiene que merecer la pena, y no sólo en el aspecto emocional o romántico –que en esto de los toros también pesa– sino en el plano económico.

Y no es que Benítez se haya vuelto loco pidiendo una suma que, de antemano, se sabe inexistente en esta Venezuela tan vapuleada por su lamentable y precaria situación económica, sino aquella que corresponda a preservar esa dignidad que los toreros importantes suelen cuidan con mimo, pues son conscientes de que en su hambre sólo deben mandar ellos, y no las empresas o sus apoderados.

Del sueño de aquel joven que vino a México buscando abrirse camino como novillero en 1990, al torero veterano, valiente, recio, triunfador de muchas temporadas de toros en Venezuela y México –país que lo acogió como uno más de los suyos–, no sólo "ha llovido mucho", como reza el refrán, sino que ha caído un torrencial aguacero.

Por ello, a estas alturas de la vida, Leonardo Benítez sabe que para emprender nuevamente un viaje a Venezuela, necesita no sólo esa motivación romántica del reencuentro con la afición de Mérida, su plaza talismán, sino de un incentivo económico acorde a su categoría y la inversión de una preparación adecuada, así como el esfuerzo de dejar por un tiempo considerable a una familia que, desde hace ya muchos años, ha sido su mejor refugio.

Entretanto, El Vito, ese incansable romántico de las letras taurinas y el toreo, sigue insistiendo, con la buena voluntad de quien confía, cree y quiere a Leonardo Benítez, que sigue deshojando la margarita pensando realmente si le conviene o no ir a torear a Venezuela en este momento. Sólo el despacho de la empresa, y las horas por venir, dirán la última palabra.


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