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Dos siglos de Tauromaquia Mexicana: 1821-2021

Lunes, 27 Sep 2021    CDMX    Redacción | Infografía: LM   
Se cumplen 200 años de la consumación de la Independencia de México
El día de hoy, 27 de septiembre, conmemoramos dos siglos de la consumación de la independencia de México. Por tal motivo, tengo el gusto de compartir desde la plataforma de Fomento Cultural Tauromaquia Hispanoamericana, el ensayo que he titulado "Memorias de Antonio Méndez (Corridas de toros en México entre 1815 y 1833)".

Dicho periodo mostró, hasta hace algún tiempo, un vacío de información que logré reunir tal cual lo podría hacer un antropólogo, al recoger muestras pequeñas que, luego de un análisis y estudio a fondo, arrojan información de suyo valiosa. Por tal motivo, me parece pertinente traer hasta aquí algunas de las reflexiones que decidí redactar en dicho ensayo.

Recientemente pude obtener el grado de Doctor en Bibliotecología y Estudios de la Información por la UNAM. Esta particular profesión dispone, entre sus múltiples herramientas, de una denominada como "minería de texto", de acuerdo a la afirmación del también doctor Marcial Contreras Barrera, cuya tesis lleva el título: "Minería de texto en la organización de la información documental" (México, UNAM, FFyL, 2018).

Su objeto principal es determinar la presencia en los buscadores de internet de información pulverizada que se asocia con el término localizado, de ahí el despliegue de todo cuanto el sistema encuentra en esa labor en apenas una fracción de segundo. Por sencillo que parezca, cualquier usuario tiene a su alcance si no la totalidad, sí al menos la mayor parte de registros con que desarrollar su trabajo. Pues bien, este tipo de operación es el que se puso en acción para ubicar aquellos datos que hoy sirven para presentar, desde una interpretación histórica, el comportamiento que la tauromaquia tuvo en un periodo que hasta hace un tiempo reflejaba una notoria escasez de información.

La conmemoración que este 27 de septiembre de 2021 marca dos siglos cabales de la consumación de la Independencia habida para el nuevo estado-nación que es México, obliga a tener los más registros posibles y en su caso desde la presente perspectiva, descripciones puntuales de las corridas de toros para entender que, en medio de aquel proceso histórico, se desarrollaban acontecimientos de vida cotidiana directa o indirectamente relacionados con la emancipación misma. Adoptando un alter ego, interlocutor, informante o cómplice en la persona de un figurado Antonio Méndez, es como se tejen los diversos episodios que se cuentan a lo largo de estas páginas. Y ya me pide la palabra Antonio Méndez:

Quiero dar santo y seña de cuanto pase por mis ojos o perciban mis oídos para que, cuando mis hijos o mis nietos quieran saber lo ocurrido en estos últimos tiempos, sepan que al menos hubo alguien entre muchos, deseoso de contar un poco sobre cuanto se percibe en la ahora bulliciosa capital de este nuevo país que ya ha alcanzado, por obra y gracia del movimiento rebelde su independencia.

Lo que acontece no es cualquier cosa y plugo a Dios diciendo: no se trata de cualquier fecha, ni la de ningún santo, por más veneración haya en adorarlo que el sentirnos libres, sin el yugo ese que consumió de una u otra forma la vida, mi vida; la de mis padres o la de los abuelos sometidos a los muchos rigores y limitaciones.

Ese aliento nos llegó en buena hora, aunque no sé todavía cómo he de resolver mis ingresos. Impera un caos, hay poco trabajo y los patrones andan dudosos de ofrecer alguna fuente digna porque se mal acostumbraron a las pésimas condiciones que eran el pan nuestro de cada día, impuestas por españoles muy abusivos, no todos, pues tampoco faltaron los caritativos de corazón y de buenas entendederas. Y digo: el trabajo debe estar bien recompensado, que no trabajamos unas horas, el día se nos va entre que sale y se mete el sol, parando lo suficiente para mal comer.

Mi primera impresión nada más salir de casa fue encontrar una ciudad donde en cada una de sus calles flamean gallardetes tricolores, y los remates de muchos balcones aparecen como encortinados. Esa bandera a que me refiero, de alguna manera es la que sustituye a la empuñada por el cura Miguel Hidalgo, allá por septiembre de 1810 y que hoy, con sus tres colores nos asombra a todos. Sorprenden también los arcos triunfales que los hay por aquí y por allá, sobre todo en la calle de los Plateros, por donde pasará el desfile mañana.

Ya ni el buen amado de Fernando VII que tanto invocó un notorio grupo de españoles, sirvió de consuelo cuando admiremos el paso triunfal del muy venerado Agustín de Iturbide, que si bien empezó sus afanes militares luchando contra la causa, con el tiempo se sumó a ella y de todo ello resulta ser hoy su cabeza principal.

Considero que su lectura nos dejará una mejor mirada de lo ocurrido entre 1815 y 1833. Sobresalen nombres, apellidos, alias, papeles desempeñados, nombres de haciendas ganaderas, poblaciones donde se celebraron los festejos, plazas de toros, empresarios o asentistas de la época y sobre todo, un intento por generar el diálogo pertinente con Antonio Méndez que identifica en la plaza de San Pablo a Mauricio Rugendas, Mathieu de Fossey, o Carlos María de Bustamante como entusiastas y pasionales asistentes, hasta el punto de que entre ellos se da un diálogo rico en color y descripción, acotado por sus muy personales interpretaciones o concepciones que vienen a ser un valioso instrumento del que me valgo para articular el que considero como un trabajo peculiar.

Los lectores, tendrán oportunidad de conocer personajes como Gonzalo Álvarez, Dionisio Ceballos "Pajitas", Manuel Ceballos "El Sordo", Julio Monroy apodado "Santa Gertrudis", Nepomuceno Romo, Marcelo Villasana o Isidro Zandoval, entre otros muchos toreros de a pie o a caballo. También se enterarán que, entre las ganaderías no sólo estaba Atenco, también se enviaban toros de otras tales como: La Goleta, del Rosario, la Cueva, Sajay, Astillero, Golondrinas, El Salitre, Tenango, la Magdalena, Tlahuelilpa, San José del Carmen y San Nicolás, propiedad de padres agustinos o Molino de Caballeros, Paredón, Mextepec, Tecocomulco

Podrán enterarse que entre los empresarios o asentistas, se encontraban Ignacio y Javier Heras, así como el coronel Manuel de la Barrera; aquellos administraban la plaza de Necatitlán; este último la de San Pablo.

Las "Memorias de Antonio Méndez (1815-1833)" son el recuento de un mexicano orgulloso de su nueva condición y que se afana, como lo haría en forma extraordinaria Guillermo Prieto, de contarnos sus vivencias y experiencias en términos de tan peculiar arista de la vida cotidiana que tuvo y tiene, para esta ocasión, contenido y riqueza.

Espero disfruten de la lectura, acompañada de la iconografía pertinente que se convierte en refuerzo imaginativo sobre lo que Antonio quiso contarnos desde aquellas épocas, y cuyo relato está disponible, de manera gratuita, en el siguiente enlace:


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