Si la reactivación de la Fiesta Brava en México es una de las mayores alegrías para todos, no deja de ser menos relevante la prueba que se hará, en presencia de los aficionados, de los nuevos utensilios para la lidia, durante los cuatro festivales programados en la Monumental Zacatecas a partir de este viernes.
En unos tiempos en que el espectáculo se ha tenido que adaptar a las circunstancias, celebrando tientas con público, festivales y novilladas en cortijos, y otros festejos con mayor formalidad en distintas plazas de toros, el hecho de aprovechar la coyuntura para hacer cambios, resulta alentador y propositivo.
Si los meses muertos se emplearon para haber realizado un gran congreso nacional taurino, con el objetivo de abordar toda la problemática que envuelve a la gestión y desarrollo de la Fiesta, por lo menos estas inquietudes están interesadas en darle un impulso encaminado a actualizarla.
Y este es apenas el primer paso, sobre todo en una época en la que los ataques antitaurinos se han intensificado, así como el crecimiento de una ideología animalista que va más allá de los primeros, pues pretende humanizar a los animales, confiriéndoles unos derechos desmedidos que rebasan el límite de la cordura.
A lo largo de casi cien años, la tauromaquia sólo ha experimentado puntuales y aisladas modificaciones. La más significativa fue la implantación del peto, por allá de 1928, y significó un gran cambio que en su día fue mal visto por los puristas, pero favoreció el avance de la genética del toro bravo y derivó en la evolución del toreo, pues la lidia se hizo menos defensiva y adquirió un carácter más estético.
Por ello será de un gran interés presenciar cómo funcionan esos trebejos inventados por el matador Manolo Sales y el veterinario Julio Fernández, cuyos matices favorecen la lidia y servirán para potenciar el juego de los toros. Porque ahora, al cabo de tantos años de investigación, los científicos han descubierto diversas reacciones químicas del toro ante el dolor y sus efectos a lo largo de la lidia.
Así que lo que se verá en Zacatecas en los próximos días, se complementará con los coloquios en los que los expertos hablarán de esta materia, procurando crear conciencia entre los profesionales y los aficionados, con el afán de estudiar la posibilidad de comenzar a hacer esos cambios que tanta falta le hacen al toreo del siglo XXI.
Y ojalá que estas adecuaciones concernientes a la lidia, también se aboquen a revisar las que atañen a su parte reglamentaria, a veces tan rigurosa y un tanto obsoleta, que desde hace varios años está clamando por una actualización responsable, pero tan bien hecha que no demerite los valores de la tauromaquia, una expresión humanista tan deliberadamente anacrónica como subversiva.