Joaquín Gallo cortó dos orejas al novillo de regalo, de la divisa de Montecristo, durante la corrida de rejones celebrada en Texcoco, en la que se convirtió en el único triunfador de una tarde interesante que marcó la última corrida de la temporada mexicana de los Hermoso en esta parte del año.
Antes de que iniciara la lidia del sexto ejemplar, que correspondía a Guillermo Hermoso, Gallo anunció el de regalo, luego de que el lidiado en tercer lugar no le había permitido ningún tipo de lucimiento, al haberse estrellado en un burladero de salida, lo que le ocasionó una aparente lesión en la vista.
Así que cuando llegó su segundo turno, el rejoneador charro se colocó delante de la puerta de toriles para recibir al astado con un reboso rojo para torear de esa manera a "Texcocano". Este detalle gustó al público, y más cuando se quitó el sobrero para torear con el brazo extendido, detalles de una tauromaquia con reminiscencias poncianescas. Y más tarde le quitó la montura a su caballo para torear a pelo, lo que terminó por provocar una gran algarabía entre la gente.
De esta manera clavó banderillas con el caballo pegado a las tablas y el toro de frente, mismo que con un pitón le empujó el cuarto trasero, pero aun así de comprometido, salió avante de este trance. La muerte del toro fue igualmente espectacular, mediante un rejón trasero y contrario, pero que fue muy eficaz, lo que generó el entusiasmo colectivo de la gente, que sacó sus pañuelos para que lo premiaran con dos merecidas orejas.
Guillermo Hermoso se despedía como novillero de México, pues el 5 de mayo tomará la alternativa en Sevilla de manos de su padre. Cuando concluyó la lidia del cuarto ejemplar, indicó que regalaría un sobrero, que resultó ser de la divisa de Julio Delgado.
A este ejemplar lo toreó con la misma soltura, acusada técnica y estética, por lo que fue ovacionado por la gente, sobre todo cuando banderilleó a dos manos. A la hora de matar no estuvo certero y escuchó un aviso.
Pablo Hermoso lidió a los ejemplares corridos en segundo y quinto lugares, y con éste último hizo una faena muy entonada que no pudo rematar con el rejón de muerte. Los pasajes más lucidos los consiguió montando a un caballo de pelo palomino con el que realizó vistosas piruetas, antes de dar la vuelta al ruedo con uno de los forcados que participó en el festejo.
Luis Pimentel estuvo esforzado con los dos toros de su lote, y regaló momentos de exposición montando a sus caballos, por lo que el púbico también le aplaudió con fuerza. Clavó banderillas en todos los terrenos, algunas al violín, e hizo algunos alardes de doma, como una reverencia, entre otras.
En esta corrida de rejones participaron tres grupos de valientes forcados, los de México, Mazatlán y Aposento da Chamusca, que son portugueses, y fueron largamente ovacionados por el público cuando ejecutaron sus riesgosas pegas, unas al primer intento, como las tres que cuajaron los mexicanos, y otras en otros intentos, pues algunos de los toros no les dieron tantas facilidades, sobre todo a los de Mazatlán.
La banda musical proveniente de Chicoloapan, Estado de México, se encargó de ejecutar piezas que fueron coreadas por los aficionados, mismos que le pusieron la letra a algunos pasodobles como el de Silverio Pérez. La segunda tarde terminó con algarabía y un grito al unísono de "¡México, México!", tras el emotivo triunfo de Joaquín Gallo.