Dentro de las varias presentaciones que he llevado a cabo de mi libro "Conceptos Taurinos" por diversas ciudades de la geografía mexicana, hemos tenido sesión de preguntas y respuestas. En ese momento, una de los cuestionamientos más recurrentes es el de la ética profesional del comunicador.
En un primer término, ésta se manifiesta informando adecuadamente lo que sucede, con conocimiento de causa. Además, que los diferentes contenidos estén bien documentados y cuenten con cierta dosis de creatividad.
No olvidemos que la principal obligación de todo periodista es la de informar; es decir, la de convertirnos en un "medio" entre los protagonistas de la escena (como lo son toro y torero) y el público que busca conocer lo que sucede en determinados acontecimientos.
De esta manera, nuestros lectores de impresos, radioescuchas, televidentes o cibernautas, podrán tener los elementos necesarios para no solamente conocer sobre un tema o situación dentro de su entorno, sino poder "tomar una decisión".
Posteriormente, el profesional también cuenta con la otra faceta del periodismo, que es la de interpretar los hechos. En este sentido, la idea es ofrecer un punto de vista para darle un sentido a lo sucedido y orientar la opinión del público hacia determinado aspecto.
En un tema que genera polémica, mi percepción es que el periodista debe ofrecer una opinión y no colocarse en el papel de juez absoluto de la historia. Existe una línea bien definida entre una opinión y un juicio, pues éste último consiste en dictar sentencia definitiva.
El comunicador no dicta sentencia; así me quedó claro en todo el proceso de mi formación como periodista. Ahora bien, la opinión que se ofrece al público (la cual ciertamente no está exenta de crítica, pues la ética exige señalar aquello que consideramos no es correcto) debe estar bien fundamentada.
En este terreno, una obligación fuerte es la de ofrecer argumentos sólidos para sustentar una opinión, y no solamente decirla al aire. Aquí entra también el rigor de la especialización que el comunicador debe tener sobre el tema del cual opina, mismo que lo diferencia de los "opinólogos" de redes sociales, por ejemplo.
En lo personal, siempre he creído más en la crítica constructiva que en la destructiva. Y ojo que digo "crítica", más no "criticonería", pues esto último carece de sustento o fundamento, y se acerca más al papel de juez absoluto de una historia en la que el comunicador es sólo un servidor y nunca el más importante.
Los periodistas no cambiamos el entorno o nuestro mundo. Simplemente informamos e interpretamos para que sean los públicos quienes determinen qué hacer, o bien las instancias correspondientes. Nuestra profesión es, reitero, de servicio.
Para finalizar, debo aclarar que el profesional debe preocuparse por seguir aprendiendo sobre el tema concreto al cual se dedica, ya sea toros, futbol, política o finanzas, por mencionar algunos. Los retos del mundo contemporáneo han enfocado al periodismo especializado como un área trascendente, debido a los "mercados nicho".