El primero de la tarde, “Buena fortuna”, fue premonitorio para Fermín Rivera, ya que se llevó en el sorteo el lote más completo del encierro de Julián Hamdan, y con ello pudo completar una actuación muy templada y saldada con un trofeo, que pudieron ser más de haber estado fino con la espada.

Su único trofeo llegó en el primero, un toro con clase aunque con la fuerza justa, al que toreó bien con el capote y mejor con la muleta, cuajando series muy templadas sobre todo por el pitón derecho. Tras la estocada, trasera y que hizo que el toro tardara en doblar, tuvo que soltar un golpe de descabello, lo que no fue óbice para que le fuera pedida y concedida la oreja.

En el cuarto lució aún más con el capote, lanceando con temple a la verónica y en un quite por chicuelinas. Con la muleta realizó Fermín otro trasteo con mucho pulso, disfrutando más el viaje del toro por el pitón derecho y teniendo que aguantar más por el izquierdo. Estuvo menos fino con la espada que en su toro anterior y escuchó palmas, además de un aviso.

Y quien realizó la faena más rotunda de la tarde, aunque la espada le privara de tocar pelo, fue Octavio García “El Payo”, que toreó de manera soberbia al toro que cerró plaza, de mejor juego incluso que el toro premiado por el palco. Ya con el capote lo toreó bien a la verónica, y con la muleta, pisando el terreno, pudo obtener naturales de muchos quilates, rematando las series con auténticos forzados de pecho, y un cambio de mano que le resultó dibujado. Epilogó por manoletinas, y con la espada, tras un par de pinchazos y media en buen sitio, fue ovacionado. Sus fallos a espadas le privaron seguramente de llevar un par de orejas a la espuerta.

Peor suerte tuvo con el tercero, que tuvo una salida muy incierta, midiendo mucho y desentendiéndose de los engaños, dando incluso la sensación de tener un problema con la vista, lo que se hizo más evidente al arrancarse a gran distancia hacia el caballo que guardaba la querencia. Logró Octavio una faena de mucho mérito, aguantando mucho y logrando incluso buenos naturales, aunque estuvo mal con espada y descabello, marchándose a la barrera entre división y tras escuchar un aviso.

Quien sí consiguió otra oreja fue Joselito Adame en el quinto, al que toreó bien en el recibo por verónicas y en el quite por saltilleras. En el último tercio inició de hinojos, para después, ya de pie, aprovechar las embestidas iniciales por el lado derecho, cuajando muletazos de figura erguida y con temple. Sin embargo, más pronto que tarde, el toro se rajó y se fue a las tablas, a donde se fue Joselito a torearlo por alto y con detalles de cara a la galería, ya con el toro desparramando la vista. Tras media algo trasera y después de hacer uso del descabello, la gente pidió la oreja para el hidrocálido. Y tras la concesión del trofeo lo que siguió fue incomprensible, ya que se decretó arrastre lento para el toro.

En su primero, Joselito fue ovacionado. Con el capote destacaron el recibo por chicuelinas, aprovechando que el toro no se terminaba de entregar a la verónica, y un quite por navarras. Con la muleta realizó una faena que no terminó de romper, como sí rompería la del quinto, y que terminó con una serie de luquesinas, dejando el estoque clavado en la arena. Tras un pinchazo, una estocada entera y un descabello, la gente lo sacó a saludar una ovación, igual que ocurrió al romper el paseíllo, cuando la gente en un buen gesto, hizo saludar a los tres alternantes, ya con un nombre destacado dentro de la torería nacional.