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Tauromaquia: En Puebla, Bogotá... ¿y Cataluña?

Lunes, 24 Oct 2016    Puebla, Pue.    Horacio Reiba | Opinión   
La columna de este lunes en La Jornada de Oriente
En la pugna prohibicionista, un giro inesperado. Resulta que el Tribunal Constitucional del estado español –equivalente a la Suprema Corte de Justicia nuestra– declaró el jueves la inconstitucionalidad de la prohibición catalana de 2010, lo que ha hecho suponer a los optimistas que la vuelta de las corridas de toros a Barcelona es inevitable.

Tan inevitable, desde lo legal, como incierta en la práctica. Pues que la ley las permita no garantiza que vaya a haber empresa que las organice, a contracorriente con seis años de vacío y un municipio dispuesto a mantener el veto recurriendo a todos los subterfugios posibles, tal como ha declarado la alcaldesa Ana Calou, devota de la corrección política y de las artes del populismo cerril que campean en una ciudad fanatizada con la idea de expulsar de Cataluña todo lo que huela a España (aunque, de paso, se atente contra una tradición taurina que data allá del siglo XIV).

Tardos e imprecisos

No se crea que los once integrantes del Constitucional español –que votaron por 8 a 3 en contra del fallo del Parlament catalán de julio de 2010– le han hecho un gran favor  a la Fiesta.  Por un lado, el tortuguismo de su revisión y revocación del veto llega con seis años de retraso. Por otro, seguimos en espera de conocer la argumentación precisa de su veredicto, que es de temer deje en manos de la autoridad local la modalidad de Fiesta Brava que ella decida reglamentar. De modo que no andaba descaminada la alcaldesa al apresurarse a declarar que, pese a todo, Barcelona seguirá sin corridas de toros. Porque, claro, si lo que regulan sus concejales es un adefesio parecido al de Quito (lidia sin muerte), ya veremos quién es el guapo que se atreve a arriesgar su dinero organizando semejante circo, y qué toreros de prestigio se prestan a semejante farsa. 

Eso, por no hablar de otros ayuntamientos –el de Valencia, por ejemplo, que intenta impulsar unas Fallas "sin maltrato animal"– que, tomándole la palabra al Supremo, decidan inventarse neotauromaquias en versión ascéptica, para estar a tono con los tiempos políticos y la moda globalizante. Lo que daría un simple carácter de victoria pírrica a este fallo de apariencia esperanzadora.

Otros caminos

Por lo pronto, parece que, en paralelo a lo anterior, en España el toreo espabila y se apresta a emprender actividades presuntamente contundentes en defensa de sí mismo. Así, el próximo jueves 27, un nutrido grupo de coletudos hispanos se darán cita en Madrid ante la ministra de Cultura con el fin de amparar sus derechos intelectuales en tanto autores de un arte reconocido y protegido como patrimonio cultural de la nación. Y al margen de este gesto de un grupo de profesionales del toreo, la plataforma denominada Mesa del Toro, que integran tanto miembros de partidos políticos como gente del mundo intelectual, las ciencias y las artes, está decidida a cabildear en pro de la creación de una secretaría de estado del toreo que, mediante un estatuto institucional, blinde a la Fiesta de futuros vetos y disposiciones emanadas de gobiernos locales que pretendan alterar su esencia menoscabando su integridad.

Esta Mesa del Toro no es partidaria de que los matadores acudan al Ministerio de Cultura a reivindicar la propiedad intelectual de su arte, pues teme que esto reste fuerza a sus gestiones en pro de una secretaría de estado exclusivamente dedicada al ordenamiento y defensa del toreo, cuya primera tarea sería reglamentarlo nacionalmente, salvando los vacíos que deja el laudo de inconstitucionalidad emitido el jueves último por el Tribunal Supremo contra la prohibición catalana.

Todo esto mientras arrecian los insultos antitaurinos en el estercolero de las redes sociales, y aún está por verse si prosperan las demandas penales por el delito de injurias interpuestas por familiares de Víctor Barrio en contra del incalificable profesor valenciano de enseñanza básica que insultó gravemente por Facebook al torero cogido y muerto en Teruel el 9 de julio de este año.

Al parecer existe también una querella, entablada en contra de redistas taurófobos por familiares del niño Andrés Fernández, que padece cáncer y quiere ser torero, motivo suficiente para que los "humanitarios" defensores de animales procedieran a desear lo peor para él, y de paso para toda la grey taurina.

Enhorabuena, Bogotá

En la capital colombiana, en cambio, están de plácemes. Y es que el Instituto Distrital de Recreación y Deportes acaba de otorgar la administración de la plaza Santamaría –que estuvo cuatro años cerrada por decreto del muy progresista alcalde Gustavo Petro– al consorcio Colombia Taurina, cuyo director Felipe Negret luchó incansablemente contra la arbitraria prohibición del exedil bogotano, montado en su macho pese a que, como en España ahora, y desde luego más oportuna y contundentemente, el tribunal constitucional colombiano había declarado que se trataba de una resolución violatoria de la ley federal de aquella nación hermana. 

Felipe Negret ya anunció la reapertura de la Santamaría para enero de 2017 con dos novilladas y cinco corridas de toros, para las cuales espera contar con las principales figuras del toreo, a ser posible incluyendo en su elenco a José Tomás y, en fugaz pero significativa reaparición, al maestro César Rincón. Por ahora no son más que proyectos, pero ya es bueno que Negret y los suyos se estén planeando en grande la vuelta de los toros a Bogotá, cuya hermosa tradición taurina nunca mereció la atrabiliaria censura de su Fiesta.

También Puebla

En nuestra ciudad está por inaugurarse un nuevo coso taurino, producto del empuje empresarial de Arturo Gilio y sus socios. Se trata de un coliseo multiusos, Acrópolis de nombre, enclavado en la zona norte de la ciudad y dotado de comodidades inusuales en las plazas de toros tradicionales. Está al lado del estadio Hermanos Serdán y es capaz de recibir a ocho mil aficionados. La primera corrida de un ciclo que se augura venturoso tendrá lugar la noche del viernes 11 de noviembre, coinciden en su cartel las dos máximas figuras del toreo en América –Joselito Adame, de Aguascalientes, y el peruano Andrés Roca Rey– y los toros serán de La Punta.

Gilio, en el recuerdo

Arturo Gilio
no sólo es el último matador que, por ahora, ha cortado un rabo al tomar la alternativa en la Plaza México (05-02-92). Antes y después de tal acontecimiento, fue uno de los nombres clave que explican el furor taurino que invadió Puebla en la década final del siglo XX, ya lejana. En esos años, El Relicario se convirtió en plataforma de lanzamiento de Gilio a la condición del as de la novillería que sin duda ostentó, felizmente confirmada en la Monumental capitalina. Y es que Arturo protagonizó varias de las hazañas más recordadas por los poblanos, que no por nada lo elevaron a la categoría de ídolo, en una Puebla donde la Fiesta aún no era un espectáculo exclusivamente nocturno, contrariando su tradicional condición de rito solar. 

Tiempo habrá, en subsecuentes Tauromaquias, para rememorar algunas de las gestas poblanas de Arturo Gilio, que aunaba tanta verdad y alegría en su toreo. Por ahora, centrémonos en la última de ellas, ya no como torero pero sí como empresario dispuesto a devolverle a Puebla el esplendor de su fiesta de toros, tan maltratada por los dos últimos gobiernos estatales.  


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