El Zapata y Silveti se alzaron como triunfadores, en lo que ha sido la primera corrida del serial franciscano, remontando una tarde que por momentos caía en la desesperación del público, ante el juego manso de algunos de los toros lidiados.

Arroyo Zarco lidió un encierro cinqueño con todo y que el segundo de éstos fuera justito de presentación, y a diferencia del encierro de hace dos años que vino a Pachuca, en esta ocasión hubo dos toros buenos, y uno que se dejó.

Y pese a lo atractivo del cartel, con varias reapariciones, el clima quizá espantó a que fuera mayor número de espectadores al tendido de la monumental pachuqueña, ya que en los rumbos del centro caía una llovizna pertinaz que auguraba que el festejo no se celebraría.

El máximo triunfador ha sido Uriel Moreno “El Zapata”, que además se llevó el mejor lote. Su primero fue un castaño, apretado de carnes, con el que protagonizó un emocionante saludó con el percal de rodillas, pegado en tablas. Al llevarlo al picador, tropezó en la cara del animal, sin consecuencias.

Quitó por saltilleras rematadas con una revolera, y banderilleó de manera espectacular, con su sabido par monumental, un cuarteo y un cambio con un sesgo hacia fuera, que le aplaudieron con fuerza. Inició su trasteo con el Imposible, y después hubo muletazos por alto de rodillas, rematados con el de pecho.
 
De pie, en los tercios, ejecutó un cambiado por la espalda, para después correrle la mano derecha a un astado que tuvo calidad, emotividad, trasmisión y fijeza, aunque a veces no tuviera un recorrido largo y se quedara corto. Hubo algunos adornos que le reconocieron, dejando una estocada apenas caída, con la que cortó una oreja y fuerte petición de la segunda, así como palmas en el arrastre al animal.

Su segundo fue otro toro bien cortado de lámina, al que de salida lo bregó, por lo incómodo de su embestida, pues antes ya lo había arrollado pegado en tablas. En esta ocasión no estuvo del todo certero y lucido al banderillear, y en la muleta el toro fue encastado, así que el diestro se dobló con la res, y al momento de cuajar el trasteo, éste tuvo altibajos, careció por momentos de estructura, a más de que la labor se desarrolló en distintos puntos del ruedo. Hubo lo mismo pases con buen concepto que toreo de efecto casi al final de la faena. Cobró una certera estocada para cortar una oreja, y palmas en el arrastre a la res.

Diego Silveti toreaba su segunda tarde en este coso, y logró irse con un triunfo con el toro que cerró plaza, un astado con el que no se podía lucir con el percal, que salió huyendo cuando apenas sintió la puya en el primer encuentro con el picador, siendo castigado en la querencia, y que no hacía presagiar gran cosa por su conducta: sin fijeza y huidizo, pero en la muleta el torero logró “hacer” romper al astado, permitiéndole torearlo con largueza y temple por el pitón derecho, hilvanando muletazos que tuvieron calidad, haciendo que se lo reconociera el público, que a estas alturas del festejo, estaba entumido y buscaba pretexto para celebrar o censurar lo que fuera. Epilogó su trasteo con una serie de manoletinas, y tras dejar una estocada desprendida atravesada, hubo fuerte petición de oreja que se concedió.

Su primero fue un burel espectacular de capa: berrendo en cárdeno, calcetero, pero lo que tuvo de bonito fue lo contrario en contenido; de salida fue suelto, huidizo, y el diestro lo bregó para meterlo. En el picador la res protestó y en la muleta, lejos de “convencerse” el animal, en cambio buscó la zona de tablas, siempre huyendo rajado de forma escandalosa de lo que tuviera enfrente. Lo despachó de estocada tendida sin efecto, y certero golpe con el descabello. Hubo pitos en el arrastre al animal.

Otro de los diestros que reapareció en este coso fue Octavio García “El Payo”, que desde que tomó la alternativa en este mismo escenario en el año 2008, no había regresado, y no las tuvo del todo consigo, ya que no fue el mejor lote el suyo. Su primero fue muy abanto de salida, pero al final dibujó algunos lances con calidad con el percal. Arrancó de largo y emotivo al picador, aunque solo peleó con un pitón después, siendo aplaudido el varilarguero Salomón Aspeitia. Comenzó su labor doblándose ante este astado que tuvo clase por momentos, y repetición, pero al que le faltó celo para seguir el engaño.

Aun así, cuando la res lo permitió, realizó un trasteo con buen concepto, reposo, dibujando ayudados con calidad que le llegaron al respetable, bien rematados con el pecho o con adornos molinetes invertidos. Casi al final del trasteo la res quiso buscar las tablas, y el torero cobró un pinchazo hondo y certera estocada, con la que sólo consiguió ser aplaudido.

Meritoria fue su labor al que hizo séptimo, un animal sin entrega y huidizo, al que sin embargo hizo pasar, arrancándole pases con la diestra que tuvieron calidad y eco en el público. Dejó media estocada que fue suficiente para despachar al astado, escuchando nuevamente palmas de la concurrencia, y pitos en el arrastre a la res.

Abrió plaza el rejoneador Emiliano Gamero, que lidió bien montando a “Tiago”, a un astado al que clavó dos rejones de castigo. Con “Casanova” llevó la embestida con la grupa al filo de las tablas, de un astado que fue a más y permitió el lucimiento, hasta culminar una vuelta completa. Lo sacó con el pecho de la jaca a la res, para llevarla a los medios, donde ejecutó un pitón contrario a silla pasada. Ejecutó una pirueta y vino un espectacular pitón contrario que le aplaudieron con fuerza.
 
En lomos de “Pasión” realizó dos piruetas, una de ellas comprometida, por lo que fue muy celebrada, y dos banderillas de frente, buena la primera de éstas. El segundo violín con “Glamour” fue mejor, para después de la actuación de los forcados, clavar dos banderillas cortas. Brindó a su nuevo apoderado, y tras dejar un pinchazo y un metisaca, muriendo la res en los medios, aunque la gente no lo llamó, dio la vuelta al ruedo en compañía del forcado de cara.

En este toro actuaron los Forcados de Teziutlán, que realizaron una meritoria pega al segundo intento, con Alfredo Molina a la cara, y un espectacular rabilleo a cargo de Juan Pablo Calderón, que le fue muy celebrado.

Al cuarto lo recibió con “Quimera”, acometiendo la res sin mucho celo ni empleándose del todo de salida, pero que tras sentir el primer rejón de castigo, respondió doliéndose así como en el tercero, ya que el segundo rompió antes y menos mal que así fue, porque habría caído en un lugar donde quizá mermaría al astado. Nuevamente lució y espabiló a la asistencia con “Casanova”, con el que cuajó un buen quiebro.

Después vinieron adornos, piruetas, banderillas a pitón contrario, de buena ejecución aunque algunas de las banderillas no se quedaran en las carnes de la res. Con un caballo pinto de nombre “Leyenda”, ejecutó dos pitones contrarios, de los cuales pasó en falso en el primero, y como fuera alcanzado por la res, también se escucharon algunos pitos. Con “Glamour” clavó dos banderillas cortas a silla pasada, que quizá ya no eran necesarias ya que el astado se encontraba parado.

Los Forcados Amadores de Puebla, con Dante Austria a la cara, protagonizaron una emotiva pega al primer intento, rematada con un buen rabilleo a cargo de Carlos Calderón, siendo muy ovacionados.

Señaló un pinchazo y estocada apenas trasera con el rejón mortal, para que, en algo que pocas veces se ve, el forcado en esta ocasión fue quien invitó al rejoneador a dar la vuelta al ruedo, ya que a éste no lo habían llamado. Nos hizo recordar la anécdota de cuando pegó en la década de los ochenta Mauricio Altamirano, forcado mexicano, en Campo Pequeño, que el rejoneador llamó al finalizar la lidia del toro al pegador, y el caballero se metió al callejón