Desde el barrio: ¿Hay que prohibir el fútbol?
Martes, 21 Jun 2016
Madrid, España
Paco Aguado | Opinión
La columna de este martes
Se está celebrando estos días en Francia, como sabe el mundo entero por tanta y tan machacona información diaria en los medios, la Eurocopa de selecciones nacionales de fútbol. Pero, aparte de las de goles, de jugadas y de futbolistas, el torneo está arrojando a diario una lamentable colección de secuencias violentas por parte de los "aficionados".
No hay día de esta primavera que ya termina en que no se haya producido un enfrentamiento violento, se hayan lanzado bengalas al estadio o se hayan citado en una plaza pública los ultras de cualquier país para darse de golpes con los de otro, en medio de la alarma de las fuerzas de seguridad nacionales y hasta internacionales desplazadas hasta el país galo para meter al redil a tanto borrego enloquecido.
Claro que, pensándolo bien, quizá habría que ir estudiando la manera de dejarlos enfrentarse a su aire, para ver si así van quedando cada vez menos de estos trastornados por el mundo. Porque tanta violencia gratuita y buscada, tanta demencial degeneración resulta no sólo escandalosa sino especialmente significativa de la deriva que va tomando esta hipócrita sociedad que nos ha tocado vivir.
A pesar de la indignación, hasta el momento ninguna voz entre tanto líder de opinión y entre tanto político oportunista ha salido a la palestra para pedir que se prohíba el fútbol, un deporte-espectáculo que, queramos o no, saca a flote muchos de los peores instintos de las personas y fomenta el sentimiento tribal a través de los más bajos instintos.
No será este "juntaletras" quien pida esa disparatada medida, entre otras cosas porque ni los verdaderos amantes de este deporte ni los jugadores –otra cosa serían sus directivos– son culpables de que a su alrededor se conciten las más negativas pasiones del género humano, aparte de que el respeto a las libertades individuales y colectivas debe estar por encima de todas estas contingencias.
Pero, puestos a respetar, habría que pedir de una puñetera vez que se respetara también la tauromaquia, es espectáculo denigrado por los arribistas y los fascistas del buenismo, que lo acusan falsamente de provocar en las personas exactamente eso que a diario estamos viendo que genera el deporte del balón.
Los cínicos torquemadas miran ahora hacia otro lado antes las persistentes imágenes de la violencia en el fútbol, mientras insultan y atacan, en su misma cara, a las pacíficas gentes del toro por acudir a un espectáculo artístico que, hasta hoy, no lleva a nadie a salir a la calle a quemar contenedores o a darse de bastonazos con los partidarios de otro torero o ganadero.
No hay violencia en los toros, señores hipócritas de la política y el periodismo falsario, sino valores y educación, cultura y respeto, en una escuela de vida que desde generaciones a educado a millones de personas, como nuestros padres y nuestros abuelos, que nos han llevado de la mano a las plazas cuando éramos niños, sabedores que, ni de lejos, íbamos a ser testigos, por lo visto y lo oído, del odio y de la ira que cualquier tarde o noche de fútbol se hace patente en los estadios de todo el mundo.
Pero los hay que, aun así, negando las evidencias, prefieren seguir tergiversando sobre los toros y apabullan a la opinión pública con falacias intencionadas, como esa gran mentira de las subvenciones millonarias, que en caso de serlo, que no lo son, no llegarían ni a una décima parte del gasto que supone cada fin de semana para las arcas públicas el despliegue policial que provoca hasta el más perdido derbi regional.
No se trata aquí de hacer ningún alegato contra el fútbol, por el que vibran millones y millones de seres humanos y que genera también una descomunal economía y un sin fin de puestos de trabajo, pero eso es también lo que en menor medida, evidentemente, pasa con esos festejos taurinos que quieren hacer pasar hasta por provocadores de violencia de género y de otras lacras de la sociedad.
Y lo más curioso del asunto es que eso, en España, lo dicen los mismos que callan ante esta cara oscura del fútbol, que no son otros que los neo-políticos que llevan ya tiempo viendo su proyecto dictatorial alentado y publicitado hasta la saciedad en las mismas cadenas de televisión de ese oscuro y oculto personaje que maneja impunemente el multimillonario negocio de los televisivos del que llaman el deporte rey. Pero, como van las cosas, estos tipos son capaces de hacerlo también republicano…
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