Desde el barrio: En positivo
Martes, 23 Feb 2016
Madrid, España
Paco Aguado | Opinión
La columna de este martes
Puede que la actualidad nos esté llevando semana a semana a ser demasiado negativos al escribir. Y es que ya saben aquello de que un pesimista es únicamente un optimista bien informado. Pero, a pesar de todo, en medio del apocalíptico panorama que parece rodear la fiesta de los toros en todo el mundo, el corazón taurino sigue latiendo y generando noticias que nos llevan también al optimismo. Aunque sea moderado.
Esta pasada semana, sin ir más lejos, hemos tenido unas cuantas, empezando por la que asegura que más de quinientos chavales de menos de 25 años se han sacado el abono de la llamada "Grada Joven" de Las Ventas, una iniciativa de la empresa Taurodelta que para su desarrollo ha contado con el trabajo añadido e inestimable de los miembros de la Asociación Juvenil Taurina y el Foro de la Juventud.
Iba siendo hora ya de que el taurinismo español mirara hacia ellos, porque será de esos mimbres verdes de donde se forjará el sustento de este espectáculo en el futuro. Y porque son la savia nueva que aportará el vigor que se echa en falta en todos los tibios proyectos de defensa de la fiesta que están intentando ponerse en funcionamiento. Nos hacen falta jóvenes tan apasionados y entusiastas como Gonzalo Bienvenida, el nieto del maestro, que está liderando valientemente una generación que se va a encontrar con las mayores trabas de la historia para poder disfrutar de su afición.
Más positivismo: la Comunidad de Madrid ha decidido por fin dar el paso al frente y resolver el lamentable asunto de la Escuela Taurina de Madrid, sometida aún al cínico bloqueo de los concejales "progresistas" de Manuel Carmena.
La presidenta Cristina Cifuentes, que personifica una política de centro-derecha de mente abierta y sin complejos, más progresista incluso que quienes presumen de ello, ha decidido que sean el Centro de Asuntos Taurinos y la propia empresa que regente Las Ventas, de la que la Comunidad es propietaria, quienes se hagan cargo de un nuevo centro de educación taurina que además, ¡bendito sea!, llevará por fin el nombre que se merece: el de José Cubero "Yiyo".
Lo malo es que, mientras que el proyecto se define, Carmena y sus secuaces mantienen a la Escuela actual en una asfixia económica insoportable y quién sabe si hasta delictiva, desde el momento en que los nuevos ediles no han facilitado ni un solo euro del presupuesto adjudicado antes de su llegada al ayuntamiento y se han quedado incluso con los 30.000 euros del Premio Nacional de Tauromaquia que concedió al centro el Ministerio de Cultura.
Sin que el claustro de profesores pueda hacerse cargo siquiera los seguros de accidente ni de los gastos de desplazamiento, los alumnos de la Escuela, que pagan al ayuntamiento su inscripción y sus mensualidades, están siendo estafados por estos políticos sectarios que les impiden así acudir a tentaderos y certámenes para desarrollar su aprendizaje.
La Escuela Taurina de Madrid "Marcial Lalanda" está muerta, esa es la auténtica y cruda realidad, víctima del zoofascismo (me gusta el término, Christian) de un ayuntamiento que se pondrá la medalla, ante los palmeros de una minoría radical, de haber acabado con esa "fábrica de asesinos" que tanto brillo y gloria le ha dado taurinamente a la capital.
Afortunadamente, ya está en gestación esa nueva escuela que se mantendrá exclusivamente del dinero que genera el propio espectáculo en Madrid, no sea que los reyes del mamoneo, como ese actor tan malo que es Dani Rovira, que vive exclusivamente de ellas, sigan difamando al toreo de mantenerse gracias a las subvenciones. Es así, como pasó hace ya cuarenta años, como la Escuela Taurina de Madrid va a volver a ser un positivo modelo a seguir por el resto de centros de toda España en estos tiempos revueltos.
Y para cerrar la semana con más positivismo ahí estuvieron, tras sus durísimos calvarios, las reapariciones de David Mora y Jiménez Fortes en Vistalegre, mostrando una vez más en las misma narices de esta sociedad que no quiera verlo que los toreros siguen siendo unos héroes necesarios, la evidencia palpable de la entereza y de la superación humana.
Más allá del resultado -positivo en el triunfo para Mora con dos toros de vacas; más positivo, aun sin orejas, para Fortes en una dura prueba de valor con un lote complicado-, la vuelta a los ruedos de estos dos hombres auténticos no deja de ser un estímulo para el propio toreo, un ejemplo de constancia en la lucha que debe animarnos a todos a seguir adelante.
Y, si puede ser, a hacer las cosas con un poquito más de sensatez. Por ejemplo, sin malvender televisivamente un acontecimiento al que no acudió como era de esperar un público que no es que no tuviera interés por la cita sino que prefirió quedarse en casa viéndolo cómodamente desde su sillón, como también sucedió, y aún en mayor medida, con la atractiva novillada que lo precedió. Porque siempre es más positivo que la cabeza guíe al corazón.
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