La tradición del carnaval de Autlán ordena que, treinta días antes del comienzo de las carnestolendas, se deba anunciar el programa oficial. Además del acto protocolario, se realiza un desfile y algunos eventos gratuitos para la población. Para este año, el Patronato que lidera Juan Carlos Solorio decidió que el evento principal fuera una corrida de toros.

Y todo salió redondo: clima soleado, temperatura agradable, templadita, un cartel de toreros con hambre de colocarse en el escalafón y la novedad de los Recortadores Españoles. Así que, para no variar… plaza lució llena y con un ambiente inmejorable.

Las esperanzas del público se vieron cumplidas porque los toreros hicieron derroche de voluntad ante un encierro compuesto por ejemplares de La Soledad (cinco) y dos de Puerta Grande los que, ciertamente, poco apoyaron a la causa de los toreros (aunque todos pelearon, fuertes y prontos a los montados). Sin embargo, de ninguna manera, eso fue un ronzal para que Ernesto Javier "Calita" quien entró al cartel por una sustitución –del lesionado Oliver Godoy– finalmente se alzara con un triunfo, al llevarse un apéndice y dar una vuelta al ruedo.

El abre plaza, primero del lote del torero capitalino tuvo imponente presencia: negro bragado, veleto de encornadura y 498 kilos, durante la lidia estuvo al pendiente del torero, aunque, justo es decirlo, con base en aguante y decisión extrajo muletazos de buena factura. A mitad de faena se agarró al piso y probó a Calita.

Para finalizar, toreo por la cara, un desplante rodilla en tierra, un pinchazo y otra entera para retirarse en silencio a los tableros. El segundo, que no le correspondía, ya que era de su alternante Ricardo Frausto, a la sazón en "el hule" por una voltereta que –en primera instancia, nos hizo temer un percance gravísimo– al cogerle por el vientre de muy mala manera, estrellarlo contra las tablas y buscarle con fiereza por la arena en la tronera del burladero de matadores, temporalmente lo envió a la enfermería de la plaza, con una fuerte conmoción. Así que Calita lo probó con la muleta, y "Altair", herrado con el número 266, se prestó más para el lucimiento.

Tuvo amplio recorrido, fijeza, obediencia a los engaños y emotividad, a más de trapío de verdad. Calita realizó compases de buen toreo por ambas manos, que el público apreció y coreó la faena. Por desgracia, el gusto no pudo prolongarse mucho y también, por desgracia, tuvo el espada que tirarse a matar en una segunda ocasión, debido a un pinchazo que le hizo perder el trofeo, pero no la bien merecida vuelta al ruedo que dio.

Ya con el que sí era de su lote, un toro que ofreció menos posibilidades, le encontró el sitio y la distancia, como para aprovechar las exiguas posibilidades de un toro pegajosillo que luego se volvió gazapón. Remató con estatuarios en la boca de riego y despacharlo con una media –según esto, lagartijera– que hizo rodar sin puntilla al de La Soledad. Conquistó una oreja que fue muy celebrada por los autlenses.

Gerardo Adame no iba a dejarse ganar la pelea. Se le vio frustrado con el primero de su lote y aunque fue el único ejemplar con el que un sector del público se inconformó por su falta de trapío, éste se vio recompensado por la actitud del aguascalentense que nos puso al borde del asiento en un quite por gaoneras y saltilleras, más que reunidas, más que ajustadas, en las que se dejó venir al toro desde tablas, hasta el mimísimo centro del ruedo.

Ejecutó series con mucha entrega por ambos lados, pero lo pinchó en un par de ocasiones, y luego dejarlo para las mulillas al primer golpe con el descabello. Saltó el segundo de su lote. Adame se entregó más aún con este –todo un– toro. Lances a pies juntos, con mucha quietud que fueron muy aplaudidos al comienzo de la faena.

Más tarde inició el trasteo con escalofriantes estatuarios en el centro del anillo, para seguir con series por ambos lados, mientras Vidriero quiso embestir; porque se dio el toro a salir con la cara alta que, aunque justo es consignarlo, su matador redobló esfuerzos para complacer a la afición, quien bien lo comprendió y luego de una entera que, bueno, no tuvo una colocación impecable, pero los tendidos apreciaron con justicia los empeños y le premiaron con una oreja.

A Ricardo Frausto –de quien ya consigné la espeluznante cogida que sufrió– ya no lo contábamos. Afortunadamente, sí salió a matar su segundo enemigo, no repuesto totalmente físicamente, pero muy completo de su entrega. Los tendidos lo recibieron como a quien –literalmente– pensaban no le verían más.

Frausto correspondió con una faena voluntariosa en la que buscó agradar en un quite por zapopinas y con la muleta, una tercia de cambiados en el eje del ruedo, a más de una par de pases de pecho, uno de ellos rodilla en tierra, y otro con la mano siniestra que arrancaron fuertes ovaciones. Todo frente de un toro deslucido que, por fortuna, no fue capaz de opacar la disposición del de Aguascalientes. Una serie final por bernadinas, media defectuosilla y se llevó una oreja a su espuerta.

De los Recortadores Españoles ¡vaya manera de conectar con el público! Hemos disfrutado de una gran actuación de los iberos, aunque en el grupo torea Jorge de Jesús “El Glison", hijo. Al calce: saltos con garrocha, del ángel, etcétera, que hicieron las delicias de la concurrencia. Al terminar su actuación, los recortadores escucharon la emocionada ovación, de la plaza de toros "Alberto Balderas", toda puesta en pie. Irrumpieron con el pie derecho.