Lo vive, lo sufre, se entrega y transmite. Así es José Luis Angelino, que hoy repitió su triunfo de la temporada anterior en La México. Y la recompensa fue otra salida a hombros que viene a paliar todos esos momentos donde se fraguan los sueños de los toreros.

Porque esta lucha es de todas las tardes, sobre todo ante el panorama tan cerrado al que se enfrentan muchos toreros que no gravitan en ese grupo reducido de espadas de la nueva generación que tienen contratos con buenos carteles y ganaderías que garantizan más éxito, por lo menos en el papel.

De esa fragilidad de espera todo un año a volver a esta plaza están hechas las ilusiones, y tragar con lo que sea y como sea para aparecer en el Derecho de Apartado. Así que el tlaxcalteca hoy no desaprovechó la oportunidad de mostrar que venía a por todas y desde el recibo a porta gayola al "remiendo" de San Marcos, hasta que rodó patas arriba el quinto, de De Haro, Angelino fue toda entrega… y actitud.

Y con dos medios toros hizo lo que tenía que hacer: torear de capote, cubrir el tercio de banderillas y tratar de consentirlos para ejecutar dos faenas distintas, siendo la segunda la de mayor calado.

Esto le dio como resultado el corte de sendas orejas y salió a hombros. A ver si con esto otras empresas le abren puertas y lo consideran como un torero honrado que da espectáculo. Porque hoy dio otro paso al frente, sin lugar a dudas.

Pepe López no terminó de estar a gusto con el tercero, que, como casi toda la corrida del hierro titular, le faltó fondo y desarrolló complicaciones. En el sexto se enfibró más con un toro al que le clavaron banderillas negras, en un detalle que no venía al caso porque al final sí pudieron picarlo.

A este ejemplar de De Haro lo toreó carca de las tablas, por el rumbo de la enfermería donde Diego Martínez estaba siendo atendido de un fuerte golpe en la pierna derecha, producto de la voltereta sufrida en el tercio de banderillas.

Una estocada ejemplar, por la limpieza de su ejecución, de la que el toro tardó en doblar, fue uno de los mejores pasajes de una digna actuación del michoacano.

El que no tuvo la suerte en su mano, literalmente, porque vino él mismo a sortear, fue Víctor Puerto. Al madrileño le tocaron dos toros sumamente deslucidos e incómodos, por distraído y descastado el primero, y por gazapón el segundo.

Sólo pudo lucir en unas suaves verónicas al cuarto, pero lo demás se le fue en tratar de acoplarse sin encontrar ningún resquicio para el lucimiento, quizá un tanto desmoralizado con aquellas embestidas tan inciertas que no le permitieron mostrarse.

Para colmo de males, su manejo fue deficiente y esto terminó de encender al público en su contra, que no vio con buen agrado la actitud que adoptó Puerto quien a pesar del arduo entrenamiento de estas semanas en el campo mexicano, al final no pudo cumplir con el objetivo que se había trazado.