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La patrona le hace el milagro a Castella (video)

Domingo, 12 Dic 2010    México, D.F.    Juan Antonio de Labra | Foto: Sergio Hidalgo           
Y enloquece a la afición capitalina con una faena soñada
Los misterios de la Fiesta pusieron en manos de Sebastián Castella al toro "Guadalupano", de Teófilo Gómez, y aunque los toreros suelen ser devotos a su manera, y sólo ellos mismos saben hasta qué punto aferrarse a las cuestiones de la fe, el destino quiso que surgiera un faena arrebatadora que enloqueció al público hasta desembocar en el indulto del bravo "Guadalupano".

Presenciar el indulto de un toro en La México tiene una magia especial, sobre todo si la faena es de indulto y el toro lo merece. En este caso, las dos cosas se conjuntaron y fue así como surgió el toreo de mayor calado que ha ejecutado Sebastián en la Monumental a lo largo de los años. Su expresión artística hizo crujir de emoción al público a la par que el trasteo iba ascendiendo en una espiral de regusto y abandono.

Ciertamente, Sebastián había estado bien delante de su lote, pero sin llegar a romperse del todo, tal vez porque los toros anteriores habían embestido de manera borreguna hasta que apareció en la arena "Guadalupano".

Y este ejemplar, que ahora sí cumplió a cabalidad aquello del “"séptimo cajón" de las figuras del toreo, resultó un dechado de incansable transmisión, algo que se había echado en falta en un festejo marcado por el tedio y la falta de chispa de la que carecieron casi todos los toros de ambos hierros.

A partir del quinto, un toro enrazado de Los Encinos, con el que José Luis Angelino sufrió una fuerte paliza toreando de capote, la tarde comenzó a adquirir un cariz más emocionante, ingrediente indispensable de la Fiesta. Y fue al terminar esta demostración de esfuerzo sin recompensa por parte del tlaxcalteca, cuando la corrida tuvo su punto de inflexión.

Y si Arturo Saldívar, que había toreado muy bien con la zurda al toro de su confirmación, al que cortó una merecida oreja tras matar de una eficaz estocada, no tuvo opciones con el sexto porque se partió el pitón derecho nada más cambiarse el tercio de muerte, se quedó inédito con este ejemplar.

Pero volvamos al toro de regalo, ese de nombre "Guadalupano", al que Castella fue consintiendo, imponiéndose con inteligencia y suavidad, dándole tiempo y espacio, algo que a veces se le olvida cuando la sangre le hierve en las venas en su irrefrenable sentimiento de triunfo. Y de esta manera fue edificando una faena de una reciedumbre casi indescriptible.

Conforme fue llevando embebido al toro en los vuelos de la muleta, Castella se percató que "Guadalupano" podía templarse con más ritmo, y acompasar las embestidas. Así que poco a poco fue sacando ese fondo de calidad que atesoraba el de Teófilo Gómez, que terminó embistiendo con un alto nivel de tres cosas difíciles de encontrar en un mismo individuo: transmisión, clase y duración. Cabe mencionar que se pasó con un puyazo discreto, del que salió un tanto tembleque, pero que, afortunadamente, superó con creces en los minutos siguientes.

La faena fue siempre a más, y los muletazos por ambos pitones se sucedieron unos a toros en una borrachera de toreo que hizo explotar de júbilo a este público tan sensible, que nunca dudó que aquel toro debía volver al campo porque si es un toro de los llamados "puros" (de ascendencia directa de Saltillo, vía encaste Llaguno), puede ser un reproductor de lujo si consigue fijar estos caracteres tan interesantes que mostró a lo largo de su vibrante lidia.

Cuando Castella ya había cuajado por completo a "Guadalupano", el juez de plaza se puso un poco remolón ante la insistencia popular, pero terminó cediendo y atendió con tino aquellos gritos de la gente, ya cuando Sebastián se había vaciado, después de torear "como los propios ángeles", que decían los revisteros antaño, y más el día de hoy, en una fecha tan significativa para los mexicanos que veneran a la Virgen de Guadalupe como esa madre tierna y protectora, capaz de hacer milagros como éste que hoy vivió el torero de Beziers en La México a través de una faena cumbre y un toro inolvidable.

Ficha
México, D.F.- Plaza México. Sexta corrida de la Temporada Grande. Un poco más de un tercio de entrada (unas 16 mil personas) en tarde soleada y fresca. Cuatro toros de Teófilo Gómez (1o. 2o., 3o. y 7o.) disparejos de hechuras y dóciles y flojos en su conjunto, salvo del 7o. que fue bravo y tuvo mucha duración, merecedor del indulto. Y tres de Los Encinos, de escaso juego con excepción del 5o., que fue enrazado. Pesos: 530, 490, 495, 530, 522, 545 y 500 kilos. Sebastián Castella (gris perla y azabache): Ovación, silencio e indulto. José Luis Angelino (espuma de mar y oro): División y ovación tras petición. Arturo Saldívar (blanco y oro): Oreja y silencio. Destacó en la brega Raúl Bacélis, y con las banderillas Ismael Rodríguez, Jorge LunaMauricio Kingston. Al final de la lidia del 5o. se despidió el veterano picador Domingo López "Zotoluco", tras más de medio siglo en la profesión. Saldívar confirmó con el toro "Peregrino", número 651, cárdeno oscuro, con 530 kilos, de Teófilo Gómez. El toro indultado se llama "Guadalupano", número 635, cárdeno oscuro, con 500 kilos.

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