Durante la corrida del domingo pasado en la plaza "Nuevo Progreso" de Guadalajara se dio un hecho que evidencia la nueva relación entre empresa y autoridades del coso tapatío, y que fue visible para el público que acudió a la tercera corrida de aniversario

Se lidió un bien presentado encierro del hierro de Pozo Hondo y, de acuerdo con el reglamento taurino vigente, los ganaderos deben presentar la reseña de los toros a lidiarse, junto a la declaración de la fecha de nacencia de cada uno de sus ejemplares. En esta ocasión, el juez de plaza y la empresa atendieron la normatividad establecida en el artículo 86, que dice lo siguiente:

"(…) los porteros de toriles avanzarán al centro del ruedo presentando el cartelillo en que se anunciarán el hierro y la divisa de la ganadería, así como el número, nombre y peso del toro, siendo conveniente incluir el mes y año de su nacimiento…”.

O sea, que no es obligatorio, pero "sí conveniente", por tanto Jorge López de los Reyes, gerente operativo de la empresa, así como el nuevo juez de plaza Alfredo Sahagún Michel, a su vez representante del alcalde de la ciudad, de común acuerdo consideraron conveniente que, de ahora en adelante, se anuncie la fecha de nacencia de cada toro lidiado.

La intención de la autoridad es que el año de nacencia se anuncie dentro del mismo cartel, y no en uno aledaño, como ocurrió el domingo anterior, para así evitar que salgan cuatro monosabios a realizar esta labor y únicamente sean dos.

Asimismo, Sahagún afirma que hará gestiones en el mismo tenor para que sean recuperadas tradiciones de la Fiesta Brava en la capital de Jalisco que han ido perdiendo.

Por ejemplo, durante muchos años, en Guadalajara se banderilleaba el primer toro de la tarde con garapullos vestidos con los colores de la divisa del hierro titular, y el segundo par estaba adornado con los colores de la bandera de la ciudad.

Esta costumbre se dejó de lado porque algunos toreros prefieren utilizar su zarzo de banderillas personal, generalmente de color blanco, cuya finalidad es que la ropa de torear no se manche (sobre todo el raso de la chaquetilla) cuando la sangre del toro entra en contacto con la pintura de color que adorna los papelillos con los que están vestidos las banderillas.