Ande usted que, llenos de ilusión, nos apersonamos en la Nuevo Progreso. Un cartel de oportunidad para seis toreros, para el buen aficionado es siempre la esperanza de un agarrón entre ellos, más la posible garantía de emociones fuertes en las gradas.

No… no fue así. Disposición y buen toreo los hubo a momentos. Con excepción hecha del cuarto de la tarde, el resto del encierro, tanto la dehesa de Arroyo Hondo como El Garambullo –casi– cumplieron en la presentación de sus pupilos.

Y digo casi; porque un par de ejemplares mostraron defectos de cuerna, sin que llegaran a dejar mal parados a sus criadores. El cuarto de la tarde sí. En lo que les fallaron fue en la falta de emotividad en general, además que pronto se agarraron a la arena. Ninguno de los novillos, a pesar de la evidencia de un pelo más de la edad reglamentaria tuvo malas ideas, ni desarrolló sentido.

La ovación de la tarde se la llevó el piquero David Vázquez. "Garbanzo", un chorreado en morcillo que hizo cuarto de tanda embistió desde los medios a su cabalgadura, cuando aún no llegaba a su posición a contra–querencia. David le aguantó, mientras chorreaba la vara colocada en todo lo alto. La plaza entera lo felicitó con emoción.

Destaco en Rafael Reynoso, que se le nota oficio y cabeza torera. Al que abrió plaza lo recibió con lances a pies juntos que tuvieron temple. Luego colocó al morito por tapatías y el quite por verónicas tuvo calidad. Supo esperar las embestidas lentas del de Arroyo Hondo, para luego de aguantarlo cuajar, entre varias, un par de series, –las mejores de la tarde– una con la sarga en la diestra y otra con la mano siniestra. Se tiró a matar con decisión, para dejar una estocada muy delantera que le privó de llevarse el trofeo. El público le llamó al tercio, para dedicarle una sonora ovación.

El regiomontano, Juan Padilla entró en lugar del torero de la tierra, Luis O. Ruvalcaba. El novillo que le correspondió tuvo empuje y emotividad, sólo en el primer tercio. Intentó pararle con lances a la verónica, pero obligó al torero a echar mano de una labor de brega sin mucho acierto. "Fuerza José", el bonito jabonero humilló en los capotes de la peonería durante el segundo tercio, pero al llegar a la muleta, como a José Alfredo se le acabó la fuerza. El regio lo entendió y echó mano de su aguante para realizar un buen trasteo. La serie más lograda fue con la mano derecha en los medios, y una dosantina con cambio de mano al calce que enardeció el exigente tendido tapatío. 

Cuando montó la toledana, nos regaló con el desplante de tirar la muleta y entrar a cuerpo limpio. Desgraciadamente, la ración entera de acero cayó trasera y tendida, por lo que no hizo efecto. Pidió la espada de descabellar, para acertar hasta el cuarto intento. En el ínter escuchó un par de bocinazos. Con todo y eso, el público le llamó a recibir una ovación en el tercio.

Tercero en el orden fue el hispano Daniel Menes. Mucha inversión del veterano para viajar desde su tierra, y sólo mostrarnos oficio y voluntad. Acepto, el ejemplar que le tocó en suerte, como dicen que alguna vez fue aquello de "Garabato"… ni pal gato. Para comenzar el trasteo de muleta botó las zapatillas, costumbre "chafa" –ojalá pase pronto– cuando parece que estorba la parafernalia de torero. Intentó vendernos un esfuerzo a todas luces infructuoso, y la parroquia no estaba de compras, aunque también lo acepto, por momentos aprovechó con acierto el corto viaje del novillo, con la muleta atrasada y el compás ligeramente abierto. Pinchazo, en seguida chalecazo, y a escuchar silencio al callejón.

Iván Hernández se llevó en el sorteo un longhorn. Bonito de hechuras, pero horrible por delante. En los primeros compases del tercio de muerte, Iván aguantó con valor del bueno, el ventilador en que estaban convertidos los feos pitacos. Decisión eficaz que, razonablemente corregido el defecto, le permitió capitalizar las pocas embestidas potables. Iba al paso el toro, le aguantó enormidades, hasta que se lo echó al lomo de fea manera. Por fortuna sin consecuencia ninguna. Sólo trabajo para el sastre. Todavía intentó, pero ya no pudo templar. Se tiró a matar a topa–carnero. Señaló un pinchazo y sepultó ración entera muy adelante.

Se presentaba también, el espigado José Miguel Arellano. Tiene buena planta, le funciona la cabeza, le gusta el buen toreo, acompañar con la cintura, y tiene percha de torero grande. No está incómodo en la cara de los toros y asienta las zapatillas con firmeza. Está verde–verde, pero es interesante el torero. No le espantaron, ni el escenario ni la catadura del novillo con más romana del encierro. Entera adelante y descabelló al primer golpe.

Cerró el festejo otro buen prospecto. Gerardo Sánchez. Tiene empaque, personalidad, aunque le faltó decisión para acortar la distancia entre pase y pase se le nota a leguas el verdor también, pero tiene expresión corporal, aunque a veces torea… suavecito de más. Hay que verlo de nuevo.