Caray, el cartel prometía cosas buenas. Tanto José María Pastor, como Chema Hermosillo, han gustado en ésta plaza desde sus comparecencias anteriores. Del capitalino Arturo Soto habíamos tenido buenas referencias y por algo estaba en este cartel.

El encierro anunciado, del hierro de Marco Garfias, también abonaba a nuestras fundadas esperanzas de una tarde interesante y hasta de triunfos. Pero –válgame Dios, los peros– el hombre propone, el supremo dispone, viene el toro, y todo lo descompone.

Hombre, que no desarrollaron sentido, ni tuvieron comportamientos chungos los pupilos del bien recordado arquitecto Marco Garfias, mas hoy nos pintaron bastos por las escasas posibilidades de éxito. Que no se comían a nadie, pero tampoco le dieron ni un sorbo de agua al sediento gallo de la pasión.

El aguascalentense José María Pastor, hoy se llevó el gato al agua al cortarle un trofeo meritorio al segundo de una tarde que tuvo un concierto de 8 bocinazos desde el balcón paciente de la autoridad.

“Maleno”, segundo de la función fue sosillo, trotoncillo y distraído al final de los templados lances de recibo. En cambio, fue pronto a los caballos, así como al capote de José María en el quite por gaoneras. El novillo mejoró en su viaje en el segundo tercio que cubrió Pastor con más voluntad que acierto.

Destacó el tercer par, en el que sale desde el estribo, para encunarse en los medios y arrancar una sonora ovación. Con la muleta se fajó en toreros pases por bajo, rodilla flexionada en el intento de extender un recorrido que se antojaba poco esperanzador.

Sin embargo, con base en aguante y entrega, el torero de Aguascalientes llevó, paso a paso al de Marco Garfias en serie emocionantes por ambos lados. En ese momento de mayor entrega, el novillo le alzó las zapatillas de la arena para campanearlo peligrosamente, por fortuna sin daños que consignar. No se arredró el novillero y aún labró series muy apreciadas por los tapatíos. Ya perfilado en la suerte contraria, “Maleno” se arrancó para que Pastor lo aguantara a pie firme. Una entera en gran sitio para que el palco no tuviese duda en otorgar el bien ganado trofeo.

El quinto de la tarde, que por cierto falló en la añeja predicción aquella de que no hay malo en ese lugar, le puso las cosas cuesta arriba al hijo del recordado César Pastor. El inicio de su faena de muleta fue muy torero: por bajo, con una rodilla en tierra, mas –por cierto, otro pero– a “Pancha” (válgame Dios, por cierto, qué nombrecito) le faltó ritmo, clase, entrega y además fue pegajoso. José María intentó sin que al novillo le interesara el trasteo. Para más inri, el novillero pasó las de Caín con el acero para escuchar un par de avisos.

El capitalino, Arturo Soto, no vino de paseo. Se le notaba la conciencia del ruedo que pisaba. Y en ese tenor se comportó a través de toda la tarde. Se ajustó desde abrirse de capa, para en el tercio de muerte comenzar de hinojos en tablas en donde se llevó un achuchón al quedarse el novillo “Nicolás” a medio viaje por el izquierdo. De pie consiguió cuajar buenas tandas por ambos lados y la atención de los tendidos.

Éste ejemplar tuvo mejores condiciones: fue pronto, fijo y claro. A fe buena que Soto estuvo a la altura, a pesar que el novillo cantó la gallina para irse a tablas. De los aceros, ni hablar. 3 avisos 3.

Con el segundo de su lote estuvo de nuevo bien. El que no correspondió fue su enemigo; porque Arturo le construyó la faena cual debe ser, a un ejemplar descastado y falto de recorrido, pero cuando el pobre tiene pa’ carne, resulta que es vigilia. Bien por Arturo Soto y pues, yo creo que mal por su profesor de espadas. Escuchó un aviso más. Sólo espero que no se me desanime el torero.

A José María Hermosillo, hoy le tocó mirarle la espalda al santo. Por disposición y entrega no paró el de Aguascalientes. El primero de su lote no tuvo fijeza. Además, se puso mirón incluidos los muslos del torero. Aun así, Hermosillo le plantó cara, hasta que se dedicó el novillo a contemplar (gran noticia) la gran cantidad de jóvenes que acuden a los tendidos de nuestra plaza. No sé si haya guapos; pero guapas… hasta pa’ aventar pa’ arriba.

Par de visos escuchó el torero. Total que el segundo enemigo de Chema, “Tunero” de nombre, tampoco le ofreció posibilidades. Un novillo pegajoso, espinoso y distraído, al que éste buen torero consiguió, a pesar de todo, buenos pasajes en su entregada faena. Batalló para

cuadrar a su enemigo, porque no lo sometió. Un pinchazo y una entera fulminante, para retirarse en silencio al callejón.