A sus 51 años de edad y 32 de alternativa, el diestro del barrio de Fátima en Apizaco, el llamado León de la Escondida, Alberto Ortega, vive minuto a minuto de manera intensa su preparación para, después de cinco años de no vestir de luces, hacerlo en una plaza que le han dejado huellas imborrables como lo es la Jorge Aguilar "El Ranchero", en la ciudad de Tlaxcala.

Instalado en la comodidad de la finca La Escondida, propiedad de su familia, el matador Alberto Ortega Blancas, quien el próximo 12 de mayo cumple 32 años de haberse doctorado, recuerda ese momento con emoción, en la ciudad de Puebla, de manos de Curro Rivera y como testigo a Pedro Gutiérrez Moya "Niño de la Capea", con toros de Tequisquiapan.

Viene a su memoria ese mes de octubre de 1992, como si fuera ayer, cuando en la Corrida de las Américas, festejo simultaneo, transmitido en cadena mundial desde Tlaxcala, La Plaza México, Colombia, Ecuador y Madrid, se llevó una cornada que casi le cuesta la vida.

A casi 25 años de ese hecho, Ortega se concentra, entrenando en forma dedicada, como si fuera un novillero a punto del debut, con ese nerviosismo, pero con la actitud en lo más alto, para reaparecer en los ruedos vestido de luces, el próximo sábado 15 de abril, en una semana más, en la llamada Corrida de la Gloria en Tlaxcala, en un mano a mano con Uriel Moreno “El Zapata", para lidiar astados de Atlanga y Vicencio.

 Al lado de su hijo José Alberto, de 16 años de edad, becerrista y quien sueña con superar lo hecho por su padre, se levanta todos los días temprano, corre, ensaya su torero y acude a tientas donde es invitado por los ganaderos, todo para ponerse a tope.