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¿Y dónde quedó la rivalidad? (video)

Domingo, 13 Nov 2016    Ciudad de México    Juan Antonio de Labra | Foto: Hidalgo           
Joselito Adame lució únicamente con el primer toro de su lote
Los mano a mano de "papel" no suelen ser recomendables, y aunque en la actualidad se prodigan, si no existe una auténtica rivalidad -y alguna mentada de madre de por medio- la verdad es que carecen de sentido. Y en esta época de tanta corrección política entre los toreros, difícilmente surge ese auténtico agarrón que se requiere en una confrontación de este tipo, para que la emoción prenda en el tendido.

En esta segunda corrida de la Temporada Grande la mejor noticia fue la entrada, que mejoró ostensiblemente. ¿Se imaginan sin en vez de ese mano a mano forzado entre Joselito Adame y Roca Rey se hubiera programado desde un principio a José Mari Manzanares en un cartelazo de corte internacional, y la corrida de ayer no se hubiera celebrado sino únicamente ésta en el primer fin de semana? Seguramente la entrada hubiera superado los 30 mil espectadores.

Pero como "el hubiera" bien dicen que no existe, cabe destacar que algunas circunstancialidades marcaron el rumbo de una tarde de pobre relieve artístico, en la que sólo dos faenas calaron en un público ávido de vivir mayores emociones.

La corrida comenzó con el único toro realmente de triunfo de cuantos aparecieron por toriles, un cárdeno largo y hondo, que dio un juego muy definido en el primer tercio, y que acudió humillado y con clase al capote de Adame, que le dio buenas verónicas de recibo.

Después de ser mal picado, el toro escarbó un poco en banderillas y le dijo a la cuadrilla del hidrocálido que era preciso citarlo en la distancia precisa y hacerle las cosas bien. Y tras un inicio de faena metido en tablas, en el que Joselito toreó por alto, contraviniendo el comportamiento del cárdeno, que pedía una muleta mandona y de mano baja, las cosas comenzaron a fluir poco a poco.

El acoplamiento entre ambos sobrevino instantes más tarde, cuando José le dejó la muleta puesta debajo del hocico y le dio el tiempo justo para traerlo embebido en los vuelos del engaño, en un par de series de templados y largos naturales.

La gente se entregó en esas dos tandas, y disfrutó otras más de toreo en redondo, por el pitón derecho, lado por el que de salida, el cárdeno se había empleado con más calidad.
Así discurrió esa parte medular de una faena recia que no pudo se rematada con la espada, cuya punta, al perfilase, mira siempre al cielo, y que ahora no hizo la comba suficiente para caer en el sitio y terminó siendo un feo chalecazo, que le arrebató la posibilidad de cortar una oreja de peso.

Después de esta primera faena que abrió boca, y dejó el ambiente con ganas de más espectáculo, Roca Rey apostó fuerte ante un toro que embestía con la cara por las nubes. Dotado de inteligencia y sitio, además de un valor que no le cabe en el cuerpo, el peruano arriesgó desde el inicio del trasteo toreando de rodillas, y estuvo a punto de sufrir un serio percance en el cuello cuando cayó a merced del toro. La gente se repuso del susto y siguió con gran atención un trasteo hábil, plagado de recursos, muy en la cuerda de una tauromaquia que se afana más en impactar a la gente que en profundizar en su toreo.

El peruano le tapó la cara una y otra vez al toro en acompasados pases de mano alta, acorde a la embestida del ejemplar, lo que sin duda fue muy hábil. A la hora de matar, y era obvio, el de Xajay acudió con la cara arriba y no era fácil meterle la mano. Ahí se esfumó la posibilidad de que se cortara otro apéndice, que hubiese dado más sentido a la expectación que había generado la corrida.

A partir de entonces, la falta de transmisión de los toros de Xajay, varios de magnífico trapío, por cierto, dio al traste con el festejo. Joselito se mostró tristón y sin conectar con la gente en sendas faenas -un tanto mecánicas-, mientras que Roca Rey volvió a porfiar con arrojo pero sin toros que le permitieran acabar de redondear nada, salvo los ceñidos quites por tafalleras y saltilleras, y la excelente estocada al sexto.

Al final los dos toreros atravesaron el redondel cabizbajos y con el descontento de la gente zumbando en las orejas, un hecho que sólo reflejó la conclusión de una tarde en la que la rivalidad brilló por su ausencia.

Ficha
Ciudad de México; Plaza México. Segunda corrida de la Temporada Grande. Media entrada (unas 21 mil personas) en tarde brumosa y fresca. Seis toros de Xajay bien presentados, de poco juego en general por su falta de transmisión, salvo el primero que tuvo calidad y fue el más destacado. Pesos: 512, 501, 492, 485, 543 y 541 kilos. Joselito Adame (azul celeste y oro): Palmas, silencio y silencio. Andrés Roca Rey (tabaco y oro): Palmas, silencio y silencio. Incidencias: Sobresalió en varas David Vázquez. El sobresaliente Alejandro Ayala no salió a colocarse en el sitio correspondiente durante los tercios de varas y de banderillas, hecho que debió hacerle ver el inspector de callejón. Al finalizar el paseíllo, la directiva de la "Porra Libre" entregó un trofeo a Joselito Adame como triunfador de la temporada anterior.


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