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Historias: Novedades del pasado taurino mexicano

Miércoles, 10 Jul 2019    CDMX    Francisco Coello | Foto: Archivo FC   
"...El catálogo de registros taurinos nos ha llevado a los..."
El 8 de julio de 1960 fue formalmente puesta en funcionamiento, la Dirección General de Actividades Cinematográficas de la Universidad Nacional Autónoma de México ("Filmoteca de la UNAM", de aquí en adelante). Su primer director, Manuel González Casanova, en el acto inaugural, integró el que sería su primer sustento con varios rollos de película, entre los cuales se encontraba el documental "Torero" (de 1956), dirigido por Carlos Velo, y con el apoyo de producción de Manuel Barbachano Ponce así como de George P. Werker. 

Como sabemos, su estreno se produjo un año después y fue motivo de varias nominaciones internacionales, incluyendo la del "Óscar" al mejor documental largo, donde Luis Procuna nos cuenta momentos muy emotivos, pero también muchas tribulaciones de su vida.

Así que, la fundación de la Filmoteca de la UNAM se debe, en buena medida, a un rodaje de tema taurino, mismo asunto que, a 59 años vista, sigue siendo motivo de una atención muy especial por parte de su comunidad, la que ha realizado desde sus orígenes mismos, una labor incansable de catalogación, conservación y rescate no solo en este tema específico, sino en muchos otros, lo que le otorga un público reconocimiento por las diversas tareas que ha realizado en casi seis décadas de existencia.

En nuestros días, el catálogo de registros taurinos nos ha llevado a los investigadores a la conclusión de que, entre lo que custodia y por todo aquel material que conservan particulares y algunas instituciones no solo en la ciudad de México, sino en otras regiones del país, esto eleva el número de registros de cortos, medios y largometrajes (documentales y cine de ficción) a más de 2 mil títulos, número que por el panorama apreciado en perspectiva, se incrementará notablemente en la medida de elaborar un recuento, el más completo que sea posible a mediano plazo.

Desde el comienzo del presente siglo y hasta nuestros días, ha ido recibiendo fondos tan importantes como el "Daniel Vela", "Julio Téllez" (en una primera parte), "Salvador Toscano", "Marco. A. Ramírez Villalón" y "Jesús Solórzano" los que, en su conjunto, reúnen imágenes que cubren materialmente el siglo XX en forma por demás generosa. Afortunadamente, la mayoría de estas colecciones, se encuentra calificada y catalogada, lo que permite ya el acceso de parte de interesados e investigadores.

Cineastas y aficionados reconocidos hasta ahora, son y han sido solo algunos personajes como el ya citado Manuel Barbachano Ponce, Julio Téllez, Heriberto Lanfranchi, José Luis Delgado (en Monterrey), Ramón Francisco Ávila Rivera (en Aguascalientes) o Nadim Ali Modad, en Guadalajara. También, tenemos conocimiento que por ahí se encuentran colecciones como la de José Hoyo Monte, Xavier Campos Licastro o Javier Ochoa Rivera.

Todo lo anterior se enlaza de manera perfecta con la reciente aparición de Filmografía mexicana. 1896-1911, obra del doctor  en sociología Juan Felipe Leal y Fernández, incansable investigador que ha venido dando forma a dos importantes colecciones: Anales del cine en México, 1895-1911 y Cartelera del cine en México, 1903-1911 con poco más de 30 títulos.

Cada uno de ellos, ha sido elaborado con el rigor y la calidad que le caracterizan, de ahí que se considere como una obra imprescindible, si se desea tener un panorama de la génesis del cine en México, misma que se encuentra delimitada a un lapso de tiempo concreto: 1896 a 1911.

Al ocuparse nuestro autor de los primeros cinco años que comprende su trabajo, esto de 1896 y hasta 1900, encontramos auténticas sorpresas relativas a la presencia del quehacer cinematográfico donde el tema taurino ocupa un lugar especial, tanto como por el hecho de afirmar que la primera filmación realizada en nuestro país, esto por allá del mes de febrero de 1896, se destinó recoger imágenes taurinas. Y así lo afirma, como sigue:

"En efecto, se sabe del rodaje en 1896 de tres filmes tomados por estadounidenses en suelo mexicano pero que nunca se exhibieron en salas del país. Se impresionaron en febrero y marzo de ese año y son, en realidad, las primeras películas hechas en México.

La primera cinta fue obra de Enoch Rector, quien era asociado de los Latham en The Kinetoscope Exhibition Company (encabezada por Otway Latham, su hermano Gray y su padre Woodville), una de las tres empresas que comercializaron el kinetoscopio en el mundo. 

Se trata de una corrida de toros celebrada en la plaza de San Pablo de Ciudad Juárez, Chihuahua, y es, de hecho, la primera película en el tiempo rodada en México, pues recuérdese que los enviados de los hermaños Lùmiere comenzaron a filmar hasta agosto. Hay que aclarar que el rodaje se realizó casi por casualidad, teniendo de fondo un suceso de la cinemaogafía mundial por demás interesante.

El acontecimiento a que se refiere Leal y Fernández, es la célebre pelea de box que protagonizaron Bob Fitzsimmons y Peter Maher, misma que estuvo envuelta en polémicos asuntos relacionados con el hecho de que no se otorgó el permiso correspondiente para llevarla a cabo, lo que ocasionó un conflicto entre las autoridades, tanto las de nuestro país, como las de la propia nación vecina. 

Aquello devino en estiras y aflojas, donde al final de todo el caso, pudo celebrarse la contienda, lo cual ocurrió en una fecha programada posteriormente. Esto dio tiempo a que los camarógrafos ya mencionados, y aprovechando el tiempo que se ocupaba para los menesteres legales y su rocambolesco desenlace (el cual se desarrolló finalmente en el estado de Coahuila), tuvieran tiempo de filmar un festejo que se programó más o menos en la segunda quincena de febrero, y donde lamentablemente, a pesar de toda búsqueda de información al respecto, la labor ha resultado infructuosa. Sin embargo, puede saberse que lograron su cometido, y el material se exhibió días más tarde".

Juan Felipe Leal nos sigue comentando que "Bullfight se exhibió en el Hotel Saint James de la ciudad de Nueva York y duraba diez minutos, que se volvían 20 al proyectarse la película de manera continua como banda sinfín. No obstante, “El toro estaba fuera de cuadro una buena parte del tiempo, aunque uno podía decir, por las acciones de los toreros, que les hacía cosas muy irritantes. Cuando se le vio fue evidente que se trataba de un animal ciertamente salvaje”, contaba The New York Daily Mirror.

Las películas de toros fueron embarcadas por express con destino a Nueva York. En la frontera, a pesar de las etiquetas de advertencia, los agentes de la aduana abrieron en su ignorancia de la fotografía algunas de las cajas y expusieron parte de los negativos sin desenrollar a la luz. Casi la mitad de los filmes se arruinaron. Desde entonces la torpeza de los agentes de muchas fronteras internacionales ha repetido ese desastre.

El filme que se salvó en las manos de los viajeros se desenrolló e imprimió para el eilodoscopio (el vitascopio de Latham) en Nueva York. Fue exhibido en el salón de proyecciones del viejo Hotel Saint James de la Quinta Avenida. Las vistas de toros fueron la maravilla del momento y atrajeron público considerable. Para los parámetros actuales (según una nota recogida en 1926), eran excesivamente defectuosas. 

La cámara de Latham carecía de la amplitud panorámica y de los mecanismos de desplazamiento que permiten a los operadores modernos seguir un centro de interés en movimiento (lo que en la actualidad es considerado como "paneo"). Por tanto, el toro en las películas de Latham corre a menudo fuera de la pantalla. 

El trabajo de Latham carecía de las técnicas de montaje, así que los blancos que muestran únicamente la arena del ruedo tuvieron que quedarse en la película. En su establecimiento ni siquiera era conocida la existencia de pegamento para películas que permitiera juntar el filme después de cortarlo. Las cintas tenían que correr ante la pantalla tal cual salían de la cámara".

En los años posteriores, se tienen algunos otros registros que dan cuenta de otros tantos festejos taurinos, por lo que conviene citarlos a continuación. Fue el propio Latham, acompañado de sus camarógrafos quien filmó ese mismo año, una corrida de toros celebrada en la plaza de toros de Tacubaya, esto durante el segundo semestre del mismo 1896.

En 1897 se rodaron las pélículas Bull Fight 1, 2 y 3, tanto en Sabinas, Coahuila, como en el el estado de Durango por la Edison Manufacturing Company, y donde es posible apreciar a Juan Jiménez "El Ecijano" realizando algunas suertes. Del mismo modo, los señores Louis Courrich y Henri Moulinie, filmaron el 2 de agosto de ese año y en Puebla "Corrida entera de toros por la cuadrilla de Ponciano Díaz", la cual se exhibió el siguiente mes en el Teatro Guerrero de la misma capital poblana.

En 1899, Guillermo Becerril y Salvador Toscano filmaron, editaron y presentaron "Corrida de toros por (Antonio) Fuentes y banderillas por (Enrique Vargas) "Minuto" en la Plaza "México" (la desaparecida de la Piedad). Si nos atenemos a que ese cartel se dio la tarde inaugural de tan célebre plaza, mismo que ocurrió el 17 de diciembre de el penúltimo año del siglo XIX, este registro no corresponde con la exhibición, la cual ocurrió en el Teatro Lavín, Matehuala, San Luis Potosí, el jueves 16 de noviembre de 1899.

Es probable, en todo caso, que ambos personajes, editaran un material, eso sí enterados de que el cartel inaugural para la importante plaza capitalina, ya se cocinaba semanas atrás y con esto, se buscaba el golpe publicitario y no otra cosa.

Y en 1900, Salvador Toscano filmaba "Corrida de toros en Ciudad Juárez, Chihuahua, lidia completa de tres bravos y arrogantes toros de Piedras Negras", misma que fue exhibida en el Circo-Teatro "Orrín", plazuela de Villamil, Ciudad de México el domingo 23 de octubre de 1904.

Con estos datos, tenemos ya idea más clara de la génesis cinematográfica del México a finales del siglo XIX, apenas un lustro en el que estos señores, extranjeros y nacionales, se dieron cuenta de la importancia sobre ese espectáculo tan fascinante como el de las corridas de toros, mismo que quedó impreso en películas, de las cuales quedan algunos pies, suficiente información para darnos una idea cabal sobre el estado que guardaba la tauromaquia de aquellas épocas.

Eso sí, las deficiencias de un cine naciente, no daban para mucho y lo que se puede apreciar es un conjunto de imágenes que sólo generan cierto escenario si bien corto y malo, pero suficiente para saber que, desde entonces, quedaron impresos para la posteridad personajes, escenarios, circunstancias de aquellas imágenes en movimiento.

Celebro la aparición de un libro fundamental, elaborado por un eminente universitario para el conocimiento de aquella actividad, que hoy también es motivo de su conservación y difusión. Eso nos ayudará a entender y seguir entendiendo la dimensión e importancia de ciertos aspectos que han pasado o siguen pasando por el racero del mito. Con todo lo anterior, ya no estamos para seguir siendo víctimas de cuentos e invenciones. Las imágenes nos ayudarán a tener mejor dimensión de las cosas.

Obras de consulta

Juan Felipe Leal y Fernández: "Filmografía mexicana. 1896-1911". México, Voyeur, Universidad Nacional Autónoma de México y Filmoteca de la U.N.A.M., 2019. 254 páginas. Ils., retrs., cuadros.

José Francisco Coello Ugalde, editor: TESOROS DE LA FILMOTECA DE LA UNAM: TAUROMAQUIA. Colección de DVDs. Volumen. II: "Los Orígenes. Cine y tauromaquia en México, 1896-1945". Universidad Nacional Autónoma de México, Difusión Cultural UNAM y Dirección de Actividades Cinematográficas, 2003. Título 02 RTC DVD-3943.


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