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Diego Sánchez pega primero

Jueves, 18 Abr 2024    AGS., Ags.    Juan Antonio de Labra | Foto: LM           
Cortó tres orejas en la corrida celebrada hoy en Aguascalientes
Dice el refrán que "el que pega primero, pega dos veces" y eso fue lo que hizo Diego Sánchez hoy en Aguascalientes. Desde aquí lanzó un grito de protesta al salir a hombros con tres orejas en la espuerta. Porque no sólo ha sido la demostración fehaciente de que no debe permanecer en el banquillo, a la espera de una oportunidad, si ya demostró de lo que está hecho.

Y toreros así, como Diego, con la misma voluntad de aguante, hay algunos cuantos más, que con su actitud pretenden dignificar su profesión, y aportar su valía a los carteles, como lo hizo esta tarde en que estuvo centrado, valiente, templado y recio con los dos toros de Montecristo que le tocaron en suerte, y terminó por salvar una corrida destinada al fracaso.

Ello se debió a la poca colaboración de un encierro cuyos toros tenían voluntad de embestir, pero la fuerza no les ayudaba, porque acudían a las telas acusando torpeza en las rodillas, tropezando, como si las articulaciones les dolieran, y sin poder desarrollar su fondo genético, que en esta ganadería está sumamente estudiado, cuidado hasta el más mínimo detalle, pues Germán Mercado es un ganadero muy apasionado, escrupuloso y profesional ¿Acidosis, la causa? Puede ser. Ya le preguntaremos al ganadero para salir de dudas.

Pero ese lote de Diego, especialmente su primer toro, "Castañuelo", de nombre, que fue bravo desde su salida, circunstancia que el torero de dinastía aprovechó para hacerle un valeroso quite y, más tarde, una faena recia, mandona, en la que lo llevó largo y lo templó con elegancia, sobre todo en los naturales, rematados por debajo de la pala del pitón.

Una estocada magnífica le valió el corte de dos merecidas orejas, y el reconocimiento unánime del público, que también vio con agrado su voluntad de triunfo con el quinto, un toro noble que duró poco y que, como los demás, acusó un desplazamiento sin la confianza suficiente para sacar a relucir la nobleza que atesoraba.

Media estocada en la yema, de la que el toro dobló pronto, le granjeó a Diego la segunda oreja, un tanto benévola quizá, pero que vino a ratificar su contundencia y reconocer en su persona, la sabia virtud de la paciencia al concluir una actuación que debe traducirse en un mayor número de contratos, porque se lo ha ganado a ley: en el ruedo, delante del toro.

El Zapata dio un mitin con las banderillas porque el primer toro, que era un buen mozo, el de más equilibrado trapío de la corrida, comenzó a cortar el viaje y no le permitió clavar ni un solo palo en… ¡siete pasadas en falso! Increíble, tratándose de un experto banderillero.

Argumentó Uriel en la entrevista concedida en nuestra transmisión de radio, que el toro estaba lastimado y es muy posible que esa misma torpeza de manos y continuo tropezar, haya sido la causa de desarrollar sentido que ni al banderillero Víctor Mora le dejó poner un par, sino solamente un palo pasando como pudo.

Eso sucedió cuando el veterano tlaxcalteca se sintió impotente y le pidió a la cuadrilla clavar las banderillas porque él ya lo había intentado en cinco frustradas ocasiones y había dimitido. Luego, aupado por la gente, quiso dar la cara y hasta en otras dos ocasiones pasó en falso, un hecho que, en este torero, fue noticia.

El juez de plaza, César Pastor, que fue un excelente banderillero, comprendió que el toro se podía resabiar todavía más, así que cambio el tercio con mucho criterio, no obstante que e toro solamente tenía un palo sobre el lomo.

Cabe decir, a favor de Uriel, que minutos después trató de robarle muletazos al toro, pero eso ya era imposible, porque arreaba, se frenaba, se caía y cortaba el viaje. Así que mejor optó por quitárselo de enfrente con rapidez tras haberle buscado las vueltas.

Al cuarto, que era menudito, con una pinta (negro careto, jirón, bragado corrido y remendado, a punto de ser berrendo) que recordaba a los galaches de los años sesenta, le hizo una faena deshilvanada porque el toro tampoco colaboró, de tal suerte que El Zapata, en esta feria, pasó de puntillas. Ni hablar, así es esto.

Otro tanto le ocurrió a Ginés Marín con su lote, que no le ayudó ni tantito. Elegante, técnico, y sobrio en su quehacer, el jerezano quiso ver si les sacaba algún provecho y no pudo ligar una tanda que fuera de su agrado. Así que su actuación pasó inadvertida.

A diferencia de este encierro de Montecristo, que tuvo un peso promedio de 480 kilos, mañana se lidiará uno de Santa Inés en el que vienen varios toros con mucha romana, tres de los cuales pesan casi 600 kilos. Vamos a ver si embisten. Ojalá, porque Antonio Ferrera, Angelino de Arriaga y Juan Pedro Llaguno, vienen, como los demás compañeros, cargados de ilusión de dar una buena tarde de toros.

Ficha
Aguascalientes, Ags.- Plaza Monumental. Tercer festejo de feria. Corrida a beneficio de la Academia Taurina Municipal de Aguascalientes Alfonso Ramírez "El Calesero". Un cuarto de entrada, en tarde de calor bochornoso, con algunas ráfagas de viento. Toros de Montecristo, desiguales en presentación y hechuras, de poco juego en general por su torpeza de manos y flojedad, de los que sobresalió el 2o. por su bravura. Pesos: 467, 496, 465, 470, 474 y 498 kilos. Uriel Moreno "El Zapata" (bugambilia y oro): Silencio y división. Diego Sánchez (obispo y oro): Dos orejas y oreja. Ginés Marín (carmesí y oro): Silencio y palmas. Incidencias: Después del paseíllo se hizo un reconocimiento al alguacilillo charro Juan José de Alba por 22 años en dicha labor, y a la muerte del 3o. se realizó la rifa del automóvil que se ganó un aficionado que tenía el boleto marcado con el número 1103. Se subió al coche y salió del ruedo con una enorme sonrisa al volante del vehículo.

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