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"Es la cornada más brutal que he visto": Víctor

Lunes, 12 Sep 2011    México, D.F.    Juan Antonio de Labra | Foto: Archivo   
El doctor González Camarena ofrece detalles del percance a Salvador Hernández
El doctor Víctor González Camarena, jefe de los servicios médicos de la plaza "Nuevo Progreso" de Guadalajara, todavía se encuentra impactado con la cornada que sufrió ayer el monosabio Salvador Hernández, misma que califica de "brutal" por las condiciones en que llegó el herido a la enfermería.

El experimentado galeno tapatío, gran aficionado a los toros, comenta los hechos que vivió con este espeluznante percance en un coso donde, a lo largo de los años, le ha tocado atender infinidad de cornadas, varias de mucha gravedad pero nada comparable a la del monosabio Hernández.

-¿Cómo se encuentra el herido?

-Es un milagro que todavía siga con vida. Se encuentra muy grave, y la verdad es que, tristemente, tiene pocas posibilidades de salvarse. En un rato más el nefrólogo lo va a dializar, pues tiene el riñón bloqueado y casi no puede orinar. Su edad, así como su condición de diabético, son factores que juegan a la contra. Esperemos que salve la vida.

-¿Alcanzó a ver cómo se produjo el percance?

-Ciertamente no, pues sucedió del otro lado al puesto del palco de los médicos. Y tampoco vimos ue lo llevaba arrastrando por el callejón. Dicen que fueron unos 40 metros, más o menos, lo que el novillo continuó su viaje llevando colgado del pitón a Salvador. Por las caras de las asistencias, percibimos que se trataba de algo muy serio.

-¿En qué estado llegó Salvador a la enfermería de la plaza?

-Destrozado, prácticamente. Era una cornada brutal, pues no hubo necesidad que que nosotros hiciéramos al paciente ninguna incisión. Vamos, que el pitón del toro lo abrió, como se dice, en canal. Tenía un corte de 60 centímetros, transversal, en la parte alta del abdómen, donde el pitón interesó el tórax. El esternón estaba fracturado y venían colgando varias de las costillas flotantes. Además, tenía otra incisión, de unos 25 centímetros en la parte anterior y posterior del estómago. El diafrágma tenía un corte de 20 centímetros y también presentaba una lesión en el lóbulo izquierdo del hígado. El pitón desgarró el pericardio, que es el tejido que recubre al corazón, y estuvo a milímetros de haber tocado este órgano, lo que hubiese ocasionado una muerte instantánea.

-Ante tal aspecto del herido, y no obstante la gran experiencia que usted tiene atendiendo a los toreros, ¿qué grado de impacto le causó al verlo?

-Es la cornada más grande y grave que ha habido en Guadalajara. Mi padre me contaba de una que mató a un banderillero de nombre Rafael Melo "Melito", pero no tengo mayores datos de cómo se produjo. Y aunque uno es profesional y va predispuesto a cualquier cosa, sí nos impresionó mucho y pensamos que Salvador que se nos iba a morir en la mesa de operaciones. Creo que esta cornada es equiparable a las que sufrió Manuel Granero en la plaza de Madrid, en 1922; aquellas en que el pitón del toro penetró por un ojo y dejó al descubierto parte de la masa encefálica.

-¿Cúanto tiempo duró la operación?

Unas tres horas y media. Fue necesario aplicarle tres unidades de sangre.

-¿Qué les dijo a sus familiares al finalizar la operación?

-Vinieron dos de sus hijos al hospital y les comentamos que su padre estaba muy grave; vamos, en estado crítico. Inclusive, les dije que si eran católicos y querían llamar a un sacerdonte, podían hacerlo.

-¿A qué atribuye que en esta plaza caigan tantos heridos?

A que en Guadalajara se lidian los toros íntegros (en puntas) y eso siempre conlleva un riesgo mayor. Hemos atendido a muchos toreros en los últimos años; ya hasta perdí la cuenta. Y quiero aprovechar para decir que por más buenos o malos que sean los matadores o novilleros que vienen a torear aquí, todos, absolutamente todos, merecen el  más grande de los respetos porque en esta plaza se jugan la vida quizá como en ninguna otra de México.


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