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Opinión: El Ecuador dijo no a la prohibición

Sábado, 21 May 2011    Quito, Ecuador    Santiago Aguilar | Especial   
Santiago Aguilar comenta la situación que se vive en Quito

Los resultados de la pregunta número ocho de la consulta popular promovida por el gobierno nacional referida a la muerte de animales en espectáculos públicos, deben ser analizados con detenimiento y objetividad con el propósito de convertir al pronunciamiento popular en un ejercicio histórico de valiosas, muy valiosas, implicaciones para la fiesta de los toros en el Ecuador.
 
La iniciativa oficial de confrontar en las urnas a una actividad como la taurina  de profundos contenidos sociales, históricos y culturales,  resultó absurda e ilegítima; absurda debido a que, temas como los derechos fundamentales del hombre y categorías superiores como los valores éticos y morales, no pueden  ni deben ser sometidos a procedimientos de democracia directa; e ilegítima por el injusto y desigual lapso de información previo a las votaciones en el que toda la maquinaria  propagandística del régimen fue utilizada para deformar la realidad del espectáculo taurino.

A la hora de analizar los flujos de votos por cada una de las tesis debemos enfocarnos en la estructura del mapa taurino del Ecuador, es decir en la identificación de aquellos sitios en los que en forma tradicional se desarrollan corridas de toros;  antes de la consulta registramos un centenar de cantones  e igual número localidades con antecedentes taurinos; los resultados finales de las votaciones del 7 de mayo  determinan que en 17 provincias un total de 95  cantones en los que se ubican más de cien centros poblados le dijeron no a la prohibición y consagraron a las corridas de toros como elemento consustancial a su dinámica social.

Como datos sobresalientes cabe mencionar la rotunda manifestación de respaldo a la fiesta de los toros en todas las provincias con historia taurina, en especial en la sierra central, en las que un largo –muy largo– listado de ciudades encabezadas por Ambato y Riobamba, continuarán viviendo el espectáculo,  la región amazónica también se volcó a negar la prohibición, otros casos curiosos son los de los cantones Las Lajas en El Oro y Esmeraldas en la provincia del mismo nombre que votaron no pese a carecer de tradición taurina, excepcional fue el comportamiento de los ciudadanos de Valencia, Quinsaloma y Montalvo  de Los Ríos,  que negaron la pregunta ocho en medio de una inmensa cantidad de sufragios aprobatorios a los otros temas. El caso de Loja y Baños del Tungurahua merecen referirse pues eran las dos únicas ciudades con legislación anti taurina,  ahora desmontada por el triunfo del no.

Al revisar los resultados de la provincia de Pichincha encontramos que los cantones Mejía, Pedro Vicente Maldonado y San Miguel de los Bancos negaron la prohibición, mientras que Quito y Cayambe la aprobaron.

En principio llama la atención los votos obtenidos por el si en la ciudad capital, sin embargo, si nos detenemos en los números encontramos que la mitad de los quiteños se pronunciaron en contra de la prohibición. El si en Quito obtuvo un total de 674 mil votos,  los sufragios por el no agregados a los blancos y nulos, es decir los pronunciamientos no aprobatorios, llegaron a 651 mil votos, es decir apenas un 1.71 por ciento de diferencia.

En resumen, la discusión por la vigencia íntegra de los espectáculos taurinos dividió en dos a la ciudad, polarizándola alrededor de este tema,  y visibilizó una enorme corriente de aprobación a la tradición taurina quiteña y su anual feria.

Otro hecho destacado que debe incorporarse al debate es la lógica de la votación de las parroquias que conforman el Distrito Metropolitano, en la zona centro norte de la ciudad –en la que se ubica la Plaza de Toros Quito– los votos por el no fueron ampliamente mayores, ese comportamiento se invirtió en los sectores de los extremos norte y sur de la urbe, desde este enfoque cabe reflexionar sobre la validez del esquema de toma de decisiones en una ciudad tan disímil y compleja como Quito.

El Municipio capitalino anuncia la próxima reforma a la ordenanza que regula los espectáculos taurinos, lo cierto es que la actitud del Alcalde empeñado en institucionalizar la prohibición contrasta con el pensamiento de media ciudad que supo expresar con libertad su opinión pese a la desproporcionada campaña oficial y desestima la construcción de un acuerdo social sostenido en la pluralidad, el respeto a la diversidad y el derecho de los quiteños a ejercer libremente su identidad cultural, sin ninguna clase de limitación y discrimen.

En forma paralela la empresa de la Plaza de Toros Quito anuncia la organización del abono del Jesús del Gran Poder, prestigioso ciclo de corridas que se realizará con ajuste a los resultados de la consulta, decisión que debe apreciarse desde la importancia de preservar la Feria de Quito como un patrimonio de la ciudad, eje de las fiestas fundacionales de la capital y revulsivo de su actividad económica.

A manera de conclusión, lo cierto es que la fiesta de los toros en el Ecuador se ha nutrido de una potente corriente de opinión popular que supone un reconocimiento a sus significados históricos,  culturales y sociales y asegura su pervivencia en el tiempo.


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