A José María Luévano, in memoriam
Y cuántas veces al quite
tantos capotes de brega,
y ni uno, ni uno siquiera
en la carretera.
Manuel Benítez Carrasco
Liviana, si se quiere, fue la oreja cortada por El Pana el domingo pasado en la Plaza México. La faena careció de continuidad por culpa del fuerte viento ante un toro ideal para el legendario lidiador tlaxcalteca a estas alturas de su vida, pues el de San Isidro era pastueño, obediente y claro en sus embestidas. Lo dejaba estar pues, y no le exigía mayormente.
El trasteo resultó intermitente, como intermitente y desaprovechada fue su vida torera. Y si bien es cierto que obtuvo el apéndice con poco, la petición del público cariñoso fue mayoritaria y nadie protestó la segunda vuelta al ruedo llena de teatralidad.
El Brujo de Apizaco había recibido al torillo con la suerte capotera de "la veleta" (en la que se pasa el percal por encima de la cabeza antes de ejecutar una verónica), y dibujó una serie de sabrosos derechazos y un trincherazo con el sello de la casa. Nadie puede negar que tiene mérito plantarse en La Mexico en los linderos de la edad sexagenaria con achaques de todo tipo, el cuerpo cosido a cornadas y las facultades reducidas a su mínima expresión. ¿Regresará algún día al coso que lo llevó a ser el ídolo del pueblo?
Curro Cumbre
El domingo pasado se cumplieron diez años del fallecimiento de Curro Rivera, uno de los grandes toreros mexicanos de todas las épocas. El trazo de Curro Cumbre, como lo llamara su apoderado Manuel Lourdes Camino, era sentido y largo. Animado por su padre, Curro mató su primer becerro a los doce años en la ganadería de Santoyo. Hizo su debut vestido de luces en San Luis Potosí el 6 de agosto de 1967.
Con el apoyo de los empresarios Leodegario Hernández y Carlos González, cubrió brillantemente su etapa de novillero en plena etapa psicodélica, de emancipación juvenil, ritmos rocanrroleros, hongos alucinógenos, pantalones acampanados y luces de colores. De ahí que, en consonancia con la época, José Alameda llamara "cites psicodélicos" a los arabescos que Curro hacía a distancia con la muleta para evitar que los toros desparramaran la vista y conseguir que se fijaran en todo momento en los movimientos del torero. Recordamos a Curro con afecto y admiración.
Recuerdo
Mañana se cumplirán treinta años de la muerte de Jorge "El Ranchero" Aguilar. El torero símbolo del estado de Tlaxcala. Falleció mientras toreaba en el tentadero de la ganadería de Coaxamalucan el 27 de enero de 1981. Recientemente, de un infarto también, murió su hijo, nuestro querido amigo Gabriel Aguilar en la ciudad de Teziutlán, en el estado de Puebla.