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Ruedo: Un rasgo de la eternidad

Miércoles, 27 Oct 2010    México, D.F.    Heriberto Murrieta | Récord   
La columna de este miércoles

El fallecido Alí Chumacero, uno de nuestros poetas mayores, era muy aficionado a las corridas de toros. En 1994, por intercesión de Leonardo Páez, accedió amablemente a escribir una reflexión sobre el toreo en uno de los libros publicados por este cronista, "Tauromaquia Mexicana, Imagen y Pensamiento". Su colaboración la intituló: "Un rasgo de la eternidad".

He aquí un fragmento: "El arte del toreo es una ocupación que conjuga la violencia y la sobriedad, la ira y la ternura, el pecado y la tentación. Contra el desborde, el diestro aplica la continencia; contra la furia, la proporción; contra el desplazamiento, la quietud, contra la celeridad, el reposo. En armonía con el recorrido del toro, la línea curva de los lances ayuda a provocar la turbación del ánimo. De su unidad brota la estatua de un instante regio por la mano vigorosa del lidiador que no cede terreno a lo que transcurre ni se abandona al viento de lo efímero, sino que dibuja el trazo duradero que transforma la brutalidad en emoción y la rudeza en medida.

"A nada es comparable complacerse hondamente con la imagen demorada, casi inmóvil, de una lenta ejecución de la verónica o el pase natural. El tiempo detiene de pronto su carrera y hace surgir, como acontece con toda legítima obra artística, la vibración intensa de lo bello. Torear bien significa, entonces, tocar un rasgo de la eternidad", dice en este libro el poeta de Acaponeta, Nayarit, fallecido el viernes de la semana pasada.

Frustrante

El ganadero Luis Álvarez está que trina porque ni Zotoluco ni Arturo Macías han querido torear el encierro de Barralva programado para el próximo martes en Morelia. ¡Una corrida que ya compró y anunció desde hace varios días el matador-empresario Mauricio Portillo! ¿Qué alguien nos explique cómo se puede anunciar primero una corrida y reseñarla después? Son las inagotables historias de un mundo al revés… Luis es defensor de un modelo universal donde el auténtico toro es el eje del espectáculo, parámetro inequívoco de los reales alcances de los toreros. Nos dice el criador que el argumento para dejar fuera su encierro fue que resulta grande para Morelia. ¿Para una Monumental?, ¿para un torero como Macías que apenas desembarcó procedente de España, donde le vio constantemente la cara al toro?, ¿venir de torear encierros fuertes en Europa justifica renunciar automáticamente a lidiarlos acá?, ¿esa es la forma de menospreciar nuestra Fiesta?

El punto es que los toreros quieren que prevalezcan las leyes del menor esfuerzo y la comodidad, olvidándose de que el reto del torero tiene implicaciones intrínsecas que hay que tomar si de veras quieren ser llamados toreros. Simplemente no quieren pagar el alto precio del toreo; lo suyo es regatear ese precio buscando rebajarlo siempre, como el comprador al marchante. Si estuviéramos en la época de Manolo Martínez, que condicionaba contratos, llenaba las plazas y daba a ganar dinero a los empresarios, quizá entenderíamos ciertas imposiciones, pero lo ridículo es que este tiempo en que no abundan los diestros con solidez, y mucho menos las figuras, se presenten situaciones como la referida.   

Homenaje

Como aficionado a los toros, como habitante de la Ciudad de México y como seguidor del equipo Atlante, tengo muchas cosas que agradecerle a don Ramón Aguirre Velázquez. Por eso asistiré con gusto al merecido homenaje que se le realizará en la Asociación de Matadores el domingo 7 de noviembre a la una de la tarde, previo a la corrida inaugural de la Temporada Grande en la Plaza México. Cuando se desempeñó como regente del Distrito Federal (1982-1988), donó los terrenos donde se encuentra la asociación, sobre el eje vial que pasa a un costado del coso metropolitano. Adolfo Lugo Verduzco, Chucho Arroyo, Antonio Urrutia y este cronista hablaremos sobre el último jefe de gobierno capitalino que logró un clima de seguridad en la hoy convulsa metrópoli del atraco y la impunidad, paraje mortificante que nos asusta. Entre todas las concentraciones urbanas del planeta –nos dice el escritor Vicente Quirarte– difícilmente otra despertará pasiones tan encontradas y patologías tan inexplicables como ésta donde persistimos. Servirá el evento para patentizar nuestro afecto tanto a don Ramón como a sus hijos, amigos desde hace mucho tiempo.


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