Mejía se prepara en la ganadería de Loret de Mola
Martes, 26 Oct 2010
Mérida, Yuc.
Juan Álvarez | Corresponsal
Manolo, el ganadero, y los Lagravere
Apenas alejada del bullicio citadino, instalada en una superficie de 180 hectáreas, la ganadería yucateca de Loret de Mola realizó una de sus tientas más numerosas del año, en donde el torero de Tacuba, Manolo Mejía, dictó una cátedra de taurinismo, como parte de su preparación ante su inminente presencia en la Temporada Grande de la plaza de toros México.
Con el sol en todo su esplendor y teniendo como fondo la espesura de los árboles y la vegetación hasta donde llega la vista, el ruedo de tientas de la dehesa, ahora encabezada por José Loret de Mola, fue sede de la tienta de 11 machos y 26 vacas, con destacados resultados para los libros de la gandería, tras el comportamiento de casi tres cuartos del lote observado.
Los matadores Manolo Mejía, Michel Lagravere, Adrián Flores, el novillero Michelito Lagravere y su hermano André, quien mostró sus avances como becerrista, protagonizaron la tienta de cerca de ocho horas, ante la mirada escrupulosa del ganadero, en tarde plagada de momentos de exquisitez y jerarquía, dejados en la árida meseta del ruedo.
La ganadería de Loret de Mola, fundada en 1998 con sangre de Cerro Gordo, está enclavada en el municipio de Kanasín, en la zona conurbada de Mérida, rodeada de bellas haciendas.
Tras la muerte de su padre, don Emilio Loret de Mola, el criador José Loret de Mola Gómory afirma estar convencido de querer continuar el esfuerzo iniciado hace 12 años, por lo que de manera entregada supervisa los resultados de un reciente refresco con sangre de Pepe Garfias.
"A finales de la década de los 80s, tras la muerte de don Guillermo Rodríguez Caballero, propietario de la ganadería de Cerro Gordo, los herederos de dicha dehesa asentada en Ecatepec, Estado de México, vendieron la totalidad del ganado a mi padre Emilio Loret, quien con afición y esmero inició la historia trayendo el lote completo para Yucatán", recordó el criador de bravo.
La ganadería, actualmente ubicada a 12 kilómetros de Mérida en el rancho Los Toriles, lleva los colores azul celeste y blanco en su divisa, que esperan pronto podrá ser lucida lidiando su primera corrida.
"Han pasado ya 12 años. Tiempo de mucho trabajo y esmero, pero luego de tientas como las de este día queda la satisfacción de que se están haciendo bien las cosas", afirmó el ganadero, quien se ha consolidado como el que más encierros lidia en esta parte de la República.
Así, desde temprana hora las postales taurinas se fueron sucediendo una a una dentro del ruedo.
En la tienta de machos con las tradicionales ramas para llamar la atención del ganado que, en su desplazamiento, iba sumando o restando méritos de acuerdo con el rasero marcado por el ganadero.
De llamar la atención que en la mayoría de las 26 vacas tentadas prevaleció el pelaje castaño que, a juzgar por su comportamiento, ligaron de manera exitosa.
La tienta de vaquillas, apuntó el criador, nos permite identificar las hembras que con características de bravura, toreabilidad y fuerza, pueden ser retenidas como madres de las siguientes generaciones.
"Es un trabajo largo, con escaso margen de error y por ello estamos metidos de lleno y empezando a cosechar algunos resultados a 12 años de trabajo".
Acompañado del doctor Alfonso Peón Cámara, el ganadero observó las vacas tentadas bajo la dirección de lidia de Manolo Mejía, quien con ojo avizor, apuntaba las características del ganado observado, al tiempo que daba muestras de la madurez y momento taurino por el que atraviesa.
Y a lo largo de la jornada se sucedieron faenas entendidas. Manolo Mejía, sencillo, con honradez y sin extravagancias, con abierto celo por la sabiduría, arraigó lances, dibujó naturales y derechazos para corregir defectos y también gozar de la nobleza y bravura que estuvieron presentes, ante el beneplácito de los taurófilos.
Los maestros participantes bregaron, se doblaron, alargaron las distancias, defendiendo el nivel de la tienta y las reses hasta meterlas en vereda.
Los buenos resultados del trabajo ganadero incluyeron el lucimiento del picador Salomón Azpeitia, ante la mirada de destacados taurinos yucatecos, invitados ex profeso.
De las vacas lidiadas se destacó el recorrido y transmisión de cuando menos 16 de ellas, que permitieron momentos de subida expresión artística; no obstante, el sol que para el mediodía calaba hasta las entrañas.
Manolo Mejía está contemplado para actuar dentro de las corridas de noviembre de la Temporada Grande de la plaza México, para la que se declaró listo, al tiempo de calificar el serial como muy interesante tras la presencia de varios matadores que habían estado ausentes y jóvenes que vienen empujando fuerte en nuestra baraja.
Por lo que toca a Michelito Lagravere, continuará sumando festejos en su temporada mexicana, al tiempo de afinar un posible viaje a España.
Tras cerca de ocho horas, el grito de ¡puerta! por parte del ganadero marcó la terminación de la jornada campera, el regreso de la última vaca a los corrales cuando ya caía la tarde que, al final, culminó plagada de esperanzas para la dehesa y momentos de subida torería, protagonizada por los coletas.
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