Vino con Colón, en su segundo viaje. Hace ya, este noviembre, 532 años. La Bos Taurus Ibericus, extensión de la prehistórica Bos primigenius, llegó trayendo vida, fertilidad, y culto a su hijo. Tauromaquia. Contribuyó entonces diferencialmente a la gestación de la nueva identidad: Hispanoamérica. Fusión, que no implantación sobre exterminio, cual sucedió más al norte con otras nacionalidades inmigrantes. Fue parte del ADN maternal, ahora vergonzante, renegado e ilegalizado.
Brava, campeó acá por siglos. Hasta este último, en que una secta de benefactores, "animalistas", mediante todas las formas de lucha, desde terrorismo hasta legislación, han alcanzado, lo que no alcanzó antes ninguna calamidad natural ni humana; precipitar la extinción de su raza.
Pero en este mes de su efeméride, casi qué como un testimonio de supervivencia y celebración, han aparecido los carteles de las dos únicas ferias (de primera), restantes en Colombia. Que serán las penúltimas permitidas, por la Ley "No más Olé" (2385 de 2024). Cali y Manizales, en ese orden, como ha sido tradición, despedirán y recibirán el año ceremonialmente.
Anuncian doce encierros. Cinco la una, siete la otra. Todos de simiente española, pero nacidos y criados desde generaciones en el país. Y entre los doce, apenas siete ganaderías, con cuatro encastes. Repitiéndose dos, a más de por prestigio, por escasez de toros: Ernesto Gutiérrez (Santa Coloma-Murube) en cuatro festejos, y Juan Bernardo Caicedo (Domecq) en tres. Mondoñedo (Contreras), Salento (Santa Coloma-Murube), Las Ventas (Domecq), Santa Bárbara (Domecq) y Campo Real (Santa Coloma), irán de a una en una. Nada del otrora prolijo Cauca Grande.
Las divisas y su diversidad han mermado a este punto por la persecución a las corridas, su modus vivendi. Lo que no lograron las hambrunas, la peste, ni las guerras, lo hicieron los políticos "protectores", que a sabiendas han ido tras ellas, en busca de "la solución final".
Tenían que ser el blanco. Era obvio. En un planeta estrechado por la superpoblación, la intolerancia y la tecnología. El hábitat animal se ha hecho tan costoso, que el rebaño, sin espacios vitales libres, no puede vivir sino de sus fieles, de su rito, de su razón de ser. Así, la prohibición perpetra lo que no pudieron los jinetes del apocalipsis. El aniquilamiento.
Pues para él bravo no sirve la otra vía. Dejarse asesinar indefenso, por miríadas en los mataderos. No, y no sólo porque no resulte rentable, sino porque es indigno y contranatural a su estirpe. ¿Hay esperanzas?
Atisbando en busca de algún indicio, se aproximan las elecciones presidenciales del país, (marzo 2026). Hasta 77 políticos aspiran. Democrático récord de opciones, pero curiosamente ninguno, ninguno, incluye la derogación de la ley antitaurina entre sus promesas de gobierno.
Y otro. Mientras, por aquí, pese a todo esto, el fervor crece y se copan los hoteles para la temporada, al otro lado del mar, en España, "madre patria", por acuerdo el Ministerio de Cultura excluye selectivamente al dramaturgo, torero y mártir, Ignacio Sánchez Mejías de la conmemoración oficial a su generación literaria, la del 27, de la cual fue gestor.
Cabría llorar otra vez con García Lorca, quien también, dicho sea, fue liquidado por política: La vaca del viejo mundo pasaba su triste lengua…