"...Prefirió dejar las cosas por la paz, sus razones de fondo habrá...
Quien sostenga que tal o cual diestro, presumiblemente figura, mantuvo durante toda su trayectoria un mismo nivel de calidad o se engaña o pretende engañarnos. Seres afortunadamente humanos, los toreros también están expuestos a las altas y bajas anímicas, mentales, ambientales y hasta profesionales propias de cualquier persona, cronistas de toros incluidos. Así ha sido y así seguirá siendo mientras los robots no nos reemplacen por completo y la inteligencia artificial no suplante las inteligencias y desinteligencias humanas, tan misteriosas y fuera del alcance de cualquier tecnología como todo lo que natura crea.
Por supuesto, la naturaleza a ningún ser vivo le prometió otra cosa que no fuera la certeza de ser engendrado, nacer, desarrollarse y morir. Y por más atributos que determinada persona posea, el cultivo, evolución y mantenimiento de los mismos va a depender de múltiples circunstancias, ajenas muchas de ellas a nuestra voluntad pero sin que eso se mitigue la parte de responsabilidad que nos corresponde, condensada en la forja del carácter personal de cada quien.
Viene esta digresión al caso porque la historia del cartel que hoy nos ocupa gira en torno a la memorable actuación que tuvo Joselito Adame al reaparecer en la Plaza México después de una temporada sin pisar su arena, lo cual nada tendría de particular si no se hubiera dado cuando José acabara de redondear la más fructífera y triunfal de sus campañas capitalinas, la de 2013-14, en la que participó en cuatro corridas y se alzó con la nada despreciable cosecha de ocho orejas. Y viene al caso, insisto, porque exhibe a la empresa Alemán-Herrerías en su conocida aversión al torero de Aguascalientes –expresada no pocas veces con porras estratégicamente situadas para mover al público en su contra, unidas a una extraña frialdad de la publicrónica de encargo–, al tiempo que mide el grado de resiliencia de Joselito al maltrato, padecido en la capital de su propio país y no se diga en España, donde siendo durante más de dos lustros el principal exponente de nuestra tauromaquia jamás encontró una apertura y un respeto acordes por parte de las empresas y la crítica iberas.
Si el mayor de los Adame acusó finalmente dichas adversidades y se adocenó, vino a menos y prefirió dejar las cosas por la paz, sus razones de fondo habrá tenido. Por lo pronto, lo que aquí nos toca es recoger la importancia de tuvo aquella gesta suya en la inauguración de la temporada 2015-16 en la Plaza México, reflejada en el relato en caliente de los hechos.
Alcalino
Valga la autorreferencia precisamente por lo que tiene de cercanía con el suceso y evidencia de un entusiasmo legítimo, en contraste con censuras recientes del mismo cronista al mismo protagonista, ya que no al mismo gran torero que el Joselito Adame de entonces demostró ser. Veamos:
"Se puede triunfar fuerte y no ser figura del toreo. Se puede torear bien, incluso muy bien, pero si se carece de una expresión personal que arrebate a los públicos y distinga al hombre de luces del resto de sus colegas, todos los reconocimientos que se allegue no bastarán para entronizarlo como un as verdadero. Esa expresión, ese sello, esa suma de rasgos diferenciales, decisivos e incopiables de las figuras auténticas marcó, de cabo a rabo, la tarde de Joselito Adame en la inauguración de la presente temporada mayor.
¿Qué le correspondió el mejor lote del flojo encierro mixto de Handam y Xajay? Razón de más: los grandes –reconocibles por su actitud, por su aura, por el sitio que tienen con el toro—siempre parecen favorecidos por esos diosecillos caprichosos que se cuelan inadvertidamente entre los sombreros de sortear. Que el juez de la México –Jorge Ramos– haya ordenado arrastre lento para los restos tanto de "Gravado (sic) en el alma" como del cierraplaza "Javito", solamente subraya la bancarrota taurina del sujeto del palco, no una casta brava ausente en los citados bichos, el último de los cuales, el de las dos orejas y aquella zapopina monumental, fue y vino como imantado con clarividencia asombrosa y un poderío de seda por la muleta del inspirado maestro hidrocálido, siempre a la distancia y con el pulseo precisos, pues de otra manera, el acochinado cardenito de Xajay habría sido carne de destazadero en un santiamén.
Antes, con el tercero, provocó Adame el primer alboroto sostenido y triunfal de su gran tarde, inicialmente con verónicas de imperiosa cadencia, y más tarde al mantener en pie a un animal suavote y obligarlo a ligar las embestidas con los sutiles trazos de su muleta mágica. Faena ésta prodigiosa de temple, en la que Joselito se gustó y recreó por ambos pitones, y que iba rumbo a los máximos apéndices cuando un pinchazo y la morosa agonía del astado redujeron el premio a una oreja.
Como oreja, con escasa petición, había cortado Manzanares por un trasteo afanoso y una estocada fulminante al incómodo 2o, un manso probón de Handam que salía siempre con la cara por encima del estaquillador. El Zotoluco, ante par de inválidos, no tuvo ninguna opción." (La Jornada de Oriente, 2 de noviembre de 2015)
Leonardo Páez
"Joselito Adame (26 años de edad, ocho de alternativa y 41 corridas toreadas este año, 23 entre España y Francia y 18 en México) regresó a la plaza que imprudentemente le negó el acceso la temporada pasada para demostrar que a base de vocación, disciplina, compromiso y esfuerzo se ha convertido en el torero mexicano a vencer por propios y extraños, en México y en el resto del mundo (…) La tauromaquia de Joselito Adame es valiosa porque hace que funcionen la mayoría de los toros, potenciando su mansedumbre hasta hacerla parecer bravura. No sólo es poderío, sino una gran capacidad para hacer lucir a los mansos.
A su primero, con el desalmado nombre de "Gravado (sic) en el alma", de Julián Handam, lo recibió con suaves y ajustadas verónicas (…) Brindó al público (…) Solemne, solvente y fácil, con el feliz resultado que da el oficio asimilado con inteligencia y afición, empezó por alto para luego bajar la mano en tandas despaciosas por ambos pitones a un astado dócil y repetidor pero soso (…) Pinchazo, media y el juez Ramos soltó una oreja y, aguas con las apoteosis de plástico, ordenó arrastre lento a los despojos del mansurrón.
Con su segundo, "Jovito", de Xajay, el hidrocálido se propuso duplicar la dosis de torería exhibida. Larga cambiada, suaves lances y, en el quite, vistosas zapopinas –lo de lopecinas, del listillo Juli, se encargó de desmentirlo Adame en ruedos europeos– (…) ocho o diez muletazos de hinojos en tablas, templadas series con ambas manos y la corroboración de que los toros no funcionan porque sí sino por la tauromaquia de algunos pocos, incluido el poder suave de Joselito Adame, que tras ceñidas manoletinas decidió matar en la difícil suerte de recibir (…) Dos orejas a ley otorgó el juez, y protagonizó otro petardo al ordenar un arrastre lento más al volver a confundir repetitividad con bravura."
El alicantino José María Manzanares, enfundado en un precioso terno azabache con pasamanería negra, como lo hace a partir del fallecimiento de su padre, bordó una inteligente faena a su primero, de Julián Handam, embarcando muy bien las embestidas tanto por el izquierdo como con la diestra. Tras dejar una estocada entera hubo discreta petición y el juez soltó de inmediato mitotera oreja (…) Con su segundo, de Xajay, sin transmisión y rajado, escuchó un aviso y lo despachó de feo bajonazo.
Eulalio López, Zotoluco, anduvo pero no estuvo" (La Jornada, 26 de octubre de 2015).
José Cueli
"Toritos de Handam y Xajay; débiles, sosos, arrodillados, y toreros estrellados ante unos animales sin transmisión. Pero las ganas de ser de Joselito Adame acabaron por convencer a los aficionados que, enloquecidos, lo aclamaron apoteósicamente. El tercer toro, de Handam, fue una auténtica calabaza en tacha saturada de piloncillo (…) Ese toro no se le podía ir a Joselito, que con capote y muleta toreó muy despacio a un burel fijo, dócil y débil (…) A Joselito se le olvidó que no podía fallar con el estoque y pinchó, después de bordar todo tipo de adornos de espléndida orfebrería (Pero) ¡Cómo cambian los tiempos: arrastre lento al mansito y oreja a José!
Volvió a repetir color el torero hidrocálido con el último de la tarde (…) Toreo de rodillas, adornos y más adornos pero con una cualidad nueva, de un tono moreno poético. Expresión potente en su rostro y al final, tras la estocada recibiendo (…) dos orejas y el delirio. Joselito, esperado con ansia por la multitud, no dejó espacio a sus alternantes. La tarde era sólo suya (…) Perdida quedó la elegancia y el oficio de José María Manzanares. El Zotoluco, no se vio." (La Jornada, ídem)
Apogeo, numeralia y discreto adiós
Desde su participación en la temporada europea de aquel 2015, Joselito Adame venía marcando lo que sería su mejor versión como torero. Había desorejado en Madrid, en pleno San Isidro, a un correoso burel de El Montecillo (17-05-15), y cuajado, entre muchas tardes felices, la que probablemente ha sido la faena de su vida, que si no aumentó exponencialmente su crédito en España se debió a que tuvo un escenario menor, el pequeño coso de Guadalajara, en la Alcarria: aquella joya de faena concluyó en el indulto de "Hechicero", de Fuente Ymbro (11-08-15).
En esta campaña capitalina de 2015-16 participo José en apenas tres festejos cobrando en total seis orejas aunque sin llegar a repetir el enorme nivel del festejo inaugural. En España y Francia, país éste que sí supo reconocer su categoría, continuó su encastada andadura y al corte de 2019 había cortado cinco apéndices en 18 actuaciones en Madrid, incluidas dos novilladas (entre 2022 y 2025 sumó dos tardes más y es por ahora el mexicano con más paseíllos en Las Ventas). Cuatro orejas llegó a cobrar en sus nueve presentaciones sevillanas y, en la México, su estadística habla por sí sola: 36 orejas en 30 actuaciones.
Después de la pandemia de Covid 19, Joselito Adame ya no sería el mismo. Y fue en una plaza española de segundo orden, la de Huesca, donde decidió quitarse de torero, agotado lo mejor de su potencial sin que, por otra parte, hubiera mengua de su buena condición física, la propia del profesional responsable y consciente que José siempre fue (14-08-25).
Manifestantes
Ofrezco un breve párrafo incluido en mi crónica de aquel 25 de octubre de 2015. Y lo hago porque lo que parecía entonces un asunto trivial ocupa hoy el centro de nuestras preocupaciones ante la cancelación, posiblemente definitiva, de las corridas de toros en la capital mexicana, una de las ciudades más emblemáticas en la historia de la Fiesta Brava. Aquel texto de 2015 habla a las claras del error de enfoque de la gente del toro, oscilante entre la dejadez y la miopía que dolorosamente se mantiene inalterable. Dice así:
"Luego del paseíllo, un grupo de porristas, con pancartas y numerosos niños, dio una vuelta al ruedo solicitando que dejen a la fiesta en paz sus abundantes y no siempre gratuitos impugnadores. Conmovedora iniciativa, que sería más de agradecer si los taurinos se decidieran de una vez por todas a romper con su endogamia –protestar dentro de la plaza y en el marco de la corrida, ¿qué sentido tiene? ¿Quién, que no sea aficionado, se va a enterar?– cuando lo indicado es salir a la calle, polemizar en los medios y airear con energía y sobra de buenas razones su oposición a taurófobos y politicastros abolicionistas". (La Jornada de Oriente, ídem).